I. LAS CAPITALES MOGOLES

DELHI, AGRA y FATHEPUR SIKRI

 

Febrero de 2013

trazado de Shahjahanabad en el siglo XVII

DELHI

 

Hoy es viernes 12 de Octubre día de la Hispanidad, me evoca que un día como hoy en 2008 hace ya unos años coincidía con Marco en la pequeña localidad de Ramtepao en la gran isla indonesia de Sulawesi. Pero comencemos a narrar este periplo, todo comenzó hace ya unos días, hoy dejamos Gwalior camino de Datia, quizás sea la pereza o, aunque ella no lo crea, la delicada atención que presto a Francisca en su primer gran viaje a tierras asiáticas, ante su anterior resistencia a emprender este tipo de aventuras, lo cierto es que el cuaderno para el diario de este viaje, apenas se llena con unas simples y escuetas notas, que poco a poco aderezo y reconstruyo con los recuerdos y la revisión del abundante material fotográfico, mejorado con la inestimable aportación del entrañable Toño. Experiencia similar resultó ser la narración del viaje a Indonesia, lo que provocó que aún esté inconcluso, pero es lo que toca y aunque sólo sea una curiosidad, en ambos casos está presente Marco.

 

Hace ya unos días, el pasado jueves 4 llegamos a nuestro hotel, el modesto pero acogedor Silver Ferns, en las afueras, en el borde Sur de Nueva Delhi. Muy tarde y cansados, hasta las 2:00 de la madrugada no nos fuimos a dormir. Pese a la hora, nos recibía Pepi la barcelonesa, el grupo completo, por fin tuvimos la ocasión de conocer a nuestra última compañera, o mejor, la primera ya que su vuelo vía Barcelona no sufrió incidencia alguna en el enlace londinense. A las 8:00 de la mañana siguiente ya teníamos previsto iniciar nuestro deambular por tierras indias. Con la idea de recuperar el tiempo perdido por los enlaces aéreos, Marco nos apremiaba a descansar, ya que intentará apretar las visitas al máximo para que no perdamos nada del programa contratado.

 

Al despertar, la mañana nos daba la bienvenida con un cielo claro y despejado, antesala de los calores veraniegos del clima subtropical húmedo que nos acompañará en nuestro viaje. Ya han pasado los monzones y el estío es largo y caliente, con temperaturas máximas cercanas a los 40º, aunque afortunadamente la humedad no es muy alta. Un buen desayuno continental para unos e hindi para otros y alguno que otro, lo prueba todo. Ya nos han avanzado que el día será apretado, el programa de visitas, se centrará en la mezquita Jama Masjid, un paseo en bici rickshaw por el caótico y abigarrado barrio de Chadni Chowk, para terminar en el Fuerte Rojo y a la salida un vistazo al Mausoleo de Gandhi, que nos coge cerca de la autovía de salida, el resto de las visitas previstas quedarán para el último día del viaje, almorzaremos de camino a Agra.

 

Comenzamos en Delhi, la capital país y también de la conocida como la Región Capital Nacional (Ncr), su conurbación o área metropolitana. Con sus más de 22 millones de habitantes es considerada la segunda mayor y más grande aglomeración urbana en cuanto a población y superficie del mundo, además ha experimentado un rápido crecimiento en las últimas décadas, en su mayoría por la migración procedente de sus estados vecinos y del superpoblado de Bihar. Esta situación ha provocado multitud de problemas urbanos y de infraestructuras territoriales de abastecimientos y transportes. Dicen que la capital supera los 16 millones.

 

Nos detenemos inevitablemente en su historia, creo que necesario conocer los orígenes de los lugares que visitaremos, así los de la vieja Delhi se remontan al tercer milenio antes de Cristo, aunque la primera constancia de asentamientos humanos está datada en el siglo sexto antes de nuestra era. Asombroso es pensar que ya en los textos épicos del Mahabharata, aquellos que parecen ser, se escribieron durante el reinado de Asoka, en ellos se menciona que en estos lugares estuvo Indraprastha, la ciudad de los pandavas. Lo cierto es que aquí han establecido su capital varios y sucesivos imperios, invadidos y destruidos tantas veces como el relevo de sus gobernantes, que han legado lugares de gran riqueza arqueológica y magníficos monumentos, quizás los más relevantes los heredados de los distintos sultanatos mogoles. Por supuesto, esta gran urbe fue paso obligado de comerciantes llegados de otras partes de la India y del extranjero.

 

Se contabilizan hasta once entre las grandes ciudades históricas, la primera Indraprastha, después le sucedió Lal Kot (siglo VIII) y Qila Rai Pithora en el XII. A principios del XIII se establece el primer asentamiento musulmán con el sultanato de Qutb-ud-din Aybak, quien construyó la primera mezquita y el gran Qutub Minar y que veremos el último día. Continúan otra serie de dinastías turcas que dieron origen a otros tantos núcleos de población. Pero la historia tiene en 1526 un año señalado, cuando el timúrida descendiente de Tamerlán y Gengis Khan, Babur, invade estos territorios. Comienza aquí el reinado de los emperadores mogoles que durará más de tres siglos. Entre ellos Shah Jahan el que construyó en 1638 “Shahjahanabad”, el séptimo asentamiento de la vieja Delhi, con el Fuerte Rojo y el barrio de Chandni Chowk. En el siglo XVII continúa el imperio hindú Maratha, que termina cayendo en manos del imperio británico. Ya en el diecinueve se produciría la gran operación urbanística con la ampliación de la ciudad hacia el Sur que acometen los británicos según los cánones europeos neoclásicos, lo que hoy se conoce como Nueva Delhi y que en 1947, con la Independencia pasa a ser la capital y sede del Gobierno del País.

 

Con respecto a su nombre, unos creen que deriva del rey Maurya, fundador de una de las delhis en el año 50 antes de Cristo. Otros piensan que tiene su origen en la palabra hindi “dhili” que significa “suelto”, utilizada por el pueblo de los Tomaras, descendientes de los Pandavas, dicen que motivado por que la base de la columna de hierro que se encontraba en la ciudad se disgregaba. Un tercer grupo de historiadores indican que el nombre deriva de “dehleez” o gath, puerta al sagrado Ganges.

por Chandni Chowk

Quizás lo más atractivo de esta gran urbe sean sus gentes, los muchos grupos étnicos y culturas que comparten esta ciudad cosmopolita, centro político y económico del Norte de la India, polo de atracción para trabajadores de cuello azul y cuello blanco, procedentes de todas las partes de la India. Una dato destacable es que a finales del siglo pasado el número total de personas que vivían por debajo del umbral de la pobreza, con 10 dólares o menos al mes, era de más un millón, un 8.23%, frente al 27,5% de la población total de la India. Se espera que para el año 2015 sea la tercera mayor aglomeración del mundo después de Tokio y Mumbai. La mitad de su población vive en barrios pobres, careciendo de los mínimos servicios básicos como agua, electricidad, saneamiento, alcantarillado o vivienda digna. Entre características podemos indicar acerca de sus confesiones religiosas que el hinduismo es el mayoritario, más del 80% que comparten con el 10% de musulmanes y 8% de sijs, bastante menores son las comunidades jainistas, de cristianos, budistas o judíos. O, que el idioma más hablado es el hindi, conjuntamente con el inglés, utilizado mayormente en la escritura y en la administración.

 

Antes de llegar a nuestra primera cita, Marco cogió el micro, nos dijo que iniciaríamos que visitaríamos monumentos que se construyeron durante el Renacimiento europeo, periodo que por estas tierras también fue bastante efervescente. Nos moveremos los primeros días por las capitales del Gran Imperio que gobernó un poderoso estado islámico en el Norte de la India, Pakistán y Bangla Desh entre los siglos XVI y XIX. Con su inseparable bloc de notas comenzó a esbozar una breve pero jugosa introducción en la cultura de los mogoles, indicando que este es un vocablo procedente de la pronunciación hindi del término mongol.

 

El fundador de la dinastía fue el emperador Zahir al-Din Muhammad, conocido como Babur, bisnieto del mongol Kan Tamerlán de la dinastía timúrida, que cuando está a punto de desaparecer, perseguidas por los ejércitos uzbecos, se retiró al centro del actual Afganistán. Él, Babur (el tigre), fue el primer gran emperador mogol, quien aprovechando las discordias imperantes en el Subcontinente Indio, lo invadió en 1526. Derrota al último de los sultanes de Delhi, muriendo en 1530 antes consolidar su poder, aunque tiene tiempo para establecer la primera capital en Agra. El imperio fue prácticamente conquistado durante el reinado su hijo y sucesor, el segundo gran mogol Humayun, quien reino hasta ser desterrado por Sher Shah Suri de la dinastía de los pastunes del Sur, a quienes vuelve a derrotar en Delhi en 1555, muere un año más tarde sin apenas saborear su victoria. Le sucede con tan sólo trece años su hijo, el tercer gran mogol Akbar (el grande) quien consolidará un imperio cuya estructura perdurará más de 200 años, llega a gobernar durante 49 años. En 1571 traslada la capital a Fatehpur Sikri, 15 años la establecerse en Lahore, para volver a Agra a final del siglo dieciséis y acabar allí sus días. Le sucede su hijo Yajanguir (rey del mundo), el cuarto gran mogol, gobernó durante 22 años manteniendo la capital en Agra. El quinto gran mogol fue Shah Jahan (rey del mundo), tercer hijo de Yajanguir, quien pasará a la historia por la construcción del Taj Mahal para su esposa Mumtaz. Traslada la capital a Delhi, de donde no saldría más. Le sucede su tercer hijo, el más grande y sexto gran mogol, Aurangzeb (ornamento de la corona), un fundamentalista islámico que gobernó con mano dura, durante su largo reinado el imperio tuvo sus más lejanas fronteras, desde el Indostán al Deccán. A partir de su muerte se inicia un lento declive que durará aún 150 años.

 

Babur (el tigre), fundador del imperio (1483-1530, 48 años), gobierna desde 1526 a 1530 (4 años)

Humayun (1508-1556, 47años) gobernó 1531-1540 y desde 1555-1556 (9+1 años)

Akbar (el grande) (1542-1605, 63 años) emperador entre 1556 y 1605 (49 años)

Yajanguir (rey del mundo) (1569-1627, 57años), gobernó 22 años en 1605 a1627

Shah Jahan (rey del mundo) (1592-1666, 74 años), su gobierno duró 30 años desde 1628 a1658

Aurangzeb (ornamento de la corona) (1618-1707, 88 años), gobernó desde 1658 a 1707 (49 años)

 

A la época dorada de expansión y riqueza de los mogoles, conocidos por los viajeros occidentales como los Grandes, se suceden una serie de emperadores, conocidos como “pequeños”, que viven de las rentas de sus antecesores, y aunque no son malos gobernantes, son filántropos y se dedican al lujo y la buena vida. Sus reinados son cortos y no pueden impedir la creciente decadencia del imperio, marcada por los ataques de los marathas y persas al Sur y, afganos y pashtunes por el Norte. Inclusive, un siglo antes de que comenzara el dominio de la Compañía Británica de las Indias Orientales, el emperador mogol ya ni si quiera tenían ese tratamiento, eran como el rey de Delhi, simples símbolos o monigotes sin ningún poder. En 1857 el imperio británico acaba definitivamente con ellos. Los Pequeños Mogoles que fueron:

 

Bahadur Shah I, 3er hijo de Aurangzeb. Gobierna desde 1707 a 1712 (5 años)

Jahandar Shah (1661-1713, 62años) gobernó 1712-1713 (1 año)

Farrukhsiyar (1685-1719, 34 años) emperador entre 1713 y 1719 (6 años)

Rafi-ul Darjat (1699-1719, 20años), gobierno de 98 días en 1719

Shah Jahan II (1696-1719, 23 años), gobierno de 105 días en 1719

Muhammad Shah, 4º hijo de Bahadur Shah I. Gobierna desde 1720 a 1748 (48 años)

Ahmad Shah Bahadur (1725-1775, 50 años), gobierno 1748 a 1754 (6 años)

Alamgir II (1699-1759, 60 años), gobernó 1754 a 1759 (5 años)

Shah Alam II (1728-1806, 78 años), gobernó 1759 a 1806 (47 años)

Akbar Shah II (1760-1837, 77 años), gobernó 1806 a 1837 (30 años)

El último emperador Bahadur Shah II (1775-1862, 87 años), gobernó 1837 a 1857 (20 años)

 

Sin duda alguna el legado de los mogoles es fabuloso, han sido más 300 años, cuatro siglos divididos en dos periodos casi iguales, del que obviamente el más fructífero corresponde a los grandes emperadores. Costumbres, literatura, pintura, artesanía, joyas y por supuesto lo que más nos (me) interesara en nuestro viaje, la arquitectura, civil, religiosa y militar, palacios, mausoleos, mezquitas y fuertes, y como no, sus jardines. La arquitectura que floreció entre los siglos XVI y XVII, ha sido denominado comúnmente como “indo-sarracena” supone una interesante fusión de estilos, desde los islámicos, persa y turco, al hindú, incluso adquieren elementos de la arquitectura europea. El resultado son obras de evidente calidad en las que se utiliza arenisca roja, granito y mármol blanco, materiales preferidos y abundantes en los territorios del imperio. Para hacernos una idea rápida enumeraré como rasgos básicos los siguientes:

 

En la composición se utilizan los ejes cartesianos y simetrías como elementos estructurantes. Es muy importante el patio y en su ausencia, los espacios circundantes quedan cerrados entre muros ciegos. La escalera, siempre se disimula y oculta, es estrecha y empinada. La construcción es generalmente arquitrábica, utilizándose la cúpula semiesférica o con forma de cebolla de doble hoja para marcar los centros de simetría o vértices de espacios cuadrangulares, en estos casos mediante chatris. Los apoyos de las bóvedas en espacios cuadrados se resuelven mediante pechinas de múltiples aristas. Las arcadas en porches y galerías se resuelven siempre con arcos poli lobulados apoyados en pilares, pilastras o columnas, generalmente de sección poligonal y con basas y capiteles de motivos florales, en piedra arenisca, granito o mármol.

audiencia mogol en el Diwan-i-Khas. Delhi 1817

El iwan es una interesante pieza arquitectónica de origen persa traída por los primeros mogoles, posiblemente de Samarcanda. Aparece en todas sus arquitecturas como puerta monumental, tanto en los edificios religiosos como en los civiles, en mezquitas, palacios, accesos a fuertes o mausoleos, e incluso de forma esquemática ha sido trasladada a las fachadas de las viviendas más populares. Cubren un espacio semi abovedado abierto al exterior, como un gran porche que queda cerrado en tres de sus lados. Su fachada o cara exterior plana se la conoce por el término persa pishtaq.

 

Los chatris, palabra hindi que significa paraguas o dosel, corresponde a elementos arquitectónicos procedentes también de la tradición persa, son pequeños pabellones o kioscos, de planta cuadrada u octogonal, de paramentos verticales abiertos, cubiertos por cúpulas en cuyas bases destacas aleros lisos de piedra, a veces curvados bastante atractivos, que protegen del sol y la lluvia a las arcadas abiertas. Suelen aparecer en los remates de las cubiertas, en fachadas y esquinas. El término tiene una doble acepción, ya que en el Rajastán con el mismo término se denominan a las construcciones funerarias o mausoleos, grandes estructuras arquitectónicas que llegan a ser muy complejas.

 

Se conoce como yaroka el balcón, aparece en la arquitectura mogol en imitación a la práctica hinduista de presentar el dios a los devotos. En estos casos, para que el emperador o noble se dirigiera a sus súbditos desde estos elementos ceremoniales. Posteriormente se introdujeron repetidamente en la arquitectura de palacios y mansiones urbanas o havelis, decorados con profusión en piedra o madera, incluyendo elaborados yalis. Aún hoy día, sigue siendo un elemento muy del gusto popular.

decoracion en piedra dura en el Fuerte Rojo en Delhi

En la decoración de paramentos siempre utilizaban dibujos geométricos, florales y caligráficos, en estos predominaban los párrafos o versículos del Corán, dado que los musulmanes tienen prohibida por su religión la representación de seres vivos en su iconografía, aunque en alguna ocasión no eran tan estrictos, he visto pájaros y algún elefante o caballo. La técnica más utilizada y muy desarrollada, principalmente en el siglo XVII, se conoce como pietra-dura, consiste en la incrustación de pequeñas piedrecitas de colores semipreciosas en placas de mármol blanco. Esta práctica fue traída seguramente por viajeros o comerciantes llegados desde Florencia, afortunadamente quedan registros de las vinculaciones que tuvieron los artesanos de regiones tan distantes. Sus máximos exponentes los encontraremos en los edificios palaciegos de los Fuertes Rojo y de Agra, en el Taj Mahal o los más tardíos Chatris de Shivpuri del siglo diecinueve. Aún hoy día se fabrican artesanalmente multitud de objetos con esta técnica dedicados exclusivamente a souvenir para el turismo.

 

Por último, los yalis, que ya he mencionado es técnica procedente de la antigua India que consiste en perforar láminas de piedra o madera, con dibujos geométricos y florares como si fuesen encajes. Estas celosías actualmente se realizan, incluso sobre hormigón y hasta plástico.

 

Recordando la figura de los chatris encuentro otras relaciones que han podido existir, me vienen a la mente aquellos templetes que casi siempre aparecían en el centro de los aljibes conocidos por “pushkarani” que formaban parte de los grandes templos del Sur de la India, como en el de Ekambareswara del siglo IX, en Kanchipuram o; los más cercanos que remataban la fachada principal del palacio del Maraja en Mysore, que gobernaron en la región desde el siglo XIV. Y los aleros de piedra que protegen las fachadas, me llevan a Tanjore, al templo de Brihadeeswara, de la arquitectura drávica Chola del siglo XI o; a Hampi y su templo de Vítala de principios del siglo XVI, en estos casos, preciosos vuelos de piedra curvada. Y aunque se piense que las abundantes celosías de la arquitectura mogol pudiesen tener sus orígenes en la arquitectura árabe o persa, si visitamos la pequeña población de Hasam Halebid, de nuevo en el Sur de la India veremos maravillosas celosías talladas en piedra en el templo de Hoysaleswara, de la arquitectura Hoysala del siglo XII. Todos estos ejemplos pueden ser considerados antecedentes de la arquitectura india hinduista previa a la mogol y como no, sus fuentes de inspiración.

bóveda de cebolla, iwan, pishtaq y guldastas en Jama Masjid

Pero quizás sea la bóveda uno de los mayores descubrimientos del hombre en su afán de cubrir grandes espacios. Y después de añorarla en la fantástica arquitectura hinduista del Sur de la India donde todas las soluciones espaciales adolecían de la falta de este elemento arquitectónico tan importante y la única que pude contemplar, la que cubría el mausoleo del Sultán de Bijaipur en Karnakata terminada en 1656 tenia de alguna forma el sello mogol. Y es que para ellos la cúpula acebollada o “amrud” es uno de sus elementos más característicos. Cuando son pequeñas aparecen rematando los chatris, en algunos caos son macizas, falsas bóvedas más bien parecen bolas pétreas de helado sobre un tablero horizontal también de piedra. Las de grandes dimensiones son las que dignifican los espacios significativos, se resuelven con doble hoja y, por lo menos en las superficies visibles aparece la piedra, caliza roja o mármol blanco, generalmente con piezas de gran tamaño. En el interior son siempre semiesféricas cubriendo espacios cuadrados u octogonales, resuelven sus apoyos en los muros o arcadas mediante pechinas de múltiples aristas, entiendo que las distintas piezas trabajan a compresión (no lo podría asegurar). La exterior también presenta piezas pétreas de generosas dimensiones, su configuración geométrica es esférica apuntada generalmente rematada con una flor de loto invertida, que además de realzar su altura y que recuerda la influencia hindú, queda coronada por una aguja metálica o “yamur” procedente de la cultura musulmana en la que se ensartaban esferas y a veces se terminaba con una media luna, recordando al tridente, atributo de Siva, éstos eran generalmente de bronce y según dicen fue de oro el que remataba la gran cúpula del Taj Mahal. La bóveda se apoya sobre un “tambor” de menores dimensiones que su diámetro mayor que vuelve a elevarla, no tan exageradas como las características cebollas rizadas de la arquitectura rusa de los zares. El caso es que el despiece exterior parece corresponder a un aplacado sobre una hoja interior de considerable grosor, como después he podido comprobar en la sección del Taj que aparece en la enciclopedia “Historia de la Arquitectura” de Sir Banister Flectcher y que tan amablemente me facilitó el profesor Enrique Nuere. Pero pienso y me pregunto que es imposible que su sección estructural trabaje a compresión, reventaría por el diámetro mayor ¿cual será la estructura soporte interior entre ambas? ¿chapa de cobre, cerchas de madera, ladrillo y un relleno aligerado? ando inmerso en la búsqueda de respuestas constructivas. Quizás hojas de ladrillo interiormente atirantadas con anillos metálicos, quizás algún día lo averigüe. Interiormente destaca la bella decoración que recubre sus superficies, utilizaron pequeñas nervaduras resueltas con tracerías que combinan habilidosamente dibujos realizados por incisiones en la piedra que se colorean sutilmente, generalmente en trazados geométricos, a veces de gran complejidad, también aparecen incrustaciones realizadas con filetes de piedras de otros colores. En otras ocasiones la piedra se revestía con morteros estucados que se decoraban con pinturas.

de la "Historia de la Arquitectura" de Sir Banister Flectcher

Además de la arquitectura, especial importancia tienen los jardines y aunque su vegetación dista mucho de la primitiva, ya que los ingleses los inundaron de praderas de césped, conservan sus trazados primitivos. Me refiero a los Jardines de Mughal construidos siguiendo las pautas del estilo islámico procedente de los turco-mongoles y en los que se aprecian fuertes influencias del jardín persa o Charbagh, que a su vez bebe del simbolismo del Jardín del Paraíso, que pueden considerarse como el prototipo de todos los jardines del mundo. Para aclararnos, enumeraré sus rasgos:

 

(1) Diseño rígido, trazados geométricos y rectilíneos que se formalizan mediante una retícula de caminos y canales, dos pasarelas axiales se cruzan en el centro parcelando y encerrando el territorio en cuatro porciones cuadradas que se subdividen, esta disposición repite el esquema de los cuatro ríos del Jardín bíblico del Edén o del Paraíso. A veces se incorpora un montículo que recuerda a la montaña como centro del universo cosmológico, su cumbre se corona con un chatris o palacete. Este esquema conocido como los “Cuatro Jardines”, se convirtió en una poderosa metáfora para la organización y la domesticación del paisaje y en sí mismo es un símbolo de territorio político.

 

(2) La gran parcela cuadrada o rectangular del jardín queda siempre encerrada por muros que lo protegen del mundo exterior y aportan intimidad a la realeza, sus usuarios.

 

(3) Árboles, algunos para dar sombra, otros para producir frutos (los cipreses simbolizan la muerte y los frutales, la vida), arbustos y flores aportan colorido y perfuman, y la hierba, que atrae animales silvestres, ardillas, pavos reales y aves que aportan rumor y música. Un elemento primordial en estas tierras tan secas será el agua; el conjunto se salpica de fuentes y canales; en los estanques, aljibes y piscinas que se reflejan el cielo y el jardín viven carpas y ánades.

 

No obstante, los mejores ejemplos de este estilo arquitectónico tan importante son los esplendidos edificios funerarios, los Mausoleos de los grandes emperadores mogoles y sus familiares directos, de los que creo interesante aportar una relación, ni mucho menos exhaustiva:

 

1579. Mausoleo del 2º Emperador Mogol Humayun, su esposa Hamida Begum yace en una cámara lateral. Delhi

1613. Mausoleo del 3er Emperador Mogol Akbar. Sikandra (Agra)

1613. Mausoleo de Jodh Bhai, Sikandra (Agra). Esposa de Akbar, su cuerpo yace en una pequeña tumba construida en 1611 en Agra

1622. Mausoleo de Mariam-uz-Zamani madre de Jahangir. Sikandra (Agra)

1627. Mausoleo del 4º Emperador Mogol Jahanguir. Lahore (Pakistán)

1628. Mausoleo de Itmad-ad-Daulah, padre de Nur Jahan esposa de Jahangir. Agra

1631. Taj Mahal, mausoleo de Mumtaz Mahal esposa del emperador 5º emperador Shah Jahan que yace a su lado. Agra

1639. Mausoleo de Chini Ka Rauza, del primer ministro de Shah Jahan. Agra

1645. Mausoleo de Nur Jahan esposa de Jahanguir. Lahore (Pakistán)

 

Y comienzan las visitas.

 

Sobre las diez llegamos a la que se conoce como la mezquita más grande del país, Jama Masjid en clara referencia a la congregación de musulmanes para realizar sus oraciones los viernes de cada semana. Fue construida en un periodo muy corto de tiempo, tan sólo seis años por Shah Jahan en 1650, el año 1060 de la Hégira, en una colina que lleva su nombre, a las afueras del Fuerte Rojo, en Shahjahanabad. Actualmente se divisa el muro del mihrab, en la espalda la gran sala de oraciones, al final de la céntrica y transitada calle de Chawri Bazar. Este imponente edificio religioso que hace gala de una exquisita composición geométrica y que se ordenada según los ejes cardinales, se eleva sobre una plataforma horizontal que remata la colina, ocupando una gran parcela cuadrada de unos 110 metros de lado (coordenadas google earth 28º39’02.53”N – 77º14’00.43”E, elevación 225mts).

Accedimos por la puerta 3, situada al Norte, lo primero que hicimos fue descalzarnos, en el control nos proveyeron de unos paños a los varones para cubrir nuestras piernas y unas largas batas a las mujeres para tapar desde sus hombros a sus rodillas desnudas, aproveché la ocasión para adquirir un topi musulmán para adornar mi cabeza, de una parte les mostraba respeto a estos enigmáticos creyentes y de otra protegía mi calva del sofocante sol y calor.

patio de la mezquita Jama Mashid

Desembarcamos en un hermoso patio de grandes baldosas de caliza roja de generosas dimensiones y flanqueado por edificaciones del mismo color. En el rojo resalta el blanco de la decoración, bandas u otros motivos geométricos realizados en mármol, yeserías y estucos. El centro lo domina un estanque también blanco ligeramente levantado del suelo, queda flanqueado en sus esquinas por cuatro faroles que coronan esbeltas y depuradas columnas talladas en la piedra, lo utilizan los creyentes para realizar las abluciones previas a la oración. En una esquina de la explanada, muchas palomas bajan del cielo a alimentarse atraídas por el abundante grano, al que acompañan algunos recipientes con agua, gran cantidad de milanos que revolotean en el mismo espacio aéreo no precisan descender al grano, otros parecen realizar acrobacias en torno a los minaretes. A este patio, del que dicen que en señaladas ocasiones acoge hasta veinticinco mil fieles, se puede acceder por tres puertas, a Este, Norte o Sur, a su posición elevada se llega por grandes escalinatas que con sus más de cuatrocientos escalones realzan las monumentales portadas, en las que vuelve a dominar el rojo. Están numeradas, la principal es la 2, orientada al Este, nos la encontramos al final de recorrer la calle Meena Bazar, cercana a la puerta de Delhi del Fuerte, y seguro que camino muy transitado antaño. Las otras dos, opuestas y algo menores, se encuentran mucho más integradas en el caserío, orientadas a Sur y Norte están numeradas con el 1 y 3, suponen la focalización de las calles Matya Mahal y Kinari Bazar. Por esta última hemos entrado, el bus nos dejó abajo en el lugar más cercano que pudo. Por fin pude contemplar mi primer “iwan”, coronaba la escalinata como un zigurat, que interesante pieza arquitectónica, mucho más soberbia al natural que como ya las había admirado en tantas fotos y, serán muchas más las que veremos en nuestro viaje.

 

Los primeros paseos los dimos en el patio, nos acercamos a su porche abierto hacia el Fuerte Rojo, dominaba el horizonte claro y luminoso de una calurosa mañana. Justo en la esquina del recinto, en el encuentro ortogonal de las dos galerías perimetrales, lugar que aparece rematado por uno de los abundantes chatris, otras de las piezas claves de esta arquitectura de influencia islámica. Volviendo nuestra mirada hacia el interior del patio, nos arrimamos al grano a observar aquel número tan elevado de palomas, la mayoría son de las que nosotros conocemos como “romanas”.

 

Cruzamos el patio con la intención de visitar el gran espacio de oraciones que se sitúa en su lado Oeste, una gran nave de 60x25metros. En su interior vuelven a resaltar paredes, pilastras y bóvedas rojas adornadas con líneas blancas, que contrastan con un hermoso suelo de mármol blanco en el que unas líneas de piedra negra, dibujan una a una, las casi 900 seudo alfombras para la oración, conocidas como musallas, tapizando la Sala. En la pared ciega exterior, el zócalo blanco parece como si fuese la prolongación del pavimento, en su eje y como no podría ser de otra forma, se sitúa la hornacina del mihrab, alineada con el estanque y la puerta principal, se asoma a La Meca, a más de 3.800 kilómetros al Este. A cada lado hay otra serie de nichos que completan la sala, me detengo en uno de ellos para observar un instante el recogimiento con el que un joven musulmán lee el Corán, tomado prestado de una estantería de madera de una hornacina próxima. Seguimos deambulando y volvemos al patio, no vemos obligados a alejarnos para poder contemplar la fachada en su completa magnitud, incluso salvando el espacio entoldado, unas lonas blancas colocadas sobre unos delgados pilarillos metálicos que cubren del sol a tantas alfombras como caven en este espacio sombreado, en la franja, desde la nave de oraciones hasta el estanque de las abluciones.

 

Nos encontramos frente a la fachada del edificio principal de la mezquita, en sus más de 60 metros destacan los paños de mármol blanco con inscripciones de versos coránicos ejecutados con teselas negras. Se compone de tres módulos, en el centro un gran iwan marca el eje y acceso frontal al mihrab. El pishtaq está flanqueado por dos esbeltas columnas rayadas, coronadas por lo que creo serán grandes faroles, son las “guldastas”, utilizadas con profusión posteriormente en el Taj Mahal. A ambos lados se sitúan dos arcadas poli lobuladas, en total diez vanos que permiten entrar a la nave por una escalinata de unos cuantos de peldaños, que salvan el algo más de un metro sobre el que se eleva la nave con respecto a la plataforma del patio. En la cubierta sobresalen contorneadas por el cielo y los milanos tres cúpulas de cebolla forradas de mármol blanco con rayas radiales, que dicen moradas (no se si será por la suciedad, pero las veo grises). Los extremos quedan rematados por dos altos y magníficos minaretes de más de 40 metros forrados de piedra roja y blanca, las bandas verticales que lo decoran agudizan aún más su esbeltez; se dividen en tres segmentos, en los extremos del tramo intermedio aparece una balconada que sobresale en una moldura, a modo de cáliz, como una flor abierta. El ticket que abonamos por acceder con cámaras incluía el acceso y aprovechamos para subir, tan sólo nos acompañaba Toño. En las primeras revueltas del caracol nos topamos con Ander que ya bajaba por estas estrechas escaleras sin descansillos, únicamente es posible el cruce con garantías coincidiendo con los huecos de algunas de sus pocas ventanas. Ni que decir tiene que las vistas desde lo alto son fantásticas, al fondo entre la calima del mediodía el Fuerte Rojo se empasta con el paisaje.

jóvenes musulmanes en la mezquita

Ya había pasado más de una hora cuando Marco desde de la puerta 3 nos hacia señales como si fuésemos aviones acercándonos a pista. Éramos los últimos en el reagrupamiento y cogimos escaleras abajo en dirección al bus, el que quiso pudo dejar o coger algo de él, mientras, él negociaba con un rickshawallah, el conductor de un ciclo-rickshaw que representaba a un pequeño grupo –quizás fuese por su dominio del ingles–, el importe de la carrera hasta el Fuerte Rojo, cruzando el viejo arrabal de Delhi, el tan afamado Chandni Chowk al Norte de la nueva metrópoli.

 

Este viejo barrio que se crea en el siglo 17 corresponde a la ciudad amurallada de Shahjahanabad. Dicen que su trazado lo realizó Jahan Ara hija de Shah Jahan. Lo estructuró en torno a un gran eje, una gran avenida ceremonial, la actual Chandni Chowk Road, que une el Fuerte Rojo, residencia de su padre, en el extremo Este, con la mezquita construida en 1650 Fatehpuri Masjid, al Oeste. Chandni significa “luz de la luna”, dicen que el nombre es debido a los reflejos del satélite en los canales alimentados del Yamuna que se introducían en el caserío. Además de suministrar agua a la ciudad, la dividían en barrios, conocidos por sus grandes mercados, como el de Khari Baoli, uno de los más importantes, conocido por la gran variedad de sus mercancías. La otra importante avenida de la vieja ciudad coincide con Bahardur Shah Zafar Rd, arranca en la Darwaza Lahori o Puerta de Lahore, al Sur del Fuerte, y en la misma dirección conecta con el recinto amurallado, en el borde del distrito de Daryaganj, justo donde se iniciaba el largo camino hacia la paquistaní Lahore, por aquellos días ciudad del imperio. A ambos lados de estas dos grandes vías históricas se abigarra la ciudad, como cualquier otra musulmana. En sus calles estrechas conocidas como “galis”, se entremezclan las viviendas con multitud de tiendas y mercados, podemos encontrar de todo, desde comidas, ropas, libros, grandes y pequeños electrodomésticos, a artículos para el consumo cotidiano, vemos compradores locales, o llegados desde otras partes de la ciudad, e incluso extranjeros.

la Vieja Delhi hacia 1857

Nuestro viejo ciclo-rickshaw es un triciclo, parecido a un pequeño “charret” al que se le ha sustituido el tiro animal por la parte delantera de una bicicleta, por supuesto, de un único piñón, el asiento es como un pequeño sofá de mimbre que dispone de una capota que nos protege del sol, apenas cabemos dos occidentales entrados en carnes. No obstante, la experiencia ha sido atractiva; por unas escasas 30 rupias (0,46€) nuestro esforzado y enjuto wallah ha recorrido los algo mas de dos kilómetros que callejeamos, desde los alrededores desde la mezquita hasta Chandni Chowk Rd, a la altura del Ayuntamiento, más un último tramo hasta la explanada frente al Fuerte. La zona, aparentemente estaba muy congestionada, incluso más que el resto de la colapsada ciudad. Salteaba peatones que como hormigas aparecían de todas las direcciones; a otros rickshaws, algunos impresionantemente cargados, uno parecía llevar hasta seis colchones; ciclomotores con tres y cuatro ocupantes; incluso tranquilas vacas que deambulaban o simplemente nos miraban balanceando sus mandíbulas, rumiando no se bien que, ya que pasto o hierva no se veía por ninguna parte. A veces se echaba abajo del sillín y tiraba esforzadamente del carricoche y la pesada carga y, aunque disfrutamos del ambiente desde lo alto de nuestra calesa, nos mirábamos un tanto avergonzados de tan cruda escena. No se si fue remordimiento, dignidad o solidaridad, ya que aunque se había abonado la carrera del fondo común del grupo, al precio acordado le añadimos 100 rupias (1,54€) por nuestra cuenta, ¿propina? Con toda la satisfacción del mundo respondió con ese suave balanceo de cabeza y esa dulce mirada tan habitual en este pueblo cuando comprenden un gesto.

 

Antes de que nos dejara frente al Fuerte aún le quedaría por pedalear un último kilómetro por la avenida Chandni, por cierto tan atestada de gente y caótica como todo lo que habíamos dejado atrás. Increíblemente, en estos cuantos metros nos íbamos a ir encontrando sucesivamente con una serie de templos de distintas confesiones, ejemplo sin duda de una singular convivencia. Lamentablemente solo pudimos hacer unas fotos aceleradas y descolocadas de sus exteriores mientras el triciclo avanzaba, la memoria y la información aportan el resto.

 

Con lo primero que nos topamos al salir del callejeo, a la anchura de esta arteria Este-Oeste, fue el viejo Ayuntamiento, en la acera del carril de esta avenida por el que circulábamos y que tiene una extraña mediana que separa ambos sentidos de circulación, una barandilla metálica entre farolas. ¡Que aportar del viejo edificio de la Municipalidad!, fue construido por los británicos en 1866 siguiendo las pautas del estilo victoriano reinante en las Islas; seguramente utilizarían la arenisca roja tan abundante en el lugar, y quizás intencionadamente lo pintaron en ocre y blanco. Su composición estilística, arcos, pilastras, molduras y recercados de huecos, le confieren un marcado aspecto colonial y europeo. Sucio y descuidado, la invasión caótica de vehículos en sus alrededores le confiere un extraño aspecto romántico. Según el historiador anglosajón RV Smith, en el pasado sus instalaciones fueron usadas como biblioteca y museo, actualmente y después de la división de la ciudad en distritos, alberga las oficinas de la Corporación Municipal de Delhi (MCD).

por Chandni Chowk Road

A unos quinientos metros y en la acera opuesta nos cruzamos con la Gurudwara Sis Ganj Sahib, considerada uno de los nueve, históricos y famosos templos sijs de la vieja Delhi. Se construyó en 1783 para conmemorar el martirio del noveno Gurú Teg Bahadur, decapitado por el emperador mogol Aurangzeb en 1675 al negarse a convertirse al Islam. La historia cuenta que antes de que su cuerpo pudiera ser descuartizado y expuesto a la vista del público, fue robado por uno de sus seguidores para cremarlo. La actual estructura que fue construida en 1930, aún conserva la higuera bajo la cual fue decapitado el Gurú y el pozo en el que tomó sus baños mientras estuvo preso. El clima político inestable de esta fascinante ciudad, ha provocado que este lugar siempre haya sido disputado por las comunidades musulmana y sij, siendo alternativamente mezquita o gurudwara.

 

Siguiendo la marcha y otro poco más adelante, en la misma acera del ayuntamiento, nos topamos con la Iglesia Central Baptista, conocida como la más antigua de Delhi y probablemente, el primer templo cristiano del Norte del país. Vuelve a ser un claro exponente de la arquitectura colonial anglosajona. Fue construida en 1814 por la Sociedad Misionera Baptista en unos terrenos que compraron muchos años atrás cerca del Fuerte. En su porche destacan unas gruesas columnas que enmarcan su entrada, leo en la guía que aún conserva su decoración original, en la que destacan unas lápidas en sus paredes, homenaje a sus piadosos fieles.

 

Y ya, cerca del final, vemos los dos últimos templos en la acera de enfrente. El primero uno de los templos shaivitas más importantes del país, el Gauri Shankar, conocido por su lingam marrón sobre una especie de almeja u órgano femenino de plata, está rodeado de varias cobras y chorrea constantemente el líquido de las ofrendas de un cofre de plata colocado sobre él. Dicen que el templo original fue mandado a construir por un soldado Maratha devoto de Siva en el siglo XII. La construcción actual fue totalmente renovada en la década de los sesenta del siglo pasado.

 

El último edificio que encontramos en nuestro recorrido, en la esquina de la avenida de Chandni con Netaji Subas Road y frente a la enorme fortaleza roja, es el templo jainista de Shri Lal Jain Mandir Digambar conocido popularmente como el "Templo Rojo" por el color de sus cúpulas apepinadas bastante visibles. Es el más antiguo y mejor de la ciudad. Fue construido con la abundante arenisca roja de la zona en 1656 por los ricos jaines invitados por el emperador Jahangir, fundador de lo que hoy conocemos como la vieja Delhi y a los que les cedió los terrenos donde se cimentó el templo.

 

Terminamos en la gran explanada frente a la puerta de Lahore del Fuerte Rojo, también conocido por los ingleses “Lal Qila” o fortaleza bendita, transcripción fonética del hindi. Conjuntamente con la tumba de Humayun y el minarete de Qutub son los destinos turísticos obligados y más populares de Delhi, que atraen a miles y miles de visitantes, la mayoría nacionales. Ocupa la superficie más grande de todos los de la ciudad y fue declarado monumento nacional indio en 1913, fecha en la que el gobierno comenzó a hacer grandes esfuerzos para su conservación. Desde 2007es Patrimonio de la Humanidad.

 

La fortaleza ocupa una parcela rectangular de unas 250 hectáreas al Noroeste de la vieja Shahjahanabad. Su frente más ancho hacia el interior de la ciudad amurallada es recto, unos 700 metros de piedra roja estriada en anchas bandas rematado por unas rechonchas y no por eso menos elegantes almenas. En el centro y frente a la gran avenida por la que hemos llegado queda la Puerta de Lahore, el acceso principal, que como no podía ser de otro modo se sitúa en recodo, evidenciando su influencia musulmana. Los muros se achaflanan en las esquinas en el encuentro con los paños perpendiculares, en el de la derecha, al Sur, queda el segundo acceso, la Puerta de Delhi. Esperamos unos minutos a la sombra de unas acacias rodeados por un grupo de mujeres que sonreían al observarnos, hasta que llegó nuestro guía local con las entradas. Cruzamos un pequeño puente, también rojo sobre el foso, pasando a un pequeño patio de armas frente al portón de entrada. Altos y ciegos muros rojos rematados por un cuerpo central con siete pequeños chatris cuadrados de cúpulas blancas, ambos lados dos esbeltas columnas o guldastas coronadas por faroles, como aquellos que enmarcaban el iwan de Jama Mashib, cercanos dos torres octogonales embocando el acceso y sobre éstas, grandes chatris, también octogonales. En la base de todos ellos aparece una cinta almenada. Antes de entrar nos detuvimos frente a un panel de piedra con la situación de todos sus edificios y su procedencia (mogol o británica), Marco y el guía se esforzaban para que les prestásemos atención. Como tirando de un largo hilo desmenuzaban su historia (28º39’21.31”N – 77º14’18.91”E a 219 metros de altitud).

directorio del Fuerte Rojo

Esta inmensa mole roja fue construida en tan solo 10 años, finalizándose en el siglo diecisiete, en 1648. Su foso defensivo en el tramo interior utilizaba las aguas de un delgado brazo del río Yamuna, que a su vez protegía el paño exterior, posteriormente desecado y eliminado para construir la carretera de circunvalación Mahatma Gandhi y, aunque no lo lleguemos a ver, en el extremo Norte del Fuerte y al otro lado de la carretera se encuentra el antiguo Fort Salimgarh, el recinto amurallado que construyó Islam Shah Suri en 1546, personaje que ya mencione más arriba, de la dinastía de los pastunes del Sur, los únicos que consiguieron interrumpir el imperio mogol al expulsar a Humayun y fundar en Delhi su capital. Aunque se interpreta como parte del Fuerte, aparece disgregado de él, como una vacuola, aislado, y nunca mejor dicho, en una franja alargada entre ambos brazos del Yamuna, tal como podemos ver en el plano de Delhi y sus alrededores de 1867. Se construyó un imponente puente rojo de tres ojos entre los dos recintos históricos para salvar las aguas, hoy sustituidas por la caótica autovía de circunvalación. Detrás aparece otro construido por los ingleses para las vías del tren, que penosamente trocea Salimgarh arbitrariamente.

 

Nos avisan de que los edificios reales del Fuerte presentan un alto nivel en cuanto a su arquitectura, ornamentación y jardinería, en su forma, textura y color, síntesis de las artes musulmán y persa, europeas e india, quizás uno de los mejores exponentes del estilo indo-sarraceno. Símbolo del poder y pieza clave del arte mogol durante el dominio del gran emperador Shah Jahan, por supuesto ocupando el centro de la ciudad medieval.

 

Fueron unos minutos en los que se nos ofreció información de agradecer y tras los cuales pasamos al interior. Una larga calle comercial en la dirección principal Norte-Sur cubierta por una bóveda de cañón y modulada con una serie de arcos ojivales, aunque no muy iluminada destacan todos sus paramentos encalados de blanco, recorrida la mitad se cruza un enorme patio octogonal que la divide en dos tramos y en el que contrasta fuertemente la luminosidad del cielo con el recorrido que traíamos. La planta baja esta ocupada por tiendas de artesanías y artículos de regalos enfocados obviamente al turismo. Este centro comercial conocido como Chhattar Bazar divide la fortaleza en dos, el área militar ocupaba la parcela hacia el Oeste, quedando las dependencias reales al Este. Seguimos caminando, ya en el exterior, pasamos al lado de un vetusto pabellón de estilo colonial que en su día fue ocupado por el ejército británico, lo dejamos a la izquierda.

la Casa del Tambor desde el Iwan-i-Am

Al frente vemos el edificio que suponía la puerta del Palacio, rectangular, tres plantas y de piedra roja, aunque su fachada hacia el centro comercial haya sido encalada, es el Naqqar Khana o Casa del Tambor. Según nos contaron, estuvo ricamente decorado con pinturas doradas en el exterior y coloreadas en su interior. Tenía una doble función, de un lado era en lugar utilizado como apeadero por la realeza y personalidades, seguramente en la planta baja dejarían los palanquines de los elefantes que los traían desde el exterior. De otra parte, en las plantas altas se colocaban los músicos, seguramente en la tercera, para que través de las grandes arcadas amenizaran las ceremonias de bienvenida y las que se celebrasen en el patio que preside el Pabellón de las Audiencias, al que llegamos después de bordearlo. La historia de este primer pabellón ha sido muy intensa, aquí fueron asesinados en el siglo dieciocho los “pequeños emperadores” Jahandar Shah y Farrukhsiyar. También ha acogido otros usos muy distintos a los originales, desde jefatura de policía o centro de secundaria, a ser ocupado por indigentes en épocas de abandono, actualmente acoge en las plantas altas el Museo de la Guerra.

 

Continuábamos dirección Norte-Sur, una gran explanada de césped dividida por un camino, al frente, dominando este gran espacio abierto, el pabellón de las Audiencias Públicas, el último lugar al que podían acceder los cortesanos. En todos los palacios mogoles había dos espacios columnados a modo de agoras, donde el emperador recibía a sus súbditos, los “diván”; podían ser públicos o privados, de aquí el significado de sus nombres: am, “común” y jas o khas (pronunciación inglesa), “especial”. De nuevo el guía local nos reunió a todos al llegar al primero de estos edificios, y nos narró con mucho orgullo “otro poquito de su historia”.

 

Este recinto suponía el nuevo palacio real, en la a su vez nueva capital del imperio mogol, que se traslada desde Agra en pos de su engrandecimiento por Shah Jahan. Ya no volvería a cambiar, aquí residirán todos sus sucesores, hasta que en 1857 Bahadur Shah Zafar sea desterrado por los ingleses. A lo largo de los años se han realizado sucesivas intervenciones, desde las menores promovidas por Aurangzeb y sus sucesores a otras de mayor calado que los ingleses ejecutan cuando vencen en la Rebelión de los Cipayos y, destruyen y abandonan los palacios residenciales y construyendo un importante número de pabellones militares, como el que hemos visto al entrar. Con la Independencia de la India en 1947 el Fuerte queda bajo el control de su propio ejército hasta el 2003, año en el que afortunadamente su gestión pasa al Ministerio de Turismo.

 

Ahora era el turno del Diwan-i-Am, una esplendida sala columnada simétrica en sus dos ejes, elevada ligeramente, se accede por tres escaleras en los ejes de sus fachadas. La nave está compuesta por tres vanos con nueve arcos poli lobulados, el central ligeramente mas ancho, sobre columnas de sección octogonal, dobles en los pórticos de fachada, cuádruples en las esquinas y sencillas las interiores, estructura vertical que soporta una cubierta plana, sobre un tablero de piedra. La fachada dispone de un gran alero de piedra en sus bordes, para evitar que las lluvias monzónicas mojasen las hermosas cortinas de seda que protegerían sus huecos. La cubierta queda rematada en su fachada principal con dos elegantes chatris de planta cuadrada. Toda la nave para las audiencias es de caliza roja, incluso el muro ciego de las dependencias auxiliares al que se adosa, cuentan que estuvieron decorados con estucos y dorados y que cumple el papel de frontera en el acceso al sector privado de palacio. Entre ambos se sitúa el conocido como jardín de la Mardana, en el que destaca un gran estanque, ahora seco, con una extraña estructura cúbica blanca. Pero sin duda, uno de los elementos más singulares del diwan es una especie de púlpito, balcón o Jharokha de mármol blanco que se alza sobre una alta tarima, decoradas con flores y pájaros en pietra-dura, al igual que un dosel a modo de bóveda vaída que cubre el famoso trono del pavo real, desde donde el emperador, sentado en sus almohadones y una posición dominante, escuchaba las penas y peticiones de sus súbditos que permanecían en pie, incluso separados por una barandilla de oro. Cuando la asistencia era concurrida ocupaba el jardín delantero que estuvo cerrado como un patio. Lamentablemente el baldaquino y una mesa de mármol o pedestal colocados en su delantera y en el que dicen se colocaba el Primer Ministro faltan, está protegido con una red de cuerdas que no nos lo deja contemplar como quisiéramos.

 

Bordeando el Diwan-i-Am accedemos al área privada del palacio, donde únicamente llegaba la realeza, su personal de confianza e importantes invitados. Es un conjunto de pabellones conocidos como Nahr-i-Behisht, diseñados según los prototipos islámicos a imitación del paraíso que narra el Corán. Es aquí donde el estilo indo-sarraceno propio del arte mogol llega a unas cotas elevadísimas. El “rojo” de la caliza se torna en el “blanco” del mármol y la bella decoración de piedra dura resplandece como bordado en una fina seda. Sobre una plataforma continua ligeramente elevada al borde de la muralla Este que mira al río aparecen la mayor parte de las residencias imperiales y zenanas o cuartos de las mujeres. Todos los pabellones quedan unidos por un canal que se alimenta del Yamuna y que brota desde un surtidor y que escurre por una cascada, por aquel panel de mármol inclinado y festoneado que vimos en el pabellón que custodiaba un soldado sij en el bastión Noreste de la fortaleza, en el Burj Shah. Este canal que une todos los pabellones por sus centros como un cordón umbilical en dirección Norte-Sur, se conoce con el nombre de Nahr-i-Behisht o “Manantial del Paraíso”.

Pabellón donde nace el Nahr-i-Behisht

Al primero que nos acercamos es el situado a eje del camino que traemos, quizás el más grande del grupo. Es la zenana, donde vivía parte del harén imperial la Rang Mahal o Palacio de los Colores, nombre que toma de las pinturas que originalmente decoraban su interior y en el que también destacaban los dorados y mosaicos de espejos de sus techos, que se reflejaban en sus albercas interiores en las que las esposas del emperador y sus amantes disfrutaban de prolongados baños. El edificio, de mármol blanco está decorado enteramente con dibujos florales realizados con piedras semi preciosas. Mediante arcadas se distribuyen alrededor de una gran sala central abierta sus distintas dependencias, en su centro dicen que se hallaba una fuente de marfil sustituida posteriormente por otra de mármol cuyo vaso es muy plano. Las fachadas se resuelven con arcadas, las mayores muy abiertas contrastan con las pequeñas, en sus extremos Norte y Sur, mucho más cerradas. El guía local comentó, dicen que la cubierta plana estaba rematada por almenas doradas, hoy el pretil es liso y cuatro chatris rectangulares que han perdido sus cúpulas rematan sus esquinas.

 

A la derecha, a unos 100 metros hacia el Sur encontramos el último pabellón en esa dirección, otra zenana destinada al harén imperial, la Mumtaz Mahal, también conocido como Palacio de las Joyas. Es una construcción más pequeña y humilde que la anterior, cuenta con seis salas separadas por arcadas y su interior también estaba pintado. Actualmente acoge al museo de arqueología de la ciudad, apenas nos acercamos.

 

Proseguimos a la izquierda del Rang Mahal, a escasos quince metros encontramos el que fuera el palacio privado del emperador o Khas Mahal, una pequeña construcción de unos 20 metros de planta divididas en tres salas: la más cercana al Diván-i-Khas la llaman el Tasbih-Khana o cámara para contar perlas y que el emperador la destinaba para su uso privado; en el centro, el Baithak o la sala de estar y la tercera, cercana a la zenana de las concubinas, el Khwabgah o dormitorio. Separando las salas y sobre el canal del paraíso aparecen unas preciosas celosías con el arco superior cegado y con unos bajos relieves en los que aparecen el sol, la luna, las estrellas, y la balanza de la justicia sobre nubes, todo de mármol blanco, estos elementos se denominan Tosh Khana (será quizás una referencia a los artistas italianos de la Toscana que trajeron la petra-dura). En la fachada hacia el Yamuna de la sala central de este palacio se encuentra adosada una torre semi octogonal llamada Muthamman Burj que se apoya en la base de la muralla y queda rematada por una cúpula. Destaca un balcón que construyó el emperador Akbar II a principios del siglo XIX (fecha datada en uno de sus arcos) desde donde saludaba todos los días cuando se levantaba por la mañana a los allí presentes, la ceremonia era conocida como “darshan”, desde el mismo lugar los reyes británicos Jorge y María se dirigieron al pueblo indio en 1911.

la sala Tasbih-Khana del Palacio del Emperador

Continué sólo, ahora le tocaba al Diwan-i-Khas, la Sala de Audiencia Privada o el Salón del Trono, ya que dicen que en su centro y sobre un estrado de mármol estuvo colocado el verdadero Trono del Pavo Real, tristemente saqueado por el Shah de Persia, actual Irán en 1739. En este pabellón, de menor tamaño que el Am pero decorado con mucho más preciosismo, el Emperador recibía a los altos dignatarios e invitados a su reino. Consta de una gran sala rectangular rodeada de una galería perimetral, los pórticos exteriores son de 5 vanos y los interiores de 3, los que acompañan al central en los laterales por donde cruza el Nahr-i-Behisht son más estrechos. Los arcos poli lobulados se apoyan en pilastras rectangulares de mármol blanco con incrustaciones florales, mientras que en las partes superiores la decoración se realiza con pinturas doradas, también son famosos los versos del poeta sufí del siglo trece Corroes, En los techos destacan los casetones geométricos de madera, también pintados, como todo, a principios del siglo XX. Originalmente la decoración estaba realizada con incrustaciones de oro y plata, robadas por los marathas 1760. La cubierta es plana, está rematada en sus cuatro esquinas por chatris y dispone de un gran vuelo de piedra para proteger los cortinajes.

 

Seguía hacía el Norte cuando me tope con los Baños o Hammam, pabellón de mármol blanco con incrustaciones de motivos florales con piedras multicolores, como los anteriores. Se encontraba cerrado, su fachada como por otra parte parece lógico, es muy opaca. Aportar, que consta de dos dependencias a ambos lados de la entrada, que dicen eran utilizadas por los infantes. En otra, utilizada como vestuarios, cuentan que una tres bañeras se llenaba con agua de rosas, en una última sala central en el lado opuesto a las anteriores hay otra bañera más, todas son de mármol blanco, rectangulares y con sus bordes a nivel de la solería, estos vasos eran llenados con agua caliente para inundar le ambiente de vapor.

puerta de bronce de la Mezquita de la Perla

Tardé poco en bordearla, para a continuación hacer lo mismo con la Moti Masjid o Mezquita de Perla, al Oeste de los baños. Fue construida por Aurangzeb en 1659 para su uso personal y para las damas del harén. Es un pequeño pero elegante edificio de mármol blanco de poco más de 10 metros, por el patio se accede y través de una arcada de tres arcos poli lobulados apuntados sobre pilastras a la Sala de Oración que se divide en tres ámbitos ennoblecidos con cúpulas de cebolla, que resaltan en los bordes de la cubierta y que son acompañadas por multitud de pináculos y guldastas con forma de faroles y flores de loto. Las fachadas son muy opacas, pero en su tratamiento mural destacan unos dibujos de musallas con bandas de mármol, similares a aquellos de la mezquita Jama Mashid, en aquel caso las incrustaciones eran en negro y aquí es blanco sobre blanco; estos muros quedan rematados con un espeso almenado. Al patio se accede por una única y pequeña puerta de dos hojas chapadas en cobre en su fachada Este, cerrada a cal y canto.

 

El tiempo iba concluyendo, era el último y veía como mis compañeros se marchaban, aún me quedaba por lo menos darle un vistazo, aunque fuese rápido a los jardines que divisaba al Norte de la mezquita, el Hayat Bakhsh Bagh o la Vida que otorga el Jardín, el primer ejemplo que podía contemplar de estos. Aunque la jardinería dista mucho de la que fuese original, el trazado se conserva intacto, pese a que los británicos destruyesen un tercio, en una franja al Oeste parar construir cuatro enormes pabellones para el ejército. No obstante, en un vistazo a cualquier foto aérea podemos observar su trazado completo.

 

Ocuparía una parcela de 180x180 metros apoyada en el canal Nahr-i-Bihisht. Se divide en cuatro grandes parterres por dos anchos canales a los que le acompañan dos caminos, uno a cada lado, cruzándose en el centro en un gran estanque de 50x50 metros. Las grandes parcelas se subdividen por caminos secundarios en otros cuatro parterres menores, los cruces de estas sendas se marcan con grupos de árboles bastante grandes. En su diseño se han cuidado los pabellones, siempre construidos sobre tarimas. De sus esquinas se conservan los dos más importantes por formar parte directa del palacio, al Sureste el Hamman y al Noroeste el pabellón-torre Shah-Burj. En el eje central encontramos otros tres, en los extremos Norte y Sur sobre una tarima roja en la que destacan unos murales cuajados de hornacinas para lámparas o velas, sobre ellas se levantan estructuras de mármol blanco, tres bellas arcadas un muro ciego blanco sobre los que se apoya la cubierta plana; son los pabellones conocidos como Sawan y Bhadon. El primero vuelve a destacar un aljibe con nichos para velas en sus paredes interiores, iluminar el agua crearía un efecto, seguro que muy atractivo. En el centro del gran estanque y equidistante a los anteriores, existe un pabellón de piedra roja conocido como Zafar Mahal que por la disposición de sus huecos parecería una edificación hundida, hoy esta seco; dicen que fue construido por Bahadur Shah II hacia 1842 y originalmente estuvo conectado por una pasarela al jardín. Un último pabellón que dejé atrás hace rato es el Hira Mahal, se encuentra sobre el tablamento del canal Nahr-i-Bihisht, focaliza el camino secundario del cuadrante Sureste del jardín.

pabellón Zafar Mahal del jardín Hayat Bakhsh

De pronto sentí esa sensación de estar sólo y en un lugar extraño, las caras no me eran familiares, decidir andar rápido y buscar al resto. Antes debería pasar por el jardín de la Mardana, allí la encontré, entretenida jugueteando con unas florecillas y tomando el sol, descansaba de los excesos del viaje, de un comienzo que no daba tregua, Marco quería recuperar el tiempo perdido en el enlace aéreo. Le apresuré y le conté que éramos los últimos, no tuvimos que andar mucho cuando nos reunimos con el resto del grupo frente a la Casa del Tambor. Todos juntos dejábamos el Fuerte Rojo, salía encantado y lamentaba quizás en poco tiempo del que había dispuesto, posiblemente sea la semilla para que vuelva en otra ocasión.

 

El autobús nos esperaba en el mismo lugar en el que horas antes nos habían dejado los ciclo-rickshaws y aunque emprenderíamos un largo trayecto por carretera hacia Agra, nuestros guías nos anunciaron una última visita, el vehículo nos acercaría hasta el Mausoleo de Gandhi, la visita sería rápida, no tardamos más de media hora, la idea era parar en las afueras de Delhi a almorzar.

 

El Memorial a Mahatma Gandhi se encuentra en lo que fuera la orilla del brazo de río que alimentó a la vieja ciudad de Shahjahanabad (28º38’26.23”N – 77º14’58.25”E altitud 209m). Se entra por la avenida Mahatma Gandhi Road, que discurre por el trazado que tuvo ese estrecho brazo del Yamuna. El monumento se sitúa en el centro de un gran parque trazado como un mughal de más de una docena de hectáreas y en el que destacan sus hermosas praderas de césped ralo de árboles. En el centro de una suave colina en el cruce de las dos grandes avenidas orientadas como ejes cardinales se encuentra excavado un gran patio cuadrado en cuyo centro una gran lápida de granito negro recuerda a Gandhi, sobre ella los visitantes depositan flores, a su lado, un farol con una llama siempre encendida simboliza la vida eterna. El cenotafio negro ocupa el lugar donde fue incinerado el 31 de enero de 1948 Mahatma según la tradición hinduista, en el Raj Ghat, histórico lugar de cremaciones de la vieja Delhi en las orillas del Yamuna, afluente del sagrado Ganges. Un sendero de piedra flanqueado de césped conduce al lugar venerado que alberga el recuerdo, hay que descalzarse en señal de respeto antes de entrar. En la piedra negra se lee el epitafio, “he ram” traducido como “oh dios”, sus últimas palabras antes de morir asesinado. En los últimos años, se ha convertido en una costumbre para los dignatarios extranjeros que visitan la India, rendir homenaje a Gandhi en el Raj Ghat depositando flores sobre la lápida negra.

 

Para salir de la capital teníamos que cruzar Nueva Delhi, aunque, el trayecto en el interior del coche fue suficiente para comprobar las bondades de este moderno urbanismo heredado de la Ilustración europea y que los ingleses de la mano del arquitecto Edwin Lutyens y su equipo planificaron en 1911, cuando el gobierno británico decidió el traslado de la capital de las colonias desde Calcuta a Delhi. Grandes avenidas con medianas ajardinadas, parques de generosas dimensiones algo abandonados, donde el tamaño de su vegetación le confía el carácter de pulmones de esta ciudad contaminada, las edificaciones no tienen demasiada altura y en muchos casos son aisladas. Y aunque en el callejeo únicamente la viésemos al paso desde las ventanillas del autobús, en las muchas vueltas que nos dio en busca de la salida, topamos con la Puerta de la India, en el centro de una gran glorieta hexagonal cuyo tráfico alrededor era intenso y continuo.

 

Proyectada por Lutyens, quien se inspiró en el Arco de Triunfo de París, fue construida con arenisca roja y granito en 1931. Conocida originalmente como Memorial de la India, es el monumento nacional por excelencia. Originalmente, la estatua de Jorge V estaba bajo el arco, fue retirada en 1960 y no se puso nada en su lugar; después de la independencia se convirtió en el lugar en el que se celebra el homenaje al Ejército y al Soldado Desconocido. Es cruzada por parte el boulevard ceremonial de la República. Sus 3,5 kilómetros están flanqueados de grandes praderas de césped, hileras de árboles y estanques, comienza en la Residencia Presidencial y termina en el gran Estadio Nacional. La avenida está considerada el escenario al aire libre más importantes del país, máxime cuando el 26 de enero se celebra el desfile anual del Día de la República, que culmina su recorrido en el Fuerte Rojo.

Memorial a Mahatma Gandhi

Dejando la Puerta atrás, cogemos por una de sus muchas radiales, por la Dr. Zakir Hussain Marg en dirección Sureste, a nuestra derecha vemos las enormes praderas del Club de Golf de Delhi, un poco más adelante y a lo lejos, la Tumba de Humayun. La avenida de Zakir se convierte en la Mathura Rd hasta enlazar con la Autopista Nacional NH2, camino de Agra. Llevamos tan sólo diez kilómetros cuando comienza a acompañarnos la Línea Violeta del Metro de Delhi (en superficie, 7kms y 5 apeaderos), a poco más de un kilómetro realizamos la primera parada, debemos abonar el peaje de la autovía. Discurrimos bastantes minutos cruzando sin solución de continuidad distintas poblaciones de la conocida como la Región Capital Nacional (NCR), hasta que poco a poco vamos dejando atrás su abigarrada área metropolitana.

 

Esperamos a salir de la congestión urbana para almorzar. Paramos en un local, de esos concertados con los que las agencias suelen trapichear con los turistas. Aunque, en honor a la verdad la comida resulto exquisita, pese a que la deliciosa cerveza, la tan ansiada y fría “kingfisher”, resultase bastante cara, preferiblemente “strong” de 8º que la “premium” la más suave y clara, estimada por algunos por sus 5º, siempre sube en exceso la cuenta y eso que me retraigo, porqué con el calor soy, quizás mejor decir, somos insaciables. El local se parecía a una de estas ventas que tanto abundan en nuestras carreteras. Pasamos por un porche a una galería, a la derecha una gran tienda que hace las delicias de las chicas, nadie compró nada, al parecer todo es caro, además nos encontramos en el primer día de viaje, ya habrá tiempo. A la izquierda la cocina, en la oscuridad brillan las llamas que calientan grandes cacerolas, en las paredes cuelgan racimos de especias resecas esperando confeccionar los deliciosos “masalas”, al fondo el comedor. Se juntaron unas mesas y Marco se encarga de gestionar las viandas, las bebidas y los deliciosos chapatis. La charla es distendida y amena, poco a poco nos vamos conociendo, se aportan los datos benignos de nuestras personas, circunstancia que favorecerá esta convivencia periódica de algo menos de un mes. Los fumadores nos agrupamos, circunstancia que comienza a favorecer nuestro trato con Toño y Lidia, una pareja madrileña, entrañable. Mientras nos sirven, las chicas se entretienen ribeteándose los ojos con “khol” negro que una de ellas adquirió a la salida del Fuerte Rojo a un vendedor callejero.

 

Sin darnos cuenta hemos entrado en Uttar Pradesh, literalmente, la “provincia del Norte”, pese a que nos encontremos al Noroeste del país. Linda con otros ocho estados, entre ellos, Delhi al Noroeste, Rajasthan al Oeste, Nepal al Norte, Bihar al Este y Madhya Pradesh al Suroeste. Es una zona de la India que se ha convertido en los últimos tiempos en uno de sus destinos turísticos más importantes, tanto nacional como internacional y, quizás sea el Taj Mahal que visitaremos mañana, el foco de mayor atracción y al que se le une el cada vez más el importante festival de Kumbha Mela. Y es que estos territorios atesoran una densa y dilatada historia, los grandes imperios de la India antigua y medieval, Maurya, Gupta y Rashtrakuta, y como no, los tan presente mogoles, que han dominado estos lugares y los han usado como base en sus expansiones y conquistas. Regado por los ríos más importantes del subcontinente, el Ganges y su principal afluente el Yamuna, han facilitado que la mayor parte de los invasores accedieran por sus llanuras. Nuestros primeros kilómetros los recorreremos cerca del Yamuna, 1.300 kilómetros, desde el Himalaya al Ganges en Allahabad, famosa por acoger la fiesta del Kumba Mela, y que ya lo vimos en Delhi bordear el Fuerte Rojo y en el que mañana disfrutaremos con los reflejos del Taj. Queda a nuestra izquierda según nos aproximamos a Agra y no nos separamos de su curso más de dos o tres kilómetros. Lo detectamos en la lejanía por esa vegetación de ribera que serpentea por un damero de claros oscuros verdes y agrícolas. La travesía es tan lenta que a veces me entretengo ojeando la guía, me resulta obsesivo saber por donde me muevo.

 

Leo que actualmente es el quinto estado más grande y más poblado del país, con 200 millones de habitantes; que tiene más ciudades metropolitanas que cualquier otro, entre ellas, las que visitaremos, Agra, Fatehpur Sikri, Varanasi y Sarnath; que aquí la mayoría de la población habla el urdu, un dialecto del hindi, que destaca el elevado número de hinduistas, un 80% y; que en su literatura, existen gran cantidad de textos procedentes de los Vedas, antigua literatura sánscrita, además de una larga tradición en la literatura popular actual, en los siglos XIX y XX. Abundantes son también sus recursos naturales, a pesar de la rápida deforestación y la caza furtiva, la diversa flora y fauna sobrevive, varias especies de árboles, grandes y pequeños mamíferos, reptiles e insectos encuentran su hábitat en el cinturón de bosques templados de las montañas superiores. En el Ganges, sus afluentes y humedales viven reptiles, anfibios, peces y cangrejos; es conocido por su extensa avifauna, palomas, pavos reales, martín pescador y loros; o los reptiles, como lagartos, cobras, y gaviales. Los bosques tropicales caducifolios secos se encuentran en todos los llanos. También existen gran variedad de plantas medicinales, en la naturaleza o cultivadas.

 

Su progreso económico está en auge, agricultura, servicios telecomunicaciones que crece apoyada en un buen sistema de transportes, tanto de pasajeros como mercancías, con una importante red de carreteras que enlaza perfectamente con los estados limítrofes y otras zonas de la India y una extensa red ferroviaria y hasta seis aeropuertos, dos de ellos, Lucknow y Varanasi internacionales. La educación se gestiona tanto desde los entes públicos como privados. El hindi es el medio de instrucción en la mayoría de las escuelas. El estado dispone de más de 30 universidades, varios institutos politécnicos, escuelas de ingeniería e institutos de formación industrial. Por último, indicar que la zona es lamentablemente blanco preferido por muchos de los grupos terroristas que se encuentran apoyados por organizaciones de Pakistán. En los últimos años ha habido una serie de ataques y atentados que incluyen explosiones en lugares santos, tribunales y templos en las que se llevan contabilizados cientos de muertes.

 

La lectura la comparto con la observación de lo que ocurre en el exterior. Actualmente casi todas las parcelas de cultivo están, o bien con las cosechas principalmente de cereal recién cogidas, o en barbecho. La apariencia es de descuido, aparecen hierbas en los bordes de los paños arados, en algunos casos ya hace tiempo, quizás desde antes de los monzones. En la lejanía diviso vacas y búfalos de agua doméstico, trasiegan en reatas de un lado para otro, acompañados por figuras humanas, acercados a esos pastos que crecen en los bordes de caminos y padrones. La llanura es considerable y se divisa perfectamente el loteo de parcelas, estimo que no éstas no son de más de una hectárea, afortunadamente se encuentra bastante repartida la propiedad, o por lo menos eso creo. En algunas aún no se ha recogido la cosecha, según nos cuenta nuestro conductor es un cereal del que no sabe darnos razón de su nombre en inglés, pero que si nos cuenta que lo utilizan para aceite, quien sabe que será; en otras si distingo, sorgo y colza, en general la mayoría son cereales cuyo pasto lo utilizan de comida para el ganado, y no podrá ser de otra forma ya que no diviso en la extensa llanura humedales; se encuentra salpicada de arbolado, lo que apoya la vinculación del ganado a estas tierras. La realidad es que información de estos asuntos me ofrecen poca y eso que pregunto a los guías, a Marco y al local que lo acompaña, a veces dan respuestas confusas en las que se adivina improvisación.

 

Las construcciones se aproximan a la carretera, la salpican como las hojas a las ramas, en ocasiones son las “dabhas” aglomeraciones de puestecillos que apoyan al denso tráfico, a los muchos camiones con mercancías de todo tipo. En estos tenderetes te sirven té chai, lassi o yogur liquido frió, ladoo o bolitas dulces de legumbres y sémola y dosas masala, un tipo de crepé relleno de verduras y otras muchas cositas de comer que poco se de ellas. En otros puestecillos venden fruta, o mercancías propias de droguerías, mercerías o kioscos. Todo este espacio lineal se ocupa intermitentemente con humildes casitas, a veces talleres para vehículos agrícolas, motos y bicicletas. Un micro mundo abigarrado y bullicioso, en el que gentes de todas las edades y sexos van de un lado para otro, atareadas, pero que siempre se detienen a nuestro paso, para observarnos y regalarnos esas dulces miradas y esos intrigantes balanceos de cabeza, y aunque a veces te alarguen la mano para pedir unas rupias, nunca responden con un mal gesto y, cuando nos montamos en nuestro vehículo, nos miramos y sin saber quien es el primero, siempre nos intercambiamos un saludo agitando nuestras palmas y brazos, es una extraña sensación, que posiblemente me inquiete más de lo ellos puedan llegar a suponer.

la “dabha” verdadera “área de servicio” en la carretera

Pasamos cerca, cruzamos o bordeamos pequeñas poblaciones de humildes casas, generalmente bajas, de una o dos plantas, las más cercanas suelen estar dedicadas al comercio, mucho polvo y tierra es la unión de la cinta de asfalto por la que discurrimos y esas casas amontonadas que se acercan a la carretera como medio de subsistencia son: Sikri, Prithala, Baghola, Palwal, Bamnikhera, Aurangabad, Banchari, Hodal, Chhata, Chaumuhan, Chhatikara o Farah Town, hasta cerca de Agra no encontramos una población mayor, Mathara. Lástima que al pasar por Bajrang Nagar a la entrada de nuestro destino, no nos parásemos a ver el Mausoleo del Gran Emperador Mogol Akbar. Generalmente en las salidas se encuentran las gasolineras, pequeñas y medianas industrias que ocupan a mano de obra local, estaciones eléctricas, manufacturas de la piedra, a veces aparecen colegios y escuelas que se asientan quizás demasiado lejos buscando posiblemente suelos baratos. Como en tantos otros recorridos por estos fascinantes países asiáticos, la ventanilla del bus se convierten en un envidiable cinexin, cuando miro hacia dentro unos duermen otros miran, algunos charlan o leen.

 

 

AGRA

 

Marco comenta que en no más de media hora llegaremos a nuestro hotel, aprovecho para volver a leer algo sobre la ciudad a la que llegaremos, la poca claridad del exterior incluso me invita a hacerlo. Y es que Agra pasa por ser la ciudad más poblada del estado de Uttar Pradesh (UP) del que se sitúa al Norte, aunque su núcleo urbano no tenga nada más que 50 mil habitantes, su aglomeración metropolitana alcanza los tres millones y medio. La mayoría de su población de la que fuera antigua capital del Indostán es hinduista, algunos musulmanes y menos jainistas.

 

En los textos se la nombra como “la frontera de la selva”, su moderna fundación en 1475 se debe al rey rajput Raja Singh quien busca la proximidad del río, posteriormente adquiere importancia como capital de la dinastía Lodhi hasta que fuese conquistada por Babur en1526, quien establece aquí la primera capital del gran imperio mogol, continuada por sus sucesores Humayun y Akbar, este último la llama Akbarabar, aquí también continúan sus sucesores Jahangir y Shah Jahan, hasta 1649, que traslada definitivamente la capital a Delhi. Su sucesor Aurangzeb, el sexto y último gran emperador fue coronado en Delhi en 1658. Durante este periodo, 1526-1649 desde mediados de los 16 a 17, el esplendor de la Agra fue siempre en aumento, lo que supuso una febril actividad en la construcción de edificios mogoles de gran calidad, definiéndose definitivamente el estilo indo-sarraceno. Excelentes ejemplos son: el primer y más antiguo jardín mughal de la India, el Ram Bagh (27º05’54.41”N – 77º39’45.23”E) construido por Babur en 1528, quien también promueve en 1530 el Mehtab Bagh o “Jardín de luz de la luna” (27º10’48.13”N – 78º02’31.34”E), ambos al borde del Yamuna. Simétrico y en la orilla opuesta en 1631, Shah Jahan levantaría el Taj Mahal (27º10’23.33”N – 78º02’31.60”E). Akbar edificó las murallas del Fuerte Rojo conocido como Fuerte de Agra (27º10’42.29”N – 78º01’22.90”E) para diferenciarlo del de Delhi, en su interior Jahangir, su hijo proyectó varios jardines. En las afueras, al Noroeste de Agra está la Tumba de Akbar (27º13’13.91”N – 77º57’01.33”E) rodeada de unos excelentes jardines mughal, fue terminada por su hijo Jahangir en 1613 y en sus piedras rojas y blancas destacan los grabados de los 99 nombres de Alá. Muy cerca, en la misma carretera a Delhi NH2 se encuentra el pequeño mausoleo de Mariam-uz-Zamani conocida como Jodh Bhai, (27º12’55.01”N – 77º56’33.69”E), la madre de Jahangir y esposa de Akbar. El cuerpo de ésta yace en una pequeña tumba construida en 1611 en Agra (27º10’00.76”N – 77º58’59.40”E). Al Este y a orillas del río encontramos los mausoleos de Itmad-Ud-Daulah (27º11’34.37”N – 78º01’51.59”E), mandado a construir por la esposa de Jahangir, Nur Jahan, para su padre y, la de Chini Ka Rauza (27º12’03.20”N – 78º02’03.58”E), del primer ministro de Shah Jahan, en la que destacan incrustaciones de piezas cerámicas vidriadas azules en su cúpula. Por último, muy cerca de la puerta Oeste del Fuerte encontraremos la gran mezquita Jama Masjid (27º10’55.33”N – 78º00’58.52”E) construida 1648 es atribuida a la hija de Shah Jahan, singular por la ausencia de minaretes y por las tres cúpulas rayadas de Sala de Oraciones. Muchos lugares interesantes que me incitan ya a una próxima visita, ya que las visitas al Taj Mahal y al Fuerte Rojo, indudablemente saben a poco.

todos vienen a Agra a ver el Taj Mahall

Pero la vida en Agra continuó después de los mogoles, primero fueron los Jats, después los Rajputs y los Sindhia hasta la llegada de los británicos que establecen aquí la capital de la colonia hasta principios del diecinueve. A mediados de siglo se inicia una época convulsa con la sublevación de los indios, siendo conocida la ciudad por los sangrientos combates en el Fuerte, fue la Rebelión de los Cipayos de 1857, los nativos terminaron siendo dominados, lo que aseguró el gobierno británico hasta en 1947 fecha en que la India consiguió la independencia.

 

La importancia de su patrimonio histórico, de los numerosos y espléndidos edificios de la época mogol que he enumerado antes, han favorecido una inmejorable industria turística, con millones de visitantes, que a su vez ha impulsado otros motores de la economía, como son: la artesanía, las telas, alfombras, trabajos en piel y objetos realizados con la técnica de piedra dura, todos introducidos por los mogoles. Por supuesto el crecimiento del sector servicios, habrá que atender a tanto visitante. Pero no todo es historia y monumentos. También son importantes la agricultura y sus muchas industrias, ayuda el transporte, bulliciosos trenes que la unen todos los días con Nueva Delhi, Mumbai, Chennai y muchas otras grandes ciudades indias. Y la moderna autopista NH2 que la conecta con Delhi, a Jaipur llegaremos por la carretera Nacional 11, a Gwalior por la Nacional 3 también conocida como la carretera Agra-Mumbai y a Lucknow por la NH2. En la ciudad, para movernos podemos utilizar el buen servicio de los autobuses urbanos, los taxis y como no las bicis y los auto rickshaws. Por último, no quisiera desaprovechar la oportunidad desde este humilde foro para denunciar la intensa contaminación atmosférica que sufre la ciudad y que tan desfavorablemente amenaza a su enorme patrimonio. La gran cantidad de aguas residuales que desembocan en el Yamuna la sitúan como una de las ciudades más contaminadas de la India, baste contemplar la tremenda fotografía y excelente documento, obtenido por nuestro compañero Toño (realizar un zoom no es aconsejable para personas sensibles, bueno eso me han argumentado algunos).

contaminación en las aguas del Yamuna, foto Toño Gómez Montero

Los algo más de 200 kilómetros los hemos recorrido en unas cuatro horas, saldríamos sobre la 13:00 y ya es de noche cuando realizamos el check-in en el Hotel Clarks Shiraz a las 18:00, hora en la que anochece. Decimos no cenar y aprovechar al máximo la cama, toca descansar del largo viaje, del cambio de hora y de la ajetreada Delhi. Mañana habrá madrugón, dicen que veremos amanecer en el Taj Mahal, sin apenas turismo, una oportunidad única, la obra arquitectónica más conocida de la India.

 

El madrugón ha sido brutal, es por eso de las vacaciones, menos mal que anoche nos fuimos a dormir rápido. Son las cinco de la mañana y noche cerrada, gracias a las gestiones de Marco en el Clarks han hecho una excepción y nos han preparado un buen desayuno que ha tenido que ser engullido rápidamente, siempre atentos al reloj. Cargábamos todos nuestros bártulos en el autobús, cuando ya se percibe una laja de claridad hacía el Este, por encima de las casas, en los poco más de tres kilómetros que nos separan de nuestro destino tan esperado y solicitado en este viaje. El trayecto por la abigarrada Agra me ha sido suficiente para repasar unas primeras notas, en lo que todos parecen coincidir es en la definición del Taj Mahal como el gran mausoleo del amor. Construido entero en mármol blanco por el emperador Shah Jahan para Mumtaz Mahal, su tercera esposa, que muere al nacer su 14avo hijo en 1631 y de la que dicen la amaba terriblemente, motivo más que suficiente para apoyar tal afirmación, tal como queda reflejado este breve poema:

 

En caso de solicitar asilo culpable aquí,

Al igual que un indulto, libera del pecado.

Si un pecador hace su camino a la mansión.

Todos sus últimos pecados han de ser lavados.

La vista de esta mansión crea suspiros afligidos;

Y el sol y la luna derramaban lágrimas de sus ojos.

En este mundo, este edificio se ha hecho;

Para mostrar lo que la gloria del creador.

Shah Jahan y la bella Mumtaz Mahal

Está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1983 y considerado como la obra maestra del arte mogol, una de las más bellas de la arquitectura universal. Vuelven todos a coincidir en que supone un hito en la definición del estilo indo sarraceno, consumando con admiración la fusión entre los estilos, persa, hindú y europeos, evolucionando definitivamente del rojo al blanco. Los estudiosos consideran que tipológicamente su origen podría encontrarse en el mausoleo de Tamerlán en Samarcanda, de origen persa y referente de la arquitectura islámica en el Asia Central y la sepultura de Itmad-Ud-Daulah, el abuelo de Mumtaz terminada unos años antes conocida el pequeño Taj, su precedente. Se construyó en 20 años, desde 1632 a 1653 y la autoría de su diseño se le otorga al equipo de arquitectos dirigido por Ustad Ahmad Lahauri. (27º10’30.22N – 78º02’31.57”, elevación 167mts).

 

Según he podido consultar en el plano de J. Lehnman que traigo y que saque del número “Jardines 1” de la vieja revista de arquitectura “Secuencias” de mi oficina, el complejo ocupa una gran parcela rectangular de orientación N-S, con 300 metros de ancha y 560 de larga, situada al Sur de la antigua ciudad amurallada y apoyada en la orilla del Yamuna al Norte. Sus de más de 16 hectáreas se dividen en tres sectores: al Sur un gran patio y jardín de acceso desde la ciudad, ocupa un 30% de su superficie; a continuación la puerta principal de entrada o “darwaza” que da paso a los jardines Mahal Charbagh, ocupa la mitad de la parcela, 300 x 300 metros y, al fondo y sobre un imponente pedestal rectangular de 115metros de ancho, el mausoleo blanco flanqueado por la mezquita al Oeste y unos alojamientos o jawab en el extremo opuesto, que supondrá el 20% restante.

plano de Lehnman

El autobús nos dejo a unos 250 metros de la entrada, hasta el control de acceso anduvimos rodeado de multitud de vendedores que nos ofrecían, postales, catálogos, figurillas de piedra-dura, baterías, tarjetas de cámaras y muchos otros artículos. Ya clareaba cuando nos incorporamos a una cola bastante concurrida y en la que tuvimos que esperar hasta la apertura de las puertas cuando era ya de día. Aquella promesa de que veríamos amanecer el Taj Mahal se había esfumado de pronto al comprobar en un cartel los horarios de visitas, desde las 6:00 de la mañana a las 7:00 de la tarde, menos los viernes en que únicamente esta abierto para el culto en su mezquita, lo mismo imagino que ocurrirá en el mes del ramadán, después de todo, menos mal que hoy es sábado. Cuando el guía local Suraj Shivhare nos informó de las condiciones de acceso −sólo se permiten botellas de agua de plástico, pequeñas cámaras de fotos y vídeo, móviles y pequeños bolsos femeninos, fuera todo tipo de mochilas− nos comento inocentemente que las visitas permitidas en las noches de la luna llena son preciosas, pues habrá que venir otra vez, seguro que si le contesté.

 

Accedimos en tropel, como queriendo ser los primeros en llegar y quizás no tener a nadie en el campo visual del precioso mausoleo, por supuesto, no fue ni mucho menos así. Nos paramos frente a la “darwaza”, esta puerta monumental es un edifico de piedra rojo con bastante decoración geométrica de listas de mármol blanco sobre rojo, dibujos florales y caligrafía en piedra-dura, reminiscencia de la arquitectura mogol de los primeros emperadores. Tiene dos potentes plantas, con cuatro grandes iwan, los coincidentes con el eje longitudinal son coronados por once pequeños chatris adosados y alineados unos a otros de planta cuadrada, queda rematada la portada a cada lado con dos esbeltas guldastas de franjas rojas y blancas, con la misma y máxima altura que los cuatro chatris que coronan las cuatro torres octogonales rojas, decoradas con filetes cuadrados blancos que aparecen en sus esquinas. De pronto se nos acercan nativos solicitando hacernos fotos, en grupo o por parejas, cuando a duras penas atendíamos a las explicaciones de Suraj, que orgulloso nos relataba lo mucho que se ha escrito, libros que recogen infinidad de detalles de las condiciones excepcionales de su construcción, los materiales, elementos auxiliares, técnicos, especialistas y albañiles que participaron en levantar tan esplendida obra. Nos informó sobre la principal piedra, el mármol blanco, que vino desde el Rajastán, las piedras preciosas y semi-preciosas, del Tíbet y Punjab en India, de Sri Lanka, China, Arabia o Afganistán, no se cansaba de aportar datos y datos, que relataba absolutamente de carretilla. Ahora le tocaba a los obreros, veinte mil procedentes del Norte del país, los que tallaban la piedra, principalmente indios y persas y que en tan sólo 12 años se ejecutó el mausoleo completo, las edificaciones restantes y cerramientos en otros 10 años más. Pero cada vez llegaban más y más visitantes, la situación era complicada, así que decidimos recorrer los jardines y acercarnos al mausoleo, Marco nos citaba para dentro de una hora y media, nuevamente poco tiempo.

Darwaza entrada al Taj Mahal

Decidimos marchar solos para disfrutar del majestuoso trazado del jardín principal, o al menos recorrer el camino principal que surca sus 9 hectáreas de Norte a Sur. Se trata de un clásico charbagh o jardín mogol, dividido en cuatro parterres que se subdividen en otros cuatro y que seguro, en su día estarían repletos de árboles frutales, arbustos de flores y plantas medicinales y que desgraciadamente aquel hortera virrey británico, que a finales del siglo diecinueve restauró el mausoleo, bastante deteriorado por los conflictos bélicos, tuvo la nefasta idea de cubrirlo con praderas de césped tan del gusto inglés; a él también se le adjudica la colocación de una gran lámpara en el interior de la cámara funeraria sobre los sarcófagos que aún se conserva. El camino pavimentado está ligeramente elevado, en el centro hay un estanque lineal jalonado de surtidores que se cruza con el otro camino ortogonal en una gran piscina de mármol blanco cuadrada de 12 x 12m conocida por “Hawd al-Kawthar” a imagen del prometido “tanque de la Abundancia” del profeta. Es el punto más alto de todo el jardín, pude subirme en su ancho borde perimetral blanco por una de las cuatro escaleras situadas en el centro de sus lados. Todos queríamos capturar el reflejo del bello mausoleo en su lámina de agua, pero es imposible que no aparezca nadie, cientos de visitantes deambulan de un lado a otro haciendo miles de fotos. El otro camino, muy poco transitado es de igual porte y une dos puertas al Este y Oeste de un alto muro que encierra el conjunto.

 

Los guías y las “guías” nos dicen que este jardín es distinto a la mayoría de los charbaghs, porque aunque sea también cuadrado, en el tipo están presididos por una tumba o pabellón principal en su centro, se repite el esquema del jardín persa del paraíso y así será el que nos espera al final del viaje, el jardín de la tumba de Humayun. Quizás sea mi particular aportación, pero entiendo que los mogoles desarrollaron también un segundo modelo lineal, en él que las terrazas y pabellones o “diwan” se suceden escalonados, buenos ejemplos los encontramos en los jardines mogoles de Cachemira, baste observar los de Nishat Bagh y Shalimar en Srinagar. Personalmente interpreto el jardín del Taj como una fusión muy acertada de ambas tipologías. Otra opinión distinta es la que aporta el Servicio de Arqueología Nacional; cuando al final del siglo pasado se pone al descubierto el trazado del Mahtab Bagh o “Jardín de la Luna” al otro lado del Yamuna, justifica la posición de ambos, simétricos, como una única composición y al río perteneciente al Paraíso. Desmiente la antigua tradición que durante mucho tiempo sostuvo que Shah Jahan quiso construir un mausoleo negro en la otra orilla del río, pero su hijo Aurangzeb lo destituyó antes de que pudiese concluirlo, se pensaba que las ruinas eran sus restos.

restos del Jardín de la Luna al otro lado del Yamuna

Después de un buen rato, decidí acercarme al mausoleo, a medida que avanzaba se iba alzando ante mi mirada el gran iwan, poco a poco iba desapareciendo su base ocultada por el gran zócalo blanco de su enorme plataforma de 100 x 100 metros, que se eleva más de cuatro metros sobre el jardín y que queda flanqueada por cuatro altos minaretes de 40 metros de altura que parecen definir la parcela real. Las cuatro torres cilíndricas, ligeramente troncocónicas, se dividen en tres tramos iguales por dos balconadas, el remate superior es un chatri, homónimos a los que encontramos en el edificio principal. Apenas se nota, pero presentan una leve inclinación hacia el exterior, pienso que es una sutileza compositiva para corregir el efecto óptico de la perspectiva y realzar aún más si cabe, la absoluta simetría, el argumento generalmente esgrimido por otros, se debe a que si cayeran por efecto de un terremoto, que sea hacia afuera.

 

Por una escalera de un único tramo y oculta en el propio basamento desembocamos en la plataforma superior donde es imposible no quedar boquiabierto al contemplar la gran tumba blanca, con su apabullante y absoluta simetría, donde el majestuoso iwan coronado por la gran cebolla y la aguja que la remata, colocada sobre una flor de loto invertida, se recorta el azul de limpio cielo del día de hoy y, dicen que la original era de oro.

 

Contrasto el dibujo de Lehnman con el recorrido. La planta que se inscribe en un cuadrado de 55 metros, presenta un desarrollo caleidoscópico. Los cuatro iwans marcan los ejes cartesianos, tres están cerradas por celosías o “yalis” sólo la que da al jardín, al sur, es accesible. En el centro se encuentra la gran cámara principal octogonal en la que se haya los dos falsos sarcófagos, de Mumtaz y Shah Jahan, las tumbas con los restos están en el piso inferior, flanqueada por otras cuatro cámaras menores en sus diagonales que dan fachada a los lados achaflanados del octógono irregular. En cada uno de estos un pishtaq enorme enmarca el iwan, unificando el orden doble de las dos plantas que claramente evidencian los balcones siempre cerrados por elaborados yalis, que aparecen en cada módulo y planta. Este recurso compositivo se utiliza en todo el desarrollo de la fachada, incluso en sus esquinas. En los vértices, en los encuentros de los distintos planos de las fachadas aparecen las “guldastas”, esbeltas columnas rematadas por flores de lotos abiertas que persiguen, como no, acentuar la verticalidad. No obstante, el elemento más llamativo es el “amrud”, la gran cúpula acebollada de 35 metros de mármol blanco que se alza sobre un tambor de 7 metros para acentuar aún más su esbeltez, corona majestuosa no solo la sala principal del Mausoleo, sino todo él. Dicen que el “yamur”, la aguja sobre la flor de loto que la corona era de oro y que fue sustituida por la actual de bronce en el siglo diecinueve por miedo a ser robada, ensarta tres bolas y una media luna islámica en el extremo final que la asemeja al tridente, tributo de Siva. Esta cúpula se enmarca con otras cuatro más pequeñas sobre sendos chatris también octogonales que proporcionan luz al conjunto.

el gran Iwan, la bóveda y el tridente de Siva, foto Toño Gómez Montero

En la sala central aparece un corralito a modo de biombo octogonal de unos dos metros de altura ejecutado con delicados yalis en mármol blanco, en su interior, los dos sepulcros, a los que confiere una inusitada intimidad, ambos se elevan en sendos pedestales de 1,5 x 2,5 x 0,5 metros orientados hacia a la Meca, Mumtaz se sitúa en el centro y a su lado, hacia occidente y un poco más alto está Shah Jahan, el único elemento de todo el complejo que viola la rigurosa simetría, aunque como ya comenté antes los verdaderos restos se encuentran en una cripta en la planta inferior y sólo se pueden visitar en contadas ocasiones. En toda esta cámara el trabajo en piedra dura es muy refinado, utilizándose en las incrustaciones piedras semipreciosas de gran calidad. Las tapas de los sarcófagos contienen escrituras relativas a sus personajes.

 

La decoración mural de los paramentos blancos es extraordinariamente delicada, quizás de las mejores del estilo mogol, pequeños bajos relieves florales, dibujos geométricos con filetes de piedra o con pintura en surcos practicados en su superficie en la técnica de tracería, en los paños altos aparece la pintura aplicada sobre estucados de cal, en menor medida también se usan azulejos en pequeñas teselas. En todos los casos siguiendo los preceptos coránicos no aparecen figuras humanas, abundan los motivos florales (ramos, vides, flores y frutas), geométricos y caligráficos (versículos del Corán) con una complejidad considerable.

 

A veces es difícil saber cuando se ha disfrutado de la visita, ahora me doy cuenta de que estuve muy poco tiempo, pero lo cierto es que salí satisfecho, me acerqué al borde Norte y estuve mirando el Yamuna y sus arenosas orillas, a lo lejos se veía el trazado del Mahtab Bagh muy difuminado y una única torre roja oscura, octogonal, de dos cuerpos y rematada por un solitario chatri. Al asomarme a las caras Este y Oeste observe que al pie del basamento había dos plazas y en sus fondos, edificios idénticos de piedra arenisca roja, que apoyados en el cerramiento miran al mausoleo, la única diferencia era la piscina para abluciones en el centro de la situada a accidente, entre el Taj y la Mezquita, que por cierto se encontraba cerrada. La construcción simétrica es un “Jawab”, en este caso abierto, Suraj nos dijo que posiblemente fuera una casa de huéspedes, extraño uso me parece. También nos comentó que para estas construcciones se procedió a estabilizar unas tres hectáreas de la ribera, de la que se eliminaron sus lodos y se rellenó con tierra y escombros para la mejora de los cimientos y evitar las filtraciones ascendentes del río. Decidí bajar y darle un vistazo rápido, ya que la hora del reencuentro se acercaba. Entré en una gran nave subdivida en tres espacios, muy parecidos a las salas de oraciones, sobre cada uno de estos una bóveda roja por dentro y una cúpula de cebolla blanca en la cubierta. Cruce por el iwan central cuyo pishtaq que avanza ligeramente sobre el plano de la fachada aparece decorado con dibujos geométricos y caligrafía en negro sobre blanco, los dos cuerpos laterales ligeramente retranqueados se ordenan con huecos en dos plantas, enlazados por una galería perimetral. Los tres accesos se marcan con esbeltas guldastas que en las cuatro esquinas se convierten en torres octogonales coronadas por supuesto con chatris. A ambos lados del edificio y enlazados por una pequeña arcada aparecen dos pabellones octogonales de dos plantas, la baja de mayor planta se cierra con muros, la superior, abierta es coronada por un chatri, es muy parecida a la que queda en el Mahtab Bagh. He leído que las diferencias apenas apreciables entre la mezquita y el Jawad existen, obviamente en el primero aparece el mihrab y el pavimento de las salas de oración aparecen los dibujos de alfombras contorneados con mármol negro, las musallas, mientras que en el edificio opuesto es un trazado geométrico también con líneas negras.

el Taj desde la Jawad, foto Toño Gómez Montero

Caminaba hacia la salida sin poder evitar girarme una y otra vez para ver tan afamada maravilla, cruce por un lateral de los jardines, detrás me percaté que venia Ander, alegrándome de no ser el último. Recogimos a Francisca que disfrutaba observando el bullicioso deambular de tanta gente, me enseñó fotos que le habían hecho en el Hawd al-Kawthar en los puntos clave conocidos por los locales. Juntos llegamos a la Darwaza donde ya esperaba el grueso del grupo, las expresiones de sus rostros indicaban satisfacción, ya no importaba para nada el madrugón. Serían las diez cuando Marco dijo que tendríamos tiempo más que suficiente para ver el Fuerte Rojo, había pensado continuar para Faterpur Sikri pero el guía local lo convenció.

 

El autobús nos esperaba en el mismo sitio, desde allí cerca de la puerta oriental del Taj hasta el Fuerte tardaríamos unos veinte minutos, fueron esos escasos cinco kilómetros lo poco que callejeamos por Agra, así que poco o casi nada puedo decir de la ciudad, quizás que su aspecto me resulto muy parecido a Delhi. Ya desde el bus y a medida que nos acercábamos a esta fortaleza ejemplo típico de la arquitectura mogol, divisábamos su excelente y bien conservada muralla roja, almenada y de doble paño, en el más alto, de unos veinte metros aprecio multitud matacanes y troneras, el aspecto es bastante parecido a las del fuerte de Delhi pero sin su rigurosa geometría, aquí los paños se van quebrando por un buen número de bastiones cilíndricos hasta formar la media luna que parece contener a la vieja ciudad. Al bajarnos contemplamos la bella sillería de piedra caliza roja con que está ejecutada. Al pie discurre un foso defensivo que ahora está seco y, un poco más retirado un estrecho brazo del Yamuna. Este paño curvo de muralla se cierra por otro recto de unos 750 metros orientado al Este que presenta fachada a los arenales del meandro del río, entre ambos encierran unas 38 hectáreas de superficie.

 

Accedimos por la Puerta de Lahore, también conocida como “de Amar Singh” que se sitúa en el encuentro Sur de los dos paños de la media luna y es el acceso exclusivo de los visitantes. Aunque fue un poco más adelante cuado Suraj nos reunió para darnos unas pinceladas de la historia del recinto, creo que será lo más conveniente comentarlas ahora.

 

Con una historia muy dilatada en el tiempo, las primeras noticias de esta magnifica fortaleza se remontan al 1080 cuando capturó la ciudad una fuerza Ghaznavide. El primer recinto estuvo bajo el dominio de la dinastía Lodi desde el siglo XV hasta la batalla de Panipat en 1526. Fue conquistada por Babur, y posteriormente coronado en 1530 su hijo Humanyun, que como recordamos fue expulsado por los Suri en 1540 para ser recuperada en el año 1556 por el emperador Akbar. Tres fueron los grandes emperadores que modelaron el actual complejo, Akbar, su hijo Jahangir y su sucesor Shah Jahan quien gobernó hasta 1658 y murió en la torre de Musamman Burj cautivo de su hijo y sucesor Aurangzeb que ya no vivió en el Fuerte. Con la decadencia del imperio mogol, a principios de siglo diecisiete el Fuerte pasa a manos de la casta guerrera hindú de los Maratha, a éstos se lo arrebataron los británicos a principios del diecinueve, siendo en 1857 el escenario de una de las batalla de la rebelión de los Cypayos que puso fin al dominio de la Compañía de las Indias Orientales. Pero los indígenas duraron poco, derrotados nuevamente por el ejercito británico hasta la Independencia del país en 1947.

 

En lo que respecta al monumento fue Shah Jahan el que le dio su aspecto definitivo. A diferencia de sus predecesores construyó todos los edificios en mármol blanco, como en el Taj Mahal, la decoración se realizo con incrustaciones de oro y piedras preciosas semi preciosas, llegando a derribar gran parte de las edificaciones anteriores rojas realizadas por sus antecesores. Y aunque se conservan las mejores e importantes construcciones, aquí ocurrió como en Delhi, el ejército ocupante y colonizador inglés eliminó buena parte de las edificaciones situadas en la parcela Norte del Fuerte para asentar sus cuarteles, actualmente están ocupados por los militares indios.

Plano del Fuerte de Agra

Pero volvamos a nuestra visita, nos encontramos frente a la puerta de Amar Singh, conocida antes de la llegada de los británicos como la Akbar Darwaza. Caminamos por una calzada de piedra ligeramente inclinada, cruzamos el foso que antaño, seguro que tuvo un puente levadizo, hasta llegar a la primera puerta, entre dos bastiones dobles, uno corresponde al paño bajo y otros interiores a la alta muralla. Es curioso pero la piedra que le confiere robustez al muro defensivo es sólo un revestimiento, es el aplacado de un “esqueleto” interior de ladrillo y cal, al que ellos llaman “lakhauri”. Desde un recodo defensivo, pasamos a una segunda puerta, más elegante que la anterior, en un pequeño patio rectangular de altos muros, seguro que aquí se dificultaría cualquier tipo de asedio y se defendería con garantía el acceso a las dependencias reales a través de la tercera puerta, la conocida e importante Hathi Pol o Puerta del Elefante. En sus tres pisos destaca el elegante arco apuntado y sobre él, en las plantas superiores, ventanas rectangulares enmarcadas con pilastras cuadradas. Los dos baluartes que la flanquean están rematados con bóvedas semi esféricas sobre un último tramo de huecos que se alinean con los tres centrales. Todo este paramento está decorado con paneles rectangulares rehundidos, en los inferiores aparecen azulejos con dibujos geométricos en los que predomina el azul, creo que ejecutados en la técnica de la cuerda seca. En el pretil del matacán de coronación almenado se distinguen pequeñas aberturas a modo de barbacanas en sus centros.

 

Cruzábamos Hathi Pol caminando por una rampa entre dos muros lisos que terminan en una pequeña construcción que encierra un pequeño patio, llegábamos al Naubat Khan o la Casa del Tambor, no es tan grande como la de Delhi, pero cumple las mismas funciones, recibir al son de la música a moradores y visitantes de palacio, y ser el lugar en el que se descabalgarían de elefantes y caballos. Dos iwan se dan la espada en dirección Norte-Sur, entre ambos el espacio abierto se cierra con dos galerías perimetrales con arcos lobulados, como es usual éstas quedan protegidas con vuelos de piedra hacia el interior, posiblemente en la planta alta se ubicarían los músicos, de las dos que tiene esta construcción.

Hathi Pol o Puerta del Elefante

Salimos a un gran jardín amurallado que preside el Diwan-i-Am, en la misma puerta Suraj no quiso dejar que pasáramos sin contarnos algo más. Poco a poco nos iba desgranando la historia de la fortaleza, en un inglés bastante fluido que Marco castellanizaba,… el fuerte cuenta con otra segunda puerta monumental, muy similar a la de Amar Singh por la que hemos accedido, pero quizás más recargada aún. Se sitúa en el extremo Norte y es conocida como la Puerta de Delhi, fue construida en 1568 por Akbar para mejorar su propia seguridad y cree que actualmente es utilizada exclusivamente por los militares. También nos indicó que existen otras dos pequeñas entradas en el lienzo de muralla que da al río y que eran utilizadas por los miembros de la corte cuando llegaban navegando por el Yamuna.

 

A medida que nos aproximábamos al Salón destinado a la Audiencia Pública, al Divan-i-Am, percibí la majestuosidad de esta serena y compacta sala rectangular que se alza sobre una plataforma de 1,25 metros. Es de 62 x 20 metros, sus 48 grandes columnas de sección poligonal sostienen grandes arcos poli lobulados que se entrelazan en los tres vanos que soportan el techo plano de piedra. La composición es muy similar a la que vimos en Delhi, únicamente que es blanca, y no de mármol, la piedra –información que he extraído de la excelente página oficial del Fuerte– es caliza roja estucada con polvo de sílice blanco y cal. El Salón mira hacia el Este y está abierto en los tres frentes que dan al jardín, su espalda es ciega y sobre ella se apoyaba el “Jharokha”, el célebre trono del Pavo Real o “Takht-i-Murassa”. Es una curiosidad saber que durante el reinado de Akbar, los Salones de Audiencia del fuerte se construyeron con estructuras de madera a las que se le adosaban toldos y cortinajes, sistema que continuó también durante el reinado de Jahangir.

el Diwan-i-Am de Agra, foto Toño Gómez Montero

Detrás del muro ciego del Am quedan unas dependencias de apoyo a las tareas propias de las audiencias, las cruzamos y aparecemos en un jardín que ahora esta plantado con una pradera homogénea de césped, a derecha e izquierda dos muros en cuyos centros aparecen dos puertas, hacia el Norte comunica con la zona donde se encuentran las dos mezquitas que no vimos. La más próxima es la pequeña Nagina Masjid, usada las damas de la corte. Cuando subimos al Khas, hacia el Norte divisamos en el horizonte, por encima del muro las tres blancas cebollas y sus chatris cuadrados de mármol de la Moti Masjid, la mezquita de Perla, en honor a su blanco reluciente, una de las primeras construyó Shah Jahan de este tipo, terminada en 1665.

 

Cruzando el patio y frente una arcada de una única planta aparece una terraza y sobre ella un pequeño y majestuoso edificio en su esquina Sur que resultó ser el Diván-i-Khas. No recuerdo como llegamos, pero a partir de ese momento se sucederían una serie de construcciones, todas ejecutadas por Shah Jahan en las que destacan sobre todo las superficies blancas, paredes, pilastras, arcos y ménsulas de mármol blanco, decorados con infinidad de bellos trabajos en piedra dura, mosaicos de espejos, pinturas en los paramentos estucados de las bóvedas decorados con tracería, técnica que consistente en la introducción de pasta coloreada, e incluso trazos de oro, en los surcos practicados en la superficie, aquellos trabajos parecían bordados por manos prodigiosas.

 

Comenzamos, bueno antes de entrar nos detuvimos un breve momento en el trono de Jahangir, el Takht-i-Jahangir, una gran losa de onix negro sobre cuatro rechonchas columnas que fue traido desde Bélgica a principios del siglo diecicieste. De aqui entramos en la Sala de las Audiencias Privadas, a escasos pasos, elegante estructura construida en 1636 como evidencia una inscripción en nasta'liq, caligrafía persa realizada en piedra dura en uno de sus paramentos. Aquí se reunía el emperador todos los días para decidir el devenir de los casos sujetos a apelación y considerar los asuntos del Imperio, también era el lugar donde reciba a las personalidades y embajadores de los países extranjeros. Consta de dos pequeñas salas, una exterior abierta mediante elegantes pórticos y otra interior cerrada conocida como “Tambi Khana” y en la que antaño estuvo el tan cacareado Trono del Pavo Real o ”Takht-i-Taus”, tiene hornacinas o alcobas y un asiento elevado para el emperador, el “Shah-Nashin”. Entre ambas salas y cerrando los vanos de algunos pórticos aparecen hermosos “jalis” tallados con elegantes diseños geométricos y motivos florales.

Musamman Burj, foto de Toño Gómez

Muy cerca se encuentra la elegante torre octogonal de varios pisos conocida como del Jazmín o Musamman Burj sobresale en un bastión al borde de la muralla mirando al Yamuna con el Taj Mahal de telón de fondo. Es uno de los lugares más bellos con los que nos sorprende la visita y con razón considerada una de las joyas de la arquitectura indo-sarracena en la India. Allí volvía a requerir nuestra atención Suraj para contarnos que irónicamente lo construyó el emperador en 1640 para su favorita Mumtaz, demoliendo una edificación roja construida por su abuelo Akbar, dada su verdadera obsesión por que toda la arquitectura fuese blanca. Rodeando la sala principal, aquella en la que Shahanara, la primera hija de Jahan cuidó a su padre los últimos ocho años de su vida hasta su muerte en 1666, recluido por su hermano Aurangzeb cuando lo derrocó y, con un único consuelo, contemplar el Taj hasta su muerte. Delicadas celosías con nichos ornamentales de mármol evitaban que las damas de la corte fuesen vistas desde el exterior, la decoración de las paredes es de piedra dura, la cámara tiene una hermosa fuente tallada en el centro y una cúpula de mármol, que en la cubierta es de bronce dorado remata la bella torre, que dicen fue de láminas de oro. Está rodeado por una terraza exterior apoyada sobre pilares tallados que adornan las aberturas y que proporcionan una magnifica vista panorámica.

 

interior del Khas Mahal, foto de Toño Gómez

Pero aún nos quedaba mucho más, si admirados habíamos quedado con el Burj, no menos nos impresionaría el Khas Mahal, el Palacio Real del Emperador, o Aramgah-i-Muqaddas, el “apartamento del santo reposo”, o Aramgah-i-Mualla o “lugar del exaltado descanso”, como lo llamaban sus moradores. El complejo se desarrolla sobre un espacio rectangular de 60 x 80 metros cuyo eje mayor se orienta E-O, la edificación principal que se apoya en el borde de la muralla, su fachada trasera mira al sol naciente y la principal al ocaso, hacía el jardín de palacio, el Anguri Bagh o el jardín de las Uvas (augur). Está construido todo en mármol, originalmente pintado y dorado, es uno de los mejores ejemplos de la tracería en piedra. Consta de un salón central con alcobas y salas a sus lados en las que destacan multitud de hornacinas utilizadas para la colocación de candiles y velas e iluminar la sala con múltiples reflejos, incluso en las mayores se colocaban los retratos imperiales. La transición al jardín se realiza a través del “dalan”, un espacio porticado con arcos lobulados sobre pilastras cuadradas de mármol que soportan una cubierta plana, decorado profusamente con piedra dura y pinturas. Completando la fachada y a ambos lados aparecen dos pequeños pabellones cuyo espacio central queda cubierto por una bóveda-cúpula en forma de gajo de naranja, de una belleza singular y que nunca antes había visto, el interior es de mármol pulido y el exterior de bronce, adornado con siete yamur como las finas agujas de una espina, he leído que estas estructuras siguen el modelo “bengalí”, aquí en el Fuerte se les da el sobrenombre de los Pabellones de Oro de Jahan Ara y Roshan Ara, las segunda y tercera hijas de Shah y Muntaz. Estas tres piezas se levantan sobre sendas terrazas soladas con mármol, las dos de los extremos tienen espléndidos muros cortina o “Sar-i-parda” para separar al harem e impedir las vistas del jardín. La central, que avanza hacia el espacio abierto recoge las escaleras de bajada, en su centro hay una gran alberca con sus bordes están festoneados y varios surtidores.

Pabellones de Oro, foto de Toño Gómez

Ante nuestros ojos aparece este pequeño y coqueto jardín mughal, el “Anguri Bagh”, se cree que en algún tiempo estuvo sembrado de vides y de ahí su nombre. La piedra arenisca roja traza pequeñas redes hexagonales en las que diversas plantas aromáticas exhalan dulces fragancias y pixelan un delicado paño en distintos verdes. Otra pequeña alberca también con bordes festoneados domina el cruce de los caminos del paraíso, acompañados por un canal ondulado y poco profundo en el que aparecen una serie de nichos “chini-khana”, seguro que el rumor del agua que discurría por estos proporcionaría frescor y un ambiente placido. Por último y antes de salir de aquí, echo un último vistazo a nuestro alrededor, arriba el Khas Mahal, mucho público deambula por este jardín que queda cerrado en sus lados Norte, Sur y Oeste por un edificio de dos pisos de piedra roja finamente enlucidas con estuco blanco de cal y mármol, parecen pequeños apartamentos independientes al parecer utilizadas por las internas del harén.

Anguri Bagh presidiendo el Khas Mahal, foto de Toño Gómez

Salimos del área blanca de Shah Jahan para terminar nuestra visita en la zona roja de Akbar, quien curiosamente construyó el palacio de Jahangir y lo utilizó como zenana principal para sus esposas rajput, es el más importante edificio “rojo” del Fuerte. Este conjunto arquitectónico se caracteriza por la claridad, sencillez y composición de sus diferentes elementos. Sobresale su fachada principal y en ella su pórtico saliente o “deorhi”, cuya última planta se remata con un pretil decorado con lotos y bellas almenas de alivio, y bajo estas, aberturas rectangulares, paneles tallados y balcones salientes que se apoyan sobre pilares circulares. A ambos lados del arco apuntado y bien proporcionado central, aparecen nichos alineados decorados con mármol y seis estrellas puntiagudas. Destacan los elegantes soportes que sostienen techos inclinados de Bengala y sobre todo, la exquisita ornamentación superficial que incluye incrustaciones de mármol con complejos patrones geométricos y florales. A ambos lados aparecen dos galerías con una serie de apartamentos destinados a alojar a las sirvientas reales. Toda la estructura está construida con "lakhauri", el armazón de ladrillo chapado con losas de arenisca talladas sobre un zócalo de un metro de altura que mencione en la muralla exterior. La monotonía de las anchas paredes orientales se rompe con una serie de aberturas rectangulares o “darichas” ensombrecidas por vuelos de piedra o “chajjas”, pretiles y almenas con estructura columnar y chatris en los torreones de las esquinas. Sus paramentos se decoran con paneles rectangulares dibujados con incrustaciones de mármol y delicadas tallas en relieve que no tienen igual en todo el espectro de arquitectura indo-islámica.

fachada principal del Palacio de Jahangir

Ya en el interior encontramos un patio cuadrado, abierto y grande, alrededor de la cual se agrupan salas, en ellas sus techos son planos, en el centro de las fachadas aparecen chatris rectangulares. El primer piso de la galería Norte se apoya en pilares cuadrados y jabalcones tallados en forma de serpientes. La terraza, que conduce al segundo gran patio, tiene un suelo de piedra y también se apoya en otro techo plano bajo, en el centro hay una elegante alberca octogonal con una fuente interna cuyos bordes están decorados con capullos de loto. En el salón sur (diwan khana) hay una ventana de servicio, dicen que la primera de este tipo en la arquitectura india, probablemente fue utilizada por Jahangir para entretener a sus amigos íntimos e invitados, a los que se les servían refrescos y bebidas. Nuevamente los capiteles están bellamente tallados, decorados con loros y otras aves. El piso superior está compuesto por una serie de arcos finos y un balcón central. El muro oriental está decorado con una serie de ventanas con arcos con filetes blancos de mármol de más de una docena de habitaciones dispuestas en dos plantas, los pretiles de la primera planta están coronados con almenas. Por último y para finalizar la visita del palacio nos acercamos al apartamento abovedado conocido como "Nashaiman-i-Zil-Ilahi", que utilizaba el emperador durante el verano y las estaciones lluviosas. Los paramentos interiores de las habitaciones situadas alrededor de este patio estaban cubiertos con hermosos arabescos de estuco coloreado. Las dependencias del Norte tuvieron paredes interiores decoradas con “aina bandi” (mosaicos de espejos) y estuco de cal con patrones geométricos. El palacio resulta bastante grande en relación a las otras edificaciones que hemos dejado atrás, son muchas sus dependencias. En el ambiente se percibía cierta prisa, parece que ya teníamos que partir, apenas estuvimos un rato en el patio principal, el resto casi me lo tengo que imaginar de lo que he leído.

 

A la salida nos topábamos con el Hauz-i-Jahangiri, la bañera de Jahangir, tallada en una única pieza de piedra amarillenta, creo que es caliza. Su vaso o “hauz” tiene más de un metro de profundidad, pero un buen diámetro de más de dos. Y aunque aquí la encontramos rodeada por una verja, adornando el cruce de los caminos del bagh de palacio, la pieza era transportable, se trasladaba de un lugar a otro, incluso se la llevaban al campo, para el baño del harén. Una inscripción en relieve en su borde superior data su tallado en 1611, fecha del matrimonio de Jahangir con Nur Jahan Begum, se cree que podría haber sido uno de los regalos que le hizo el emperador a la Begum.

 

Todos nos agrupamos alrededor de tan esplendida bañera para ir a buscar el autobús, cuando salíamos, Suraj nos señaló en la lejanía los restos del Akbari Mahal, no daba tiempo para más, miramos hacía la esquina Sureste de la fortaleza en dirección al río, quizás fuese el edificio más antiguo de los que quedan tan solo algunos restos, por supuesto rojos.

AKBAR cazando en una ilustración del Akbarnama

FATHEPUR SIKRI

 

Los 35 kilómetros de Agra a Siikri los hicimos en poco menos de una hora en la que no paramos para nada. El paisaje por el que discurríamos venia siendo similar al que traíamos desde Delhi, los cultivos y el territorio agrícola poco a poco se iba abriendo paso, tan solo por una población de cierto tamaño, Kiraoli. La carretera Agra-Bijaipur se desliza por la fértil vega que forman los ríos Yamuna y Chambal, a lo lejos vemos la famosa cresta rocosa de Sikri, un promontorio natural sobre el que cualquier ciudad seguro tendría una buena posición defensiva. Al llegar a la población la carretera gira ligeramente hacia la derecha, nosotros continuamos rectos por una desviación de la vía principal, pronto llegamos a la abandonada y turística ciudad imperial, hacia su espalda, hacia occidente, crece lentamente la actual ciudad, que según antiguas estadísticas tenia a principios del siglo XX unos 7.000 habitantes y hoy, apenas alcanza los treinta mil. Y aunque aquí planificó Akbar una nueva ciudad, ya existía un asentamiento anterior que el emperador tuvo que conquistar a los rajput y que corresponde hoy es el actual Sikri.

 

Pero si Delhi y Agra lo asociamos a Shah Jahn, las primeras piedras del impero fueron puestas por su abuelo Akbar, llamado el Grande, el tercer y primer gran gobernante de la historia del Imperio Mogol del Indostán, que ha pasado a la historia por ser el gobernante más querido de toda de la India al instaurar en sus dominios la tolerancia religiosa y por su afán en encontrar el bienestar y la paz para su pueblo. De justicia es hacer una breve memorando de su vida recogida por su propia voluntad en el Akbarnama, crónica oficial de su reinado escrita por el historiador de la corte y biógrafo Abul Fazl.

 

Ascendió al trono con tan sólo 13 años, bajo la tutela de Bhairam Khan, general y fiel compañero de su padre Humayun. Ya con él y en su nombre se inició la expansión del imperio por el Indostán, derrotando a muchos de los estados principescos del Norte, aunque los fieros rajputs resistían los embates del general. Después de algunos años un joven y poderoso Akbar empezó a rebelarse contra los abusos de su tutor, desbancándolo y ordenándole realizar la peregrinación a la Meca, donde debería vivir hasta el fin de sus días, ante las dudas, en el camino ordenó su asesinato.

 

Tras su toma definitiva del poder; sólo un obstáculo le separaba de la soberanía completa de los mogoles sobre el gran espacio cultural que era el Indostán, los rajputs, hindúes de casta alta, dispuestos a morir en el campo de batalla, suponían una constante amenaza. El objetivo pues era conquistar las descomunales fortalezas de naturaleza inexpugnable de las grandes monarquías de Rajputana. La campaña la comienza contra el fuerte Chittor, que cae tras cuatro meses de asedio, después conquistaría Rathambor, Amber y Gwalior. Sus posesiones abarcaban más territorio que nunca, al Indostán se le unía la península de Gujarat, las tierras del Indo y Cachemira, parte de Afganistán y del Deccán, donde nunca antes habían llegado las hordas musulmanas.

 

La enorme extensión de sus territorios se organiza en base a gobiernos provinciales o virreinatos, en la que incluso llegan a participar los gobernantes derrotados. Con las conquistas llega un periodo de paz y prosperidad en el que instaura la tolerancia religiosa, respetando a la sociedad hindú bajo la minoría mogol. Abolió en el año 1565 el impuesto pro mahometano sobre la peregrinación o yiza que soportaban las religiones de los sometidos, nueve años más tarde elimina el impuesto que debían pagar las asambleas religiosas no musulmanas, de índole similar y tan injusto como el anterior. Apoyado en el fuerte ministro de finanzas Akbar introdujo una nueva y fuerte moneda, promoviendo el comercio como base de su sólida economía. Impulsó el bienestar material y social, realizando grandes esfuerzos para elevar la ética de sus súbditos. No obstante, siempre mantuvo pulso firme y mano de hierro para conseguir sus objetivos.

plano del área civil de Fatehpur Sikri

Y es que pese a ser un analfabeto, le apasionaba la ciencia, la literatura y la poesía y, entre otras muchas cosas le encantaba la jardinería y la perfumería, su biblioteca fue inmensa. Llegaban a su corte atraídos por lo que se decía de él, “era un hombre extraordinario” artistas e intelectuales. Se rodeó de eruditos, lo que se llegó a conocerse como “los nueve cortesanos” o Navratnas: el visir Abul Fazal, su biógrafo; el poeta Faizi; el músico Tansen; su ministro de finanzas Todar Mal; el general de su confianza Raja Man Singh, el que fuera rey de Amber y al que derrotó el mismo Akbar; el ministro y músico Khan-i-Khana; y los consejeros personales Fakir Aziao-Din, Mullah Do-Piyaza y Raja Birbal. Su pasión por las religiones, desde el hinduismo al cristianismo, lo llevó a llamar a religiosos portugueses que residían en Goa para que le interpretasen la Biblia y los Evangelios. Tal fue su obsesión, que al final de su vida se consideró el líder espiritual de su pueblo, fundando una nueva confesión basada en la suya, el Islam, mezclado con principios de todas las creencias que conocía; la llamó Din-i-Illahi, o “Religión de Dios”, sistema ético basado en la tolerancia de otras creencias como el Islam e hinduismo principalmente, aunque también toma principios del cristianismo, jainismo y el zoroastrismo. Para él, la Creación refleja la pluralidad de la singularidad y la unidad de su divino creador, se creyó la Luz Divina y el Hombre Perfecto, granjeándose el odio de los integristas musulmanes, los ulemas a los que se unió su hijo y sucesor Jahangir. Sus ideas sucumbieron con él a su muerte el 15 de Octubre de 1605 tras un glorioso reinado. Llorado durante años, aún hoy día es considerado uno de los mejores gobernantes del país y donde más, en todo el Indostán. Yace en Sikandra a las afueras de Agra.

 

Con él, se produjo un período de gran expansión del imperio mogol, al que una vez pacificado y asentadas sus reformas le llegan los años de mayor apogeo. En esos momentos Akbar erige su ciudad palatina, Fatephur Sikri en la que sólo llega a residir la corte 17 años. Parece que fue el jeque Salim Chistie el que le sugirió la colina de Sikri en 1585. Dicen que la abandona repentinamente por falta de agua, aunque parece que la cuidad estuvo bien abastecida y no queda suficientemente claro, también se argumenta también su carácter nómada ya que se traslada a Lahore en la vecina Pakistán, entonces parte de su imperio. Regresa a Agra en 1598.

 

¿Por qué fue tan importante Salim Chistie? Akbar no conseguía tener un heredero varón con ninguna de sus esposas cuando se enteró que un santón sufí llamado Sheikh Salim Chishti (1478-1572) vivía cerca de Agra, en un pequeño promontorio cerca de un poblado conocido como Sikri. Fue a pie y vestido humildemente a visitarlo para pedirle su bendición y exponerle su pesar, pese a ser un buen musulmán, le pidió que intercediera a Alá en su nombre. Salim le inquirió paciencia, que Alá lo escucharía, respondió “no uno, pero sí tres hijos nacerán para ti”. No tardo su esposa, la hija del rajá de Amber, Jodha Bai en darle su primer hijo, corría el año 1569, lo llamó como el santo, al año nació Murad y al siguiente Daniyal. La gratitud era tremenda así que decidió construir la más hermosa de las ciudades en Sikri. En 1561 se inicia su construcción por la mezquita y el palacio, su sequito siguió la iniciativa del emperador y así nació la nueva capital del imperio. Cuando Akbar conquista los territorios del Gujarat en 1573 le añade al nombre de Sikri, Fatehpur o “Ciudad de la Victoria”.

 

Fatehpur Sikri ocupa una cresta rocosa de 3 por 1 kilómetros que se extiende en dirección Noreste-Sudoeste; la rodea de una muralla por tres de sus lados, pues al Noroeste se extendía un gran lago sobre el cortado rocoso, una buena defensa natural, actualmente seco. Aún se conserva parte de esta línea defensiva y algunas de sus puertas monumentales. Su arquitecto fue Tuhir Das, aunque Akbar se tomó un gran interés en su construcción e influyó fuertemente en su estilo arquitectónico, tratando de revivir el esplendor de la corte persa de la no muy lejana Samarcanda. Las influencias de la arquitectura hindú y jainista de la región, con su estética típicamente india, se unen con los elementos islámicos. La existencia de gran cantidad de piedra arenisca roja en las proximidades favoreció el que todos los edificios fuesen rojos. Se dice que todas las construcciones reflejan el genio del emperador, que favorece la fusión entre las artes persas e indias creando un estilo mogol propio, del que también recoge su testigo.

el Hiran Minar, foto de Toño Gómez

Después de leer y releer estas notas, era indudable que la calidad de la ciudad imperial abandonada no se podía poner en duda. Dejamos la NH11 (Nacional Highway) Agra-Bikaner (de Uttar Pradesh a Rajasthan), que tuerce a la derecha alejándose de Fathepur. Sin desviarnos de la dirección que traíamos pasamos a la SH5 (State Highway) Fathepur-Khanua, casi sin apenas recorrer unas decenas de metros pasamos por la puerta Este de la ciudad palatina. La muralla en relación con las anteriores fortificaciones podría decirse que es hasta endeble, creo que no tendría más de siete metro de alta, es de ladrillo y queda coronada por una secuencia rítmica de almenas que dejan trás de si un camino o barbacana defensiva. La puerta está flanqueada por dos bastiones ligeramente más altos que abrazan la portada y a su arco ojival, que salvo aquí si aparece aplacada con piedra roja. Nada más cruzarla el camino se bifurca, a la izquierda continua la carretera que lleva al pueblo, nosotros seguimos rectos y apenas en nada cruzamos otra pequeña construcción, Suraj, que aún nos acompaña, nos indica que es el Naubat Khana o Naqqar Khana, la casa de tambor, ¡recordáis!, donde los músicos daban la bienvenida del sequito real. Es una construcción muy bonita, que se configura alrededor de un patio cuadrado, no se conserva en su totalidad, si sus dos puertas enfrentadas en el sentido de la marcha, nuevamente con arcos ojivales, la primera está flanqueada por dos chatris cuadrados.

 

Antes de llegar el autobús nos dejó estratégicamente en un bazar de tiendecillas, por cierto frente a las ruinas de los bazares que otrora suministraron a la vieja ciudad. Cuando bajamos y somos detectados por los vendedores, salen corriendo hacía nosotros, nos asaltan literalmente, no nos dejan dar ni un solo paso, chapurreando castellano nos ofrecen figurillas, monedas, colgantes, sombrillas, baterías para las cámaras, a manos llenas nos quieren empujar a los interiores de sus locales. Terminé comprando una tarjeta para la cámara que al final fue la causante de que borrara gran cantidad de las fotos que tenia, un error que aún lamento y una sombrilla.

 

Los guías nos apremian, como siempre vamos mal de tiempo y hay que joderse, por fin entramos. Cruzamos por el lateral de un gran patio tapizado por una cuidada pradera de césped y rodeado por una galería porticada en la que destaca un gran vuelo de piedra inclinado, en el centro de la fachada Este sobresale la espalda del Divan-i-Am sobre un basamento de más de dos metros de alto sobre el que se apoyan las pilastras de una galería más alta. No nos detenemos y salimos a una gran plaza pavimentada rectangular Norte-Sur en la que se encuentra prácticamente toda el área civil y en la que aparecen distintos pabellones rojos de elegante arquitectura y aún más bella decoración. Amplios patios rectangulares y terrazas pavimentadas se entrelazan, y como en la mayoría de los palacios de la época, aparecen tres zonas claramente diferenciadas, hombres, mujeres y vida pública.

 

Antes de acercarnos a visitarlos uno a uno nos arrimamos al pretil Norte, desde donde se domina el paisaje de lo que en su día fuese el lago. Vemos diversas construcciones secundarias e incluso un baori donde un chaval intenta bañarse para ganarse unas propinas, dirijo la mirada hacía Oriente y cual va a ser mi sorpresa al descubrir en la lejanía el llamativo Hiran Minar, una especie de minarete que se alza sobre una plataforma octogonal que a su vez se alza sobre un gran pedestal cuadrado. El cuerpo inferior a modo de zócalo es poligonal, sobre él un fuste cilíndrico cuya pared esta decorada con muchos colmillos de elefantes, lo remata un chatri sobre una balconada. Lo que interpreté como un gran palomar, resultó ser o por lo menos eso cuenta Suraj el mausoleo del elefante preferido del emperador, sobre el que montó en la batalla de Gujarat. Solicito que nos acerquemos, pero parece considerarse como un contratiempo por lo lejano que está.

el Diwan-i-Khas, foto de Toño Gómez

Nos dirigimos al primer pabellón (27º05’52.27”N – 77º39’57.80.43”E, elevación 204mts), resulta ser Diwan-i-Khas, donde el gran Akbar realizaba las audiencias privadas. Planta cuadrada, 14 metros de lado y dos plantas de altura; la cubierta es plana y rematada en sus cuatro esquinas por esbeltos chatris de cupulillas blancas y también cuadrados. En las fachadas, todas con la misma composición, destaca su gran balcón corrido con barandillas de piedra trabajadas como jalis, sostenidos por labrados jabalcones que se espesan en las esquinas y a ambos lados de las puertas. Ningún hueco dispone de arcos, aunque esta arquitectura arquitrábica es bastante sutil. Los huecos de la planta alta están protegidos con un imponente vuelo inclinado de piedra. En la única sala de su interior es de doble altura destaca la pilastra central de base cuadrada y fuste octogonal tallado con diseños geométricos y florales en bandas, sobre él el magnifico capitel en forma de racimo de treinta y seis jabalcones serpenteantes que sostienen un púlpito y que se repiten en las esquinas y al que se accede desde dos pasarelas que cruzan en diagonal este espacio áulico de una gran fuerza y belleza, allí llegaba el emperador utilizando unas escaleras escamoteadas en los gruesos muros y que pasa desapercibidas, apareciendo súbitamente sobre sus ilustres invitados.

zenana de Panch Mahal

Continuamos por la plaza dirección Sur, mirando hacia todos los lados, a la gran cantidad de pequeñas construcciones, pabellones y templetes que parecen esculpidos como joyas. A la izquierda dejamos el Divan-i-Am delante del cual hay un pequeño jardín con sus cuatro parterres y caminos de rigor, al que ni siquiera nos acercamos. Antes pasamos por uno de los porches que se encuentran en las esquinas de la Casa de los Astrólogos en el que destacan sus ménsulas sinuosas talladas en arenisca roja, parecidas a las que sostienen el púlpito del emperador, protegido con hermosos vuelos de piedra o “chajjas”.

 

De aquí pasamos a un recinto cercano, creo que es área de la zenana, exclusiva de las mujeres, aunque no estoy muy seguro. Conocido como Panch Mahal es un pabellón abierto de cinco alturas que domina el patio del Pachisi al situarse en una de sus esquinas, dicen que aquí se reunían y jugaban las damas de la corte y sus sirvientas al “parchiesi hindú”, el que podría considerarse como el predecesor de nuestro parchís. Su estructura es de plantas decrecientes, fijadas en su esquina Sureste es soportada por 176 columnas talladas, junto con sus terrazas escalonadas y su elevada altura, le confiere un papel predominante en el paisaje de todo el conjunto civil. Son salas abiertas al exterior, seguramente estuviesen protegidas a la vista por lujosos cortinajes de seda y jalis de madera o piedra para preservar la intimidad de las damas. El último cuerpo en un gran chatri cuadrado rematado por una cúpula roja.

el Diwan-i-Khas desde el Anup Talao

Volvimos a la plaza para dirigirnos al área de los hombres, la componen varios pabellones de diverso tamaño que vuelcan sus vistas a un gran estanque conocido por Anup Talao. La geometría formal en que se disponen continúa la tradición de los asentamientos o campamentos de carpas árabes del Asia Central. La alberca domina el centro de la composición, su estructura es similar a los charbagh o jardines del paraíso, una plataforma central queda rodeada por una barandilla de piedra tallada con jalis, un poyete cuadrado a modo de mesa aparece en su interior, como si fuese un cenador, se accede por cuatro pasarelas que parten de la mitad de sus cuatro lados. Al sur se encuentran las dependencias reales en dos pabellones y la Casa de los Sueños o Ibada Khana, lugar en el que se celebraron las primeras reuniones fundacionales de la nueva fe del emperador el Din-i-Ilahi. En la esquina noreste del estanque se halla la llamada Casa de las Sultana turca, extraño si pensamos que nos encontramos en una zona exclusiva de hombres, sus elaborados zócalos y paredes bellamente talladas en piedra hacen que la arenisca parezca labrada en la madera.

Palacio de Jodh Bhai

Nuestro recorrido viraba hacia el Oeste, cruzamos una galería, ciega su espalda hacia el área masculina y abierta al patio del palacio de Mariam-uz-Zamani, edificio sigue los cánones del estilo Gujarati y que Akbar construyó para su esposa Zamani. La visita se aceleraba por momentos, aún nos quedaba la zona religiosa y Marco nos apremiaba, del palacio de Jodh Bhai otra de sus mujeres favoritas y de mayor tamaño que el anterior, solo vimos su fachada y una escasa mirada furtiva a su patio, en el que destacaban su rígida composición geométrica remarcada por sus cuatro portadas en sus ejes y los grandes chatris cuadrados en sus esquinas. Atrás se quedaron sin ni siquiera ser identificados la Casa del Ministro de Finanzas, favorito de Akbar, el Daftar Khana u Oficina de Registros, el Taller Real o Karkhana, la Tesorería o Khazana, los Baños, el cuarto de Darogha, los establos Caravan Sarai, los cuartos del Hakim, etc., bueno quizás sea un nuevo acicate para repetir la visita, que ya acumula bastantes lugares en los que hemos pasado de puntillas.

Badshahi Darwaza puerta real a la Jama Masjid, foto de Toño Gómez

Casi sin darnos cuenta salimos por una puerta a una zona asfaltada, volvían a asaltarnos los vendedores, nos ofrecían nuevamente de todo. Aligeramos la marcha para darnos de bruces con la Badshahi Darwaza, la puerta real de acceso al patio de la mezquita en su fachada Este, el nombre deriva de su uso exclusivo por la corte, lógico si pensamos su proximidad a palacio.

al fondo las Salas de Oraciones

La Mezquita del Viernes o Jama Masjid fue en su día la mayor de la India, ocupando 135 x 155 metros por los 110 x 110 de la Jama Masjid de Delhi. Es uno de los primeros edificios que se construye en el complejo imperial de Fatephur haya por el año 1572, su portada principal es el Buland Darwaza construido unos años después. Su tipología continúa la que se había establecido en el Norte de la India. Entramos en el gran patio que se delimita por una galería ciega hacia el exterior, y porticada al interior con arcos ojivales sobre pilastras, protegida por un gran vuelo de piedra. Presenta algunas características propias, o por lo menos que no he visto en la primera que visitamos ayer, en este caso las galerías están coronadas por chatris cuadrados rematados con cupulillas blancas coincidentes con los apilastrados, quizás lo más significativo, carece de minaretes, eso si, unas torres circulares no muy altas en las cuatro esquinas coronadas por chatris mayores, podríamos suponer que los sustituyen. Tiene tres puertas o darwazas resueltas mediante edificaciones de mayor envergadura y de doble paso, con un iwan al exterior y arcos ojivales hacia el interior. Dos, por la que hemos entrado o la del emperador y otra en el Norte, escondida entre los dos mausoleos interiores, son menores que la gran Buland Darwaza, que llega a alcanzar los 15 pisos y que mira hacia la ciudad, al Sur.

tumba en el interior del mausoleo de Salim Chishti

Nos dimos un paseo por su interior, durante toda la visita llevaba en la cabeza el topi musulmán que compré en Delhi, por lo que la mayoría de los musulmanes me saludaban y me preguntaban “are you muslin” a los que les correspondía con una sonrisa. Nos acercamos a la nave de oraciones, que no llega a ocupar todo el paño Este del patio, el único que no presenta acceso. Se subdivide en tres módulos, en el centro de la fachada dispone de un gran iwan, resuelto con pechinas escalonadas y decorado con pinturas de estilizados diseños geométricos y florales, el pishtaq es blanco y queda rematado con otros cinco chatris a mucha mayor altura, de frente se sitúa el mihrab principal. A ambos lados dos pórticos con nueve arcos de distintos tamaños corresponden a las dos naves laterales con columnas y cúpulas semi esféricas en su interior y otros dos mihrab en pequeños nichos. Disfrutamos con los mosaicos de dibujos geométricos e inscripciones doradas realizados con teselas de piedras semi preciosas y recercados de azulejos. En la cubierta aparecen tres cúpulas de cebolla, en los centros de cada espacio.

cordeles anudados en el yali, peticiones a Salim Chishti

La visita la terminamos en el Mausoleo de Salim Chishti, en la mitad Norte del patio y al fondo de una suave alfombra de mármol blanco que destaca fuertemente con el color rojo general y que nace del estanque de las abluciones en el centro. Sobre un basamento no muy alto se asienta esta pequeña construcción de unos 15 metros de lado, también de mármol blanco y que según nos comento Suraj, se inspira en los primeros recintos funerarios del Sultanato de Gujarat del siglo quince. Es de una sola planta, dos preciosas columnas talladas en las que aparece un extraño apéndice en su lateral cerca de la basa, sostienen el pequeño avance de la fachada que protege su único acceso desde el Sur, contiene una cámara central que se circunvala en signo de veneración y en la que se encuentra un dosel de madera adornado incrustaciones de piedras semi preciosas, bajo el cual está la sepultura del santo, cubierta por un gran paño de seda sobre el que se dejan ofrendas. Siguiendo la tradición rodeamos el sepulcro y por unas rupias nos dieron unos cordeles rojos que anudados a los preciosos jalis de mármol de los cerramientos exteriores que según nos contó el guía local, nos garantiza el cumplimiento de un deseo. Estas celosías vuelven a estar protegidas exteriormente por enormes aleros inclinados de mármol apoyados en jabalcones de serpentina, mantienen el interior aireado y al mismo tiempo oculto. La tumba está coronada por una pequeña cúpula blanca rematada por un pináculo metálico y que corresponde al recinto octogonal interior.

mausoleo de Islam Khan I, nieto de Salim Chishti

Cuando salimos giramos a la izquierda de la tumba, donde aparecen un buen grupo de tumbas a cielo abierto sobre el pavimento y que separan el mausoleo de Salim del otro edificio interior del patio, a hacia el Este, el también mausoleo de piedra arenisca roja del Islam Khan I, hijo del jeque Badruddin Chishti y nieto de Salim, el que fuese general del ejército mughal con Jahangir. Es algo mayor que el de Salim. En su cubierta plana destaca el pretil cuajado con jalis, 36 pequeños y estilizados remates cuadrados con sus correspondientes cupulillas blancas, ennegrecidas por el paso del tiempo y los monzones, bajo estos, un gran alero protege las fachadas, en este caso de arenisca roja. En la cubierta se recorta sobre el cielo una cúpula, algo mayor que la anterior.

vista desde el interior de la gran Buland Darwaza

Fue una lástima que no nos acercáramos a contemplar desde el exterior la Puerta Grande o de la Magnificencia, la tan afamada Buland Darwaza según una inscripción en persa en el arco oriental se terminó en 1601, fue mandada a construir por Akbar para conmemorar su victoria sobre el Gujarat en 1573, cinco años después de la terminación de la mezquita. Representa el acceso principal para el pueblo, desde el Sur. Según he comprobado después en fotos, esta magnifica e imponente pieza arquitectónica y que será modelo de muchas posteriores, tiene 54 metros en la fachada exterior desde donde tiene que salvar un considerable desnivel con 70 escalones, hasta alcanzar el borde Sureste de la cresta; no obstante, su interior, con un cuerpo mas bajo es de aspecto sólido destacando sus 40 metros, también bastante elegante. Su planta es semi octogonal, con un gran iwan rematado por pilares, gran número de chatris y estilizadas torres almenadas, su alzado se compone de tres vanos con arcos ojivales, el más grande, en el centro, los paños correspondientes a los chaflanes se estratifican en tres plantas. Sobre la piedra arenisca roja y beige destaca su profusa decoración con paños tallados con dibujos e incrustaciones en mármoles blancos y negros, las cúpulas de los chatris vuelve a ser blancas.

siesta en la dhaba, de Fatepur Sikri a Abhaneri

Pese que ahora pienso, que la visita fue corta, la verdad es que llevábamos una mañana tan intensa que es muy probable que todos estuviésemos más que saturados. Nos reunimos para juntos dirigirnos al coche y esperar relajarnos con un buen almuerzo. Nos despedimos del diligente Suraj, muy agradecido por la propina de rigor que Gema, madrileña y empleada de banca le entregó en nombre de todos, rupias procedentes del fondo común que habíamos establecido. Bordeamos la cresta por su cara Sur buscando la puerta en la muralla por la que entramos hacía más de dos horas para reincorporamos de nuevo a la NH11 por la que llegamos. A escasos 8 kilómetros entramos en el Estado del Rajastán, doce después cruzamos Bharatpur. Marco nos comenta que quedan unas cuatro horas de carretera, lo que se suele tardar de Fathepur a Jaipur, nuestro destino para el día de mañana, nos restan 207Km y llegaremos ya de noche. No obstante, aún haremos una última parada antes para visitar el famoso Baori que se encuentra en Abhaneri y por el que pasaremos después de 133 kilómetros de marcha. Dos horas y media más y Jaipur.

 

Llevaríamos unos tres cuartos de hora cuando nuestro coche paró en una gasolinera a repostar, asociada a ésta había un pequeño restaurante al que nos asomamos por si almorzábamos en él, entre todos y siguiendo el criterio de Marco pensamos ¿por qué no seguimos otros cuantos de kilómetros y paramos en una de las muchas “dhabas” que salpican la carretera? Por cierto, aproveche la parada para acercarme al surtidor y averiguar el precio del litro de gasolina, en aquella por lo menos, era de 49,09 rupias, 0,755 euros, cuando a nosotros nos costaba en esa misma fecha 1,319 €, casi el doble. Volvíamos al coche y reemprendíamos el camino, fue una hora más, cuando ya requeríamos una nueva parada para estirar las piernas, hacer pis o simplemente disfrutar del país, quizás lo más atractivo de estas largas palizas en nuestro bus que cuando tenia el AA funcionando, nos helábamos y si se desconectaba era insoportable el calor que pasábamos, así que la solución era el aire acondicionado e ir abrigados, o mejor pegarse a las ventanillas calentadas por un reluciente sol, ¡que buen tiempo estamos disfrutando!. Pero te preguntarás, ¿qué son las dhabas?, son unos asentamientos de apoyo a los muchísimos camioneros que discurren por las carreteras de la India, suelen vivir, calculo de 100 a doscientas personas, suelen estar siempre muy concurridas, muchos niños y jóvenes, trabajadores, campesinos, escolares o simplemente gente sin hacer nada, observando lo que pasa. En algunos puestecillos se montan rudimentarias cocinas de leña o carbón en las que preparan té, samozas o bolitas dulces de ladoo, en otros tenderetes venden muchas más cosas, chucherías, bebidas, siempre sin alcohol, refrescos, suministros de droguería, etc. También hay talleres en los que arreglan tractores, camiones o bicicletas y generalmente unos pilones en los que se asean los propios camioneros, en fin, todo un mundo muy particular y asombroso.

vacas brahmánicas cruzando la carretera

Repusimos fuerzas, compramos fruta y algunos comieron las exquisitas samozas y alguna que otra fritura que preparaban allí mismo, delante de nosotros, Marco y Ander tomaron te masala, el que hierven en unas grandes cacerolas en las que se mezcla, el te con la leche y un preparado o combinado de especias, que remueven y remueven hasta la saciedad. También hicimos fotos a esta nueva India que se nos asomaba por primera vez, humilde del pueblo, llano que vive o sobrevive de lo que puede, agricultores, tenderos, mecánicos, transportistas, niños que salen o van al colegio, un trasiego de rico colorido y singulares olores que siempre sorprende a los occidentales por mucho que se haya visto con anterioridad.

 

Nuestro guía nos requería, como siempre el último, apurando las últimas caladas del “camel” indio que compre en el aeropuerto, acompañado por Francisca y Toño, también fumadores, ellos preferían tirar la mitad del cigarrillo antes de contrariar a Marco, yo le miraba con una sonrisa y le pedía quince segundos, que son quince segundos en una vida. Ya acomodados en nuestros respectivos asientos reanudábamos la marcha. Desde el final del pasillo detecto que en un lugar indeterminado de la carretera el coche para, me acerqué a la primera fila, al asiento individual, el que ocupará invariablemente nuestro joven guía. Cruzaba lentamente un rebaño de vacas brahmánicas, muy curiosas, con las chepas pintadas de amarillo mostaza, su dueño las tiene perfectamente identificadas. Le pedí poder bajar para hacer unas fotos, me acompañaron algunos compañeros, Ander y Toño, cargados con su magnificas nikón no paraban, era digno inmortalizar tan curioso momento. Todavía nos quedo una última parada, objetivo hacer pis, estirar las piernas y fumar unos pitillos. Los campos no están tan impolutos como los que vi en el Sur, quizás sea por la pasada recogida del cereal, las tierras en barbecho descansan hasta la nueva siembra, las hierbas en las que pastan el ganado domina el horizonte, algunos árboles sueltos en la lejanía comparten el paisaje con arbustos en las lindes y algunas masas lineales de vegetación que dibujan sin duda surcos de agua.

Abhaneri entrañable aldea

ABHANERI

 

En estos trayectos en los que nos encontramos tan cerca unos de otros aprovechamos para conversar, son temas aparentemente intrascendentes pero ayudan a conocernos. Somos los únicos andaluces, de Madrid llegan tres, Lidia y Toño, de nuestra edad, congeniamos bastante, tenemos en común la música, el humo y la tendencia política, la tercera es Gema la dulce una chica encantadora, la responsable del fondo común, su experiencia en Bankia la ha abocado a tal cometido. Ander, fotógrafo compulsivo, como Toño y Sol su esposa, son vascos, de Bilbao, algo mayores, no mucho más. Las tres inseparables y jóvenes amigas de Valladolid, María Jesús, Isabel y Mila, dicen que funcionarias del Ministerio de Justicia, quizás un grupo excesivamente cerrado y autosuficiente. Pepi la barcelonesa, de la misma edad, simpática y dicharachera. Por último, Fina, una nerviosa y habladora gallega de A Coruña. En total once, buen conjunto, y por supuesto Marco, aglutinador, solicito y súper entregado al viaje y, aunque en algún momento haya echado de menos alguna vista más alargada, creo que el viaje responde magníficamente a nuestras expectativas.

 

Muchos son los que me preguntan que por que viajo en grupo, que con tantos lugares en los que he estado, ya me podría embarcar sólo. Y podría ser así, pero en estas agencias como Ámbar (me gusta más llamarla Amar Viajes) o también Banoa, encuentro viajes que siempre han resultado atractivos. La gestión de hospedajes vuelos y la programación de las visitas me han parecido acertadas y ¿por qué cambiar? además, eso de convivir con gentes de otros lugares siempre me ha resultado positivo. Suelen ser amigos temporales, aunque en algunos casos haya tenido contactos esporádicos posteriores. Cuando te encuentras con alguien con el que tratarás durante un espacio de tiempo acotado, sueles sacar de ti mismo lo mejor, eres comprensivo, tolerante y entregado, aunque al final del trayecto como por otra parte pueda parecer lógico, ya sabes a quien te apetece arrimar y a quien puedes criticar abiertamente, apuesto decididamente por este tipo de opciones, aunque no descarto que en un futuro viaje sólo, bueno si la economía nos deja.

el material se dejó en el dispensario médico

Ciento veinticinco kilómetros que se han hecho largísimos pese a las paradas, obligatoriamente pocas para llegar con tiempo de luz suficiente. Desde Fatepur al pueblo de Sikandra, donde hemos abandonado la NH11, girando a la derecha por la comarcal SH25, a los cinco kilómetros cruzamos Bamanpura y el cauce seco del Ban Ganga, para desviarnos nuevamente a la derecha por una estrecha carretera local que nos ha dejado en esta pequeña, pero preciosa aldea que pertenece al distrito de Dausa, total diez kilómetros desde Sikandra. Calles terrizas serpentean por un escueto caserío, tejas y paja en los techos, paredes añil, mujeres ataviadas con saris de vivos colores y niños que se asoman a sus puertas para ver quienes son estos nuevos visitantes que se acercan a tan remoto lugar. Si no fuera por el espectacular “Chand Baori” y el templo de Harshat Mata, verdaderas joyas arquitectónicas de un muy lejano siglo décimo que atestiguan un pasado glorioso, a este lugar no vendría nadie de fuera, tan sólo nos hemos topado con otra pareja de occidentales.

 

Es curioso como este pequeño núcleo urbano tiene una historia que se remonta al siglo IX. Fue fundado bajo el reinado del gran gobernante, diplomático y político Mihira Bhoja de la dinastía imperial hinduista de Gurjar Pratihar quien dominó el Norte de la India durante los siglos ocho a diez. De hecho la etimología de su propio nombre procede de Abha Nagri o la “ciudad de brillo” en honor a Mihira. Aunque muchos otros apoyan la leyenda de que fue Harshat Mata, diosa de la felicidad y alegría para su pueblo quien brilló para anunciar su presencia en la zona, y es para ellos éste el verdadero origen del nombre de Abhaneri.

 

Aunque las estadísticas mencionan 1.500 habitantes, no creo que alcance ni los quinientos, su mayoría se dedica a la agricultura, no obstante cada familia suele tener unas vacas, brahmánicas o búfalas de agua, para el consumo familiar y venta de leche. Y lo comprobamos nada más llegar, es una aldea humilde pero encantadora y como me he preguntado en otras ocasiones, ¿que hacemos aquí?, como miramos, que vemos y como nos vamos. Me impactó cuando Francisca al ver corretear a un niño con unos mínimos calzoncillos rotos y desgastados por los más que posibles lavados, se angustiaba y se le humedecían los ojos ante la impotencia, al no poder hacer nada, al no haber traído algo útil para estas gentes.

uno de los sastres de Abhaneri

Cuando bajamos de nuestro bus nos esperaba un joven vecino que nos acompañaría en la visita. Antes de acercarnos al baoli, dimos una vuelta por el poblado. Pepi, la única catalana del grupo traía unos obsequios (ella trabaja en la sanidad). En un dispensario en el que en aquellos momentos no había nadie y por el que pasamos nada más comenzamos a callejear dejó un buen número paquetes de tiritas sobre una mesa, esperando que el sanitario se sorprendiera agradablemente con el obsequio. Caminábamos y mujeres y niños se acercaban a las puertas de sus humildes casas, madres vestidas con los tradicionales saris o salwar kameez, algunos hombres aun llevan el popular dhoti, paño que se lían con varias vueltas a la cintura, y una tradicional camisa de algodón en el torso, generalmente van descalzos o con zapatos bastante usados o con la habituales chanclas; los más jóvenes visten a la moda occidental, en general ropas limpias pero desgastadas. Las mujeres lucen pañuelos en sus cabezas y algunos hombres turbantes. Las casas son pequeñas generalmente de una planta, algunas con patio delantero cerrado, las que se asoman a la calle suelen dedicar una habitación a tienda; en una vendían chucherías, en otra verduras, o una frutería en la que se amontonaban los tomates, con calabazas, pimientos, nabos, cebollas, coliflores, pimientos, chili, calabacines papas, jengibre, plátanos, manzanas y algunos melones amarillos, todos productos de las muchas parcelas que rodean la aldea. Más adelante observamos como en uno de estos locales cuyo suelo estaba tapizado con abundante pelo un barbero rasuraba cuidadosamente con navaja una joven barba. En otra esquina por la que torcimos aparecía un sastre que se afanaba en las costuras laterales del pantalón de un kameez con su vieja “singar”, que no singer.

prefieren el patio a la cocina

Fue sorprendente el revuelo el que se armó cuando Pepi, en esa misma esquina, al detectar un buen número de niños, saco de su mochila unas gorras. Se las quitaban literalmente de las manos y se las escondían para volver a pasar por la cola, más tarde vimos a alguno con tres apiladas en la cabeza mientras los más pequeños lloraban desconsoladamente por no haber recibido alguna, obviamente exigíamos el reparto que se efectuaba a regañadientes. Seguimos caminando, las calles terrizas dejan ver los regueros de aguas negras cercanos a las fachadas, se estrechan las callejuelas se arriman las fachadas creándose un ambiente sombrío, próximo y agradable. Torcimos a la derecha, el vecino nos llevaba a casa de un amigo que trabaja de policía en la vecina Dausa, considerado un pudiente, un afortunado funcionario. Llegamos a un ensanchamiento, la calle se bifurcaba en dos caminos, uno continúa bordeando la aldea y el otro se adentra en los fértiles campos. Allí, entre varias casitas, unas búfalas rumiaban atadas cerca de unos comederos y un pequeño pajar, más allá, entre dos muros que bordeaban dos corrales aparecía un chaval con un atillo en la cabeza cargado de hierva, observamos que Francisca se le acerca y se lo pide, quería comprobar el peso de la carga, no lo sostuvo más de unos segundos de la barbaridad que le pareció. Todos la mirábamos sorprendidos y le pedíamos que aguantase mientras inmortalizábamos con nuestras cámaras tan curiosa estampa.

 

Pero el policía nos aguardaba y la tarde caía, Marco nos apremiaba, ya que aún teníamos que acercarnos al baori. Su casa quedaba justo en el borde del camino, donde precisamente estábamos. Entramos por un callejoncillo pavimentado de hormigón que daba espaldas a un corral trasero donde se encontraban las mujeres de la casa preparando la cena. Increíblemente nos contaba su vecino que aún disponiendo de cocina, prefieren preparar los alimentos en un hogar de leña en el exterior. La vivienda en comparación con las anteriores parecía un “palacio” pintada toda de azul añil. Adosada a la construcción principal había unos trasteros con techo de brezo. Nos relataron sucintamente sus costumbres cotidianas y donde trabajaba, nos presento a su mujer e hijas y nos agradeció efusivamente nuestra presencia. Nos despedimos con un “namaste”, juntando nuestras manos, reclinando las cabezas, salimos por el camino que bordeando aquel grupo de casas. Volvían a cercase niños solicitando más y mas gorras, algunos llegaban con ellas puestas, a la derecha el campo y las gentes acercándose a sus casas de recogida acompañando a las reses familiares. Casi sin darnos cuenta llegamos a la entrada del importante Chand Baori.

pequeña capillita hinduista en el Chand Bahori

Quizás explicar primero que son los baoris, éstos son fundamentalmente aljibes que aprovechan la abundante agua lluvia de los periodos monzónicos, en otros casos se surten de pozos o ríos. Acumulan agua, generalmente para el uso humano y en algunos casos, los menos, disponían de rampas para que el ganado también pudiese beber. Sus estructuras se escalonan para facilitar el acceso en función del nivel de llenado. Estas construcciones, que pueden llegar a ser muy complejas y elaboradas, suelen enriquecerse con elementos arquitectónicos y motivos religiosos de la mitología hinduista. Abundan en el Oeste de la India, aunque también los podemos encontrar en otros lugares, generalmente afectados por la rigurosidad climática, incluso llegaron a realizarse hasta la vecina Pakistán. Estos espacios también eran utilizados por los vecinos para el descanso y disfrute del frescor y humedad, huyendo de los calores sofocantes del verano, aprovechando que se situaban en cotas por debajo del suelo, incluso se legan a realizar actos sociales y religiosos. El uso ininterrumpido de estas instalaciones han favorecido que hayan llegado hasta nuestros días bastante bien conservadas.

 

Este espectacular aljibe conocido popularmente como “Chand Baori” que visitamos, construido en el siglo diez, se considera el más elaborado y exquisito de todos, su original diseño se les atribuye a los antepasados que poblaron estos parajes. Su borde superior, 27º00’26.11N – 76º36’23.37”E elevación 279mts, es un cuadrado de 38 metros de lado, a partir de aquí se inicia el descenso, concebido como una pirámide invertida con múltiples escaleras de doble dirección y contrapeadas, en las que se llegan a contabilizar hasta 3.500 peldaños, permiten bajar hasta trece corredores concéntricos que van disminuyendo hasta alcanzar la lámina de agua, con independencia de su nivel de llenado, llega a los 20 metros de profundidad. Otra de sus ventajas es la de permitir el uso multitudinario y simultáneo desde tres de sus lados por las mayoritarias mujeres que acudían a recoger agua y los muchos fieles que ritualmente se lavaban manos y pies antes orar en el templo Harshat Mata, pienso que desde el borde superior se vería el templo. Actualmente existe una galería perimetral de unos cinco metros, separada otros cinco del bocel del stepwell que se adosa a un muro ciego mucho más alto y que cierra un espacio que intuyo originalmente era común con la plataforma donde se asienta el santuario. En atención a su estilo arquitectónico, como claramente evidencian la fachada de la galería, arcos poli lobulados y columnas muy parecidas a las del Divan-i-Am del Fuerte Agra de donde venimos hace pocas horas, calculo que fue edificado en el siglo dieciséis por los mogoles. Igual ocurre con el acceso y la construcción que baja verticalmente al fondo del aljibe en el lado Norte, y que estos utilizarían para refrescarse en verano. No obstante esta arquitectura musulmana que da la espalda a la diosa hinduista, es incapaz de impedir su presencia, de la que existen muchos bajorrelieves en sus salas, destacando dos en el frente, hacia el baori, muy cerca del agua a modo de capillas murales. Como reza en la panel informativo de la entrada firmado por © Archaeological Survey of India, una corresponde al destructor de Mahishasura (me trae a la memoria aquella gran figura kisch que vi hace unos años en la colina de Chamundi, en Misore) y la otra está presidida por Ganesh. La literatura completa del panel dice:

 

Es uno de los Baori (stepwell) más antiguos en el Rajasthan, fue construido por el rey Chanda (Chandra) de la dinastía Nikumbha que gobernó la antigua Abhaneri durante los siglos octavo y noveno. Tiene 19,5 metros de profundidad, es de planta cuadrada, con acceso desde el Norte. Está compuesto de vuelo doble de pasos en tres lados. El Norte está formado por un pasillo de varios pisos apoyados sobre pilares y dos balcones salientes que consagran las bellas imágenes de Mahishasurmardini y Ghanesa. El muro de cerramiento, terraza lateral y el pabellón de entrada son añadidos posteriores.

vista general del Chand Bahori

Pese a que ya había visto imágenes de este colosal estanque quede impresionado. Lástima que no nos acercamos al santuario de Harshat Mata, la verdad es que con la galería mogola no nos percatamos de nada, y eso que está a nada, a menos de cien metros de éste hacia el Oeste, increíblemente ni el guía se percató. La noche ya nos cubría cuando nos despedíamos de nuestro ocasional anfitrión, y es ahora, cuando pienso que podríamos haber rematado esta fabulosa jornada viendo el templo, y que pena pensar lo cerca que estuvimos.

 

Ya sólo me queda el consuelo de las fotos que he podido ver de este pequeño santuario, que aunque muy deteriorado, está protegido por el Departamento Arqueológico del Gobierno y, es que su arquitectura, que nos remonta a la gloria de la India de los Gupta es impresionante. En las delicadas tallas que conserva parece interpretarse que en él también se veneraba a Vishnú consorte. Opinión personal que deduzco de otro de los muchos avatares de la diosa “Laksmí”, esposa de Vishnú, diosa de la belleza y de la buena suerte, atributos que podrían entenderse como la felicidad, además su mejor amigo es Ghanesa, conocida como Lokamata o Loka “Mata” (madre del mundo). Y aunque hoy día no está dedicado al culto, era un ritual lavarse las manos y pies antes de visitar el templo, sus restos pertenecen a los estilos arquitectónicos y escultóricos de la antigua India.

 

Han sido más de dos horas y media de trasiego por una oscura NH11 la que nos ha dejado en nuestro destino, un excelente Hotel Ramada, una muy buena habitación con una grande y mullida cama en la que reposar después de este agotador e intenso día. Una vez dejado los bártulos y refrescada la cara con agua fría bajamos a comer al restaurante, vacío hasta nuestra llegada, al rato llegarán Toño y Lidia, cuando ya casi acabamos. Nos despedimos y nos fuimos a la cama. Las luces apagadas y los ojos cerrados, en ese espacio oscuro de bordes rojos comienzan a borbotear imágenes que se deslizan desapareciendo por los bordes empujadas unas por otras, rojos y blancos, figuras geométricas, flores y dorados, capiteles y bóvedas, el esplendor del Taj, del Fuerte, las historias de Akbar y las gentes de esta impresionante India, rendido caigo en un profundo sueño. Mañana comenzamos el verdadero Rajastan.

 

Víctor Díaz López

Febrero de 2013

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