en el estado de KERALA

 

Kumili – Backwaters – Allepey – Cochin

ladrillo de barro, de Madurai a Periyar

Dejamos Tamil Nandu camino de Kerala, en el Sudeste de la India y costas están bañadas por el mar Indico o Arábigo. La región, con una superficie alargada de unos 40 mil km2 cuenta con una población de 32 millones de habitantes e idioma propio, el mayalayon. Es famosa por sus especias, que han atraído desde la antigüedad a fenicios, romanos, árabes y chinos. Con la llegada de Vasco de Gama en 1418 fue colonizada por los europeos, Portugal, Holanda e Inglaterra, que se enfrentaron sucesivamente con sus pueblos por el control de tan preciado negocio. La mayoría de su población hindú convive pacíficamente con las minorías católicas y musulmanes, caracterizándose por su alto nivel educativo, con un nivel de alfabetización que alcanza el 80%. Salimos muy temprano y rápidamente comenzamos a cruzar las últimas y fértiles llanuras tamiles, son tierras negras y rojas salpicadas de casitas donde hombres y mujeres trabajan el arroz, el huerto o cocoteros o, simplemente labran la tierra. Se suman innumerables ladrilleras, aunque rudimentarias en su tecnología emplean mucha mano de obra. Utilizan la tierra roja para producir el único ladrillo que hasta ahora he visto en la India.

moldeando el barro en artesas para hornear

Atraído por esta producción, indagado y observado he llegando a las siguientes conclusiones. Existen dos tipos de hornos, uno permanente que se construye en el interior de una choza y otro, construido mediante el apilado sucesivo de filas de ladrillo, a modo de empalomado, dejando huecos en los que se introduce leña o paja de arroz. En ambos casos se aprecian unas toberas para que circule el aire y se favorezca la cocción. En el segundo de los sistemas, una vez montada la pila, se embarra con tierra y paja, intuyo que en el otro sistema se tratarán así las caras no protegidas por el muro de ladrillo y techumbre de palma de cocotero. En el horno permanente, la estructura principal consta de una corona de pilares interiores más altos de tronco de casuarina o cocoteros y otra en el borde exterior, más bajos ejecutada con prismas de granito al corte, como pilares, la techumbre se cubre con ramas de eucalipto o palma; un muro de ladrillo resguarda las piezas a cocer. La cabaña‒tejar, que estimo de 6x10 metros de dimensiones en planta, parece arder cuando se cuecen los ladrillos, piezas que antes han sido confeccionadas amasando barro a mano e introduciendo la masa en unas artesas para obtener seis tacos, alineados en el suelo para su secado al sol previo a su cocido.

Parque Nacional de Periyar

KUMILI

 

Una vez cruzada la llanura comenzamos a subir la cadena montañosa, las cuestas y curvas serpentean como una cinta bailando al viento, las lindes de vegetación exuberante dejan eflorecer grandes rocas de granito. En los quitamiedos varios macacos saltan de un lado a otro y una cría busca denodadamente a su madre hasta encontrarla. Después de dos horas insufribles de travesía en autobús llegamos al paso de provincia en el “ghat” o puerto de montaña, dejamos definitivamente Tamil Nandu para entrar en Kerala, hemos subido a la Meseta del Deccán.

 

La primera población de Kerala que conocemos es el pequeño pueblo de Kumili, puerta de acceso al Parque Nacional de Periyar. Reserva natural de 777km2 de superficie que cuenta en su interior con un gran lago artificial construido por los británicos en 1895. En esta población en la que nos quedaremos una sola noche se desarrolla linealmente a lo largo de la carretera que la cruza y su economía se basa fundamentalmente en el turismo que visita el Parque y en la venta de las especias producidas en la zona y que ofrecen la mayoría de sus tiendas, en otras es fácil encontrar buen genero en telas de Cachemira y por supuesto, otras tantas con souvenir de todo tipo. Muchos hoteles, la mayoría pequeños.

 

Antes de llegar al nuestro el resort “Tree Top” nos pasaron a visitar una plantación de especias ‒visita concertada‒, nos acompañaba un chaval de una de las tiendas “Especias Cousine” con el objetivo final de publicitarse. Manu nos indicaba que no había ningún tipo de compromiso, a la postre, nadie se acercó por su tienda, situada muy cerca de nuestro resort y de paso obligado. Recorrimos una pequeña plantación en la que a modo de botánico, se podían contemplar, pimienta, vainilla, cardamomo, nuez moscada, azafrán, clavo, etc. así como frutos tropicales, papaya, piña, mango, etc. En la visita, que resultó muy atractiva, también nos enseñaron el árbol del caucho y el método de extracción de su sabia y la producción del látex. Al finalizar el bus nos acercó al hotel, después de dejar el equipaje y asearnos, almorzamos en grupo en su restaurante. A las dos quedamos citados en recepción con objeto de dirigirnos al Lago y dar un paseo en barco. Según nos contó Manu, había cierta dificultad en conseguir las entradas, y pese a que íbamos con hora y media de anticipación, se chafó la visita. La alternativa que nos propuso era dar un paseo por el interior de la jungla de unas dos horas, en el que existía la posibilidad de avistar distintas especies animales.

plantaciones de té camino de Preiyar a Allepei

A las cuatro estábamos en la caseta de los guardas forestales, poniéndonos unas polainas fuertemente atadas, al preguntar el motivo de tanta protección nos indicaron que era debido a las muchas sanguijuelas que nos encontraríamos en el recorrido. Partimos acompañados por tres guardas, al poco de comenzar a caminar nos dividimos en tres grupos, cada uno con uno de los forestales, tomando distintas sendas, el motivo argumentado era el silencio en el bosque y para no estresar a los bichos, según nos recordaba constantemente el guarda. Intenté y conseguí quedarme con Manu, y así poder disfrutar de sus conocimientos, explicaciones y como traductor. Comenzamos y a los escasos metros, por un repecho accedimos a una espesa masa forestal, árboles altísimos que apenas dejaban pasar unos tímidos rayos de luz, en sus copas revoloteaban escandalosas cotorras verdes y periquitos malabares, langures de cara negra saltaban de rama en rama. En el suelo húmedo, mojado y repleto de una alfombra vegetal, se marca el paso de seres vivos, dibujado en tonos pardos oscuros, casi negros. Nos miramos los calzados y ya llevábamos un montón de sanguijuelas queriendo introducirse por las costuras de las polainas, percibiendo claramente la voracidad de estas pequeñas lombrices. Seguimos caminando y comenzamos a ver más grupos de langures cara negra a los que se sumaban otros de cara dorada. La senda se diluía en el descenso, cruzamos una torrentera que bajaba seca, llegando a una balsa abrevadero. Ya en el camino había observado en el barro unas pequeñas huellas con tres dedos, el guarda nos indicó que eran de “sambar” o ciervo indio algo mayor al de nuestro país, sin cuernos y moteado, que cuando es joven parece un bambi. Cerca del charco de agua había un excremento de rumiante, volvimos a solicitar información, resultando ser de bisonte indoeuropeo, de menor tamaño que el americano y que se diferencia de él por vivir en el bosque y no en la pradera. Descansamos un rato y al reanudar la marcha nos introdujimos de nuevo en la espesura, donde avistamos muchos más langures. Al seguir la marcha, en un claro, una pareja de mangostas parecían juguetear. Al girarme, contemplé a un grupo de jabalíes, era impresionante la cantidad de fauna que estábamos viendo, pero aun quedaba más. Al iniciar el regreso, nos topamos con dos bisontes que cruzaban un reguero seco, nos sentíamos más que satisfechos.

 

De repente, noto la mano izquierda húmeda, la miro y está ensangrentada, Manu me ofrece una toallita para limpiarme, no deja de brotar sangre, me había mordido una sanguijuela, que al parecer ya satisfecha de mi sangre, se había soltado. Esta peculiar lombriz (Hirudo medicinalis) se alimenta de la sangre caliente de mamíferos, cuando muerde, segrega unas encimas que anestesia y reduce las sensaciones de la víctima para que no se percate de su ataque y se la quite de encima, actúa como vasodilatador, provocando que las venas cercanas al corte se agranden y aumente el caudal sanguíneo, el péptido anticoagulante natural es la hirudina. Tardó más de tres cuartos de hora en cortarse la pequeña hemorragia, me apreté la toallita a la muñeca con un fuerte nudo y continuamos el camino. Al regresar a la caseta de los guardas, otras dos compañeras también habían sufrido la molesta mordedura de los hirudos, pero en sus casos en sus barrigas y sobre la cintura.

 

Todos regresamos al hotel donde la ducha fue abundante, me curé la herida, primero con agua y jabón y después me puse una tirita con el betadine que me dejaron. Valió la pena el paseo por el Parque. Del resto de jornada, poco que contar, me acerqué al pueblo en donde compré un buen surtido de especias y café arábigo como obsequios, nada más que reseñar. Cumplimente las líneas del día y a la cama en espera de una nueva jornada.

los remansos de Kerala

BACKWATERS

 

Nos hemos levantado bien temprano, destino a Allepey o Allapuza, recorreremos sus Backwaters en una de sus típicas embarcaciones, en la que haremos noche, un kettuvalam. Pero aún nos quedan cinco horas de autobús, cruzaremos gran parte de la provincia de Kerala, la mayor parte en zona montañosa. La carretera llegará a su cota más alta, a los mil metros, los picos más altos que nos encontraremos al paso, raramente alcanzarán los dos mil. El primer tramo del trayecto discurre por plantaciones de té. Resultan curiosas estas plantaciones, como entremeten en la espesura de los arbustos de té, árboles, interpreto que será con el objeto de arrojar sombra y proteger los brotes verdes, me comenta el guía, que incluso aprovechan sus troncos para enredar plantas de pimienta y así optimizar la producción. Le pregunté a Manu, si eran grevilleas, me dijo que muy parecidas, pero que no, aún lo dudo.

 

La carretera serpenteante es estrecha y soporta un tráfico bastante intenso. De tanto frenazo, a nuestro vehículo se le han calentado los frenos y hemos tenido que parar imprevistamente para enfriarlos, diría que de urgencia, salía humo por la delantera del bus. En la segunda parte del camino, las plantaciones cambian, ahora predominan los árboles de caucho, en todos ellos, unos plásticos a modo de faldillas protegen la hendidura que se practica a la corteza y por donde chorrea la savia, que cae en un pequeño recipiente. En éste trayecto, que no era muy largo, apenas había kilómetros donde no hubiese pequeñas casitas y puestecillos de venta de casi todo.

 

Según lo previsto, a las doce llegamos a las proximidades de Allepey, acercándonos al área conocida como los remansos de Kerala o “Backwaters”. Un curioso sistema compuesto por un laberinto de lagunas salobres, más de 900 kilómetros de vías navegables en la costa de Kerala al Mar Arábigo, también conocida como la Costa de Malabar. Esta gran masa de aguas estancadas que se extiende prácticamente por la mitad del estado, se alimenta tanto del mar como de un gran número de ríos que bajan de los Ghats occidentales del Deccán, incluye cinco grandes lagos unidos por canales, tanto artificiales como naturales. El origen de este ecosistema lo encontramos en la planitud del territorio y su poca altitud con respecto al mar, siendo un riesgo el que quizás la elevación de la masa de agua debido al cambio climático provoque su desaparición. El inmenso caudal que baja de las montañas en época de monzones, se equilibra con la entrada del mar en otras secas, llegando a introducir su salinidad hasta 20 kilómetros tierra adentro. Es un ecosistema único, similar a los manglares donde se une el agua dulce de ríos con la del mar, viven muchas especies, acuáticas como cangrejos, ranas o saltarines del fango; aves acuáticas como golondrinas, martín pescador, dardos o cormoranes y otros animales como las nutrias en las riberas. La introducción por el hombre de las grandes plantaciones de arroz, proporcionan al paisaje circundante un intenso color verde. Abordamos los remansos en su extremo Sur, por el lago Vembanad, que con sus 200km2 de superficie es el más grande de la India, linda con los de distritos Alleppey, Kottayam y Ernakulam.

celebrando la misa en St. Mary´s Forane

En medio de este paisaje hay una serie de pueblos y ciudades, que sirven como puntos de partida y final de rústicos cruceros que facilitan el transporte, tanto de carga como de turismo, precisamente a lo que venimos nosotros. No sé como se llama el lugar exacto donde nos dejó el autobús, en una pequeña carretera que discurre paralela a uno de los estrechos canales, nos esperaban las embarcaciones en la que pasaríamos el resto del día y haríamos noche. Estas barcazas son conocidas por “kettuvallams” o casas flotantes, una de las más de 2.000 que surcan las aguas estancadas de Kerala, utilizadas tradicionalmente desde tiempos remotos para el transporte de arroz, especias y otras mercancías de las fértiles tierras cercanas. Aunque su estética es muy homogénea hay gran variedad de formas y tamaños, sus cascos de madera, sustituidos ahora por el acero o la fibra de vidrio, han llegado a tener hasta los 100 metros de manga y son capaces de soportar cargas superiores a las 30 toneladas. Antiguamente tenían una liviana cubierta de paja, para proteger las mercancías, en sus inicios, cuando eran utilizados como el único medio de transporte de la población lugareña en las costas de Kerala, y que en algún momento pasan a ser utilizadas como viviendas. Quedamos distribuidos en tres de estas, ya modernas barcazas, me tocó en la que más gente iba, se nos unieron las dos parejas de mujeres, catalanas y madrileñas. Pero, antes de continuar quisiera aportar algunos datos más sobre los backwaters, muchos de los cuales proceden de las narraciones anteriormente dadas por Manu en el autobús.

 

Dicen que se han utilizado durante siglos por la población local, suponiendo para éstos una importante fuente de riqueza. En las aguas estancadas constituyen el medio básico para el transporte y en el que se apoya el comercio local. La pesca, junto con el secado del pescado y la agricultura, con sus extensos campos de arroz, yuca, plátano y ñame (aún hoy día se realizan importantes esfuerzos para la recuperación de terrenos para nuevos cultivos), a los que se añade con fuerza el turismo, representan el sustento de estas gentes. El reciclaje de las embarcaciones a favor del turismo, ha convertido los remansos en uno de los lugares más populares de la India, donde repunta la construcción o adecuación de viejos botes a las nuevas demandas, en lo que ha sido un oficio tradicional importante. La mayoría de los diseños más recientes se han enfocado para dar respuesta al turismo. Se han incorporado dormitorios con ventiladores o aire acondicionado, aseos, cocina, y una sala de estar‒comedor. Nuestra embarcación, abierta por tres lados (excepto estribor) ofrece buenas vistas de los alrededores y de otros kettuvallam, incluso posibilita tomar el sol en su porche. A veces disponen de unas escalerillas para subir a la cubierta, que a modo de terraza‒balcón permite disfrutar de las vistas e incluso pescar, por su puesto, amuebladas. Las agencias turísticas ofrecen pasar una o dos noches en las curiosas casa‒barco y recorrer los alrededores. Las naos quedan atracadas mientras se realizan las comidas a bordo y por la noche. Están motorizados y disponen de un generador para producir electricidad, a veces son desconectados para que los candiles creen un ambiente singular, o simplemente, para que no acudan los mosquitos. Son gobernadas por dos tripulantes, a los que se añade un cocinero. El abastecimiento de agua para el consumo se almacena en un depósito de plástico o fibra de vidrio. Tanto en el escamoteado de estas instalaciones, como en la ejecución de las distribuciones de éstas modernas viviendas se utilizan materiales naturales, madera de Anjili (una morácea), cañas de bambú, fibra de coco o panambu, cuerdas, esteras de bambú, alfombras, etc. imitando a los kettuvallams tradicionales.

tumba del cementerio de Champakiulam

La primera travesía por los canales duró una hora aproximadamente, hasta atracar para almorzar. La comida india no estaba mal del todo, aunque su condimentación de especias volvía a resultar bastante picante, escasos bocados probé. A mis compañeras todo aquello les resultaba fabuloso, no se porqué, pero a mi no llega del todo. Después de la particular comida india de pollo, verduras y salsas, continuamos la navegación, otras dos horas más surcando los mismos paisajes y territorios, riberas pobladas y colonizadas y una lámina de agua verdosa oscura en la que la vegetación flotante llama bastante la atención. Volvimos a atracar, en este caso para pisar tierra firme. Según la hoja de ruta de Manu, visitaremos la iglesia cristiana de “St. Mary´s Forane” y sus alrededores.

 

Nada más acceder al recinto tuvimos que aportar 25 rupias por usar las cámaras, pensándolo después valió la pena. Comenzaba el oficio religioso de la misa, todo era un espectáculo digno de contemplar, las mujeres a un lado con velo, los hombres al otro, solo había bancos al final de la nave para las personas mayores, no cabía un alfiler, el silencio y respeto eran máximos. Nosotros como siempre, dando la nota, curioseando y haciendo fotos, tarea que concluyó con rapidez, dado el tamaño del templo, exento y de espaldas al canal. Cerca había un pequeño cementerio donde dos jóvenes recordaban a un ser querido, a éstas se les acercó un hombre mayor que las saludó, mire la fecha y el enterramiento era de 2008. Las tumbas eran montículos de arena decoradas con flores, que les confería un aspecto singular. Volví a hacer fotos, el lugar era un tanto inhóspito, diría que inapropiado para el paseo en barco. Esta apreciación no era solo mía, más de uno se preguntaba que hacíamos allí. Lo más provechoso de la visita fue el análisis arquitectónico que realicé de la iglesia de San Mary en Champakiulam, pequeña población en la que se encontraba. La característica más singular del edificio era la ausencia de portada, ni siquiera en la trasera. El acceso a la nave se realizaba desde los laterales, a través de dos porches que protegen la fachada de la lluvia o, por una puerta al final de la nave que conectaba a su vez, con una galería cubierta que enlazaba con otra pequeña edificación cerrada. El esquema es similar al que he dibujado en el diario. Incluso, el campanario es una pequeña torre de hormigón fuera del edificio principal totalmente exenta. Todo pintado de blanco y con cubierta a dos aguas de teja de barro plana la convertía en una bella construcción. Una imagen que recuerdo como algo singular ha sido, la que se ha producido al empezar el oficio, se ha corrido una gran cortina que ha tapado absolutamente el altar, ha quedado descorrida en un momento en el que no me encontraba allí, posiblemente después de la consagración.

ribera de backwaters desde el kettuvalam

Volvimos a la embarcación y continuamos por una ruta que desconocíamos. Al cabo de unas dos horas atracamos de nuevo. Esta palabra en un mero eufemismo, se acercó la nave a un brazo de tierra de unos cinco metros de ancho, quedando atada a un cocotero por dos cabos, igual hicieron las otras dos embarcaciones de nuestra expedición. Serían las seis de la tarde y ya pensamos que al paso que íbamos ya estaríamos acostados. Descendimos de los botes y para aprovechar la poca luz del día que quedaba, nos fuimos casi todos juntos a dar un paseo. Caminábamos en fila india por otra manga de tierra, la que a la postre, nos conectó con una carretera a la que accedimos. En ella, un grupo de hombres reunidos alrededor de un saco tendido en el suelo, exponían un montón de pequeños pescados, algunos aún vivos daban saltos, unos ofrecían a gritos la mercancía que otros compraban y los metían en unas pequeñas bolsas de plástico negro. Nuestra presencia no les paso inadvertida, se nos acercaron y nos decían algo en su lengua, no entendíamos nada. Al poco apareció Manu, nos dijo que nos estaban ofreciendo tabaco de mascar, me atreví a probarlo según sus indicaciones, introduciéndolo entre el labio superior y los dientes, picaba tanto que lo escupí rápidamente. Él siguió carretera abajo en busca de licor de palma. El grupo regresó.

 

El tiempo pasaba lentamente, pero pasaba. Después de ratos interminables de charlas monotemáticas acerca de viajes, cenamos, sobre las nueve estábamos ya acostados. Se presentaba una noche calurosa, todas las ventanas cerradas para que no se introdujesen los millones de mosquitos que pueblan las riberas, el ventilador de aspas sonaba como un motor de explosión, opté por dormir vestido, incluso con calcetines para protegerme los pies de picadas. Sudaba como un condenado, afortunadamente la noche paso rápida y ya el día clareaba asomando sus tímidos rayos por entre las mosquiteras de las ventanas.

 

Dicen que hoy es lunes 13, pero no se si afortunadamente o no, he perdido el control del tiempo. Ni siquiera llego a tener conciencia de cuantos días llevo por estas tierras tan lejanas. El Tiempo ha dejado de tener sentido, el motivo principal del viaje se ha cumplido excesivamente pronto.

anochecer en los backwaters desde nuestro kettuvalam

Se ha ido la luz, esto ocurre durante breves espacios de tiempo, pero según nos cuenta Manu, con excesiva frecuencia. Hemos desayunado y reiniciado la navegación, dejaremos el canal y cruzaremos el lago Vembanad, buscando el puerto de Alappuzha, al que llegaremos en más o menos en hora y media. La mañana está fresca y desde la borda comprobamos el aseo diario de estas gentes, se lavan en la ribera con jabón o simplemente con el agua, los dientes, sin pasta, utilizando cepillo o simplemente con los dedos. Un padre enjuaga a su niño, mientras tres mujeres parlotean mientras se bañan, un joven se acerca a la nave nadando con el único objeto de saludarnos, le respondemos amablemente. La nave arribó al puerto sobre las nueve, una embarcación más pequeña y con motor fuera a borda nos recogió para acercarnos a los pantalanes. Al poco ya estábamos acomodados en nuestros habituales asientos del autobús para iniciar una nueva ruta, en este caso, camino de Cochin, cuyo puerto se encuentra a la salida del Lago al mar Arábigo.

ALLEPEY

 

Conocida como la Venecia de Oriente por la red de canales que serpentean la ciudad y sus alrededores, que se entrelazan para finalmente confluir en el lago Vembanad y que configura lo que podría parecerse a un estuario. Los backwaters se convierten en importantes vías fluviales en el territorio, con una longitud total que llega a alcanzar los 700 kilómetros, rodean la costa y se adentran hacia el interior, tierra adentro, llegando a ser las únicas vías de comunicación en ese singular territorio antes que los caminos y carreteras, y utilizadas por los lugareños como medio de transporte y subsistencia. El ancho es variable, de 200 a 300 metros en los canales principales y de 10 a 30 en los secundarios, mientras su profundidad es uniforme y escasa, de 1 a 2 metros. Sus márgenes, que dan paso a numerosos arrozales o a áreas más urbanas varían desde los 5 a los 30 o más metros; en estos espacios se asientan los núcleos de población, suelo que comparten con palmeras y cocoteros, posiblemente en sustitución de los manglares originales, a veces se puede observar como recogen la savia de cocoteros para la fabricación del tan preciado licor de palma o arak. Como ya he mencionado, son surcados por pequeñas y grandes embarcaciones destinadas a la pesca o al transporte de personas o materias primas, incluso el arroz. Las riberas se encuentran tapizadas de nenúfares, lotos e infinidad de jacintos de agua, base de un rico ecosistema que cuenta con innumerables. La oscura lámina de agua se encuentra con la civilización en sus márgenes, dando paso a otros medios de supervivencia, la principal ahora es el turismo, en los innumerables tenderetes que salpican la ribera y que divisamos a lo largo del recorrido se oferta todo tipo de productos. El cruce de esta población, Allepey, ha sido un visto y no visto, lo único que puedo decir es que me ha parecido grande y hermosa, poco más.

redes de pesca china en las costas del mar Arábigo

COCHIN

 

A las 11,30 hemos llegado al hotel de “Fort Cochin”, nombre del único distrito que visitaremos en esta gran ciudad que antes de Cochin, que antaño se llamó Kochi. Recogeré ahora algunos de los datos que nos ha aportado Manu en el último trayecto en bus y, otros que he extraído de mi inseparable Lonely.

 

Nos encontramos en la costa malabar tropical, por estas tierras que durante milenios ha comerciado sus cotizadas especias con occidente. Conocida por griegos, romanos, judíos, árabes y chinos desde tiempos antiguos, los portugueses, holandeses y británicos se han turnado por su control. De los lusos queda un importante vestigio colonial como son sus dos iglesias católicas, San Francisco y Santa Cruz, a esta última la consideran la catedral del Sur de la India. También una sinagoga de más de cuatrocientos años y un interesante caserío. Llegaron en 1503, estableciendo aqui la primera colonia europea en la India, a la que bautizaron como Cochin. En 1530 fue ocupada por holandeses y en el XVII por los británicos. Y no fue hasta 996, cuando con la Independencia del país recupere su nombre original Malayo, Kochi. La ciudad queda atravesada por las aguas estancadas en su extremo Norte, contando con varias islas y una porción de tierra firme, bañado por el Mar de Arabia la Oeste, cuanta con la mayor área urbanizada al Este. Su núcleo urbano cuenta con más de 600 mil habitantes, alcanzando los 2 millones al incluir su área metropolitana. Es la segunda ciudad de Kerala y su puerto es uno de los más importantes de estas costas, siendo importantes sus industrias químicas y refinerías.

 

Esta gente no se cansa, no da tregua. No hace ni media hora que hemos llegado y ya estamos preparados para ir a ver “las redes de pesca chinas”, comprar pescado y marisco fresco y pedir que nos lo cocinen, todo según las indicaciones de Manu, opina que no debemos dejar pasar esta oportunidad. Aunque no todos salimos juntos, cuando mi grupo llegó, nada mas vernos, empezaron a acosarnos, a ofrecernos pescado, de nuevo el pacense y su amigo argumentan comentan que no tienen ganas, y que pasan, uno de los vascos calienta al grupo para que no compremos, que seguro nos va a salir muy cara la comida, así que terminamos buscando un restaurante. El escogido, también fue sugerido por el guía, “The Charriot”. No obstante, mientras ellos discutian, opinaban y decidian, me dió tiempo de observar unas redes cercanas y como utilizan ese artilugio tan ingenioso.

 

Dicen que las redes de pesca china fueron introducidas en la India por el explorador chino Zheng He, aunque otros opinan fueron los mongoles del Kublai Khan, cuando invadieron estas tierras, donde han permanecido desde entonces. Las que hemos visto se encuentran en la alameda de River Rd, casi en frente del parque Jawahar, en el había unos enormes árboles, pregunté a Manu si los conocía, como no, me dijo que fueron traídos por los portugueses desde el Brasil en el siglo dieciséis y que son conocidos como los “árboles de la lluvia”, en sus cortezas parasitan grandes helechos e incluso orquídeas. Pero volvamos a mirar hacia el otro lado, he contado ocho de estas fascinantes estructuras. Ejecutadas con troncos, creo que de teca y bambú, se anclan en la playa, sumergidas a pocos metros de donde baten las olas, siendo manejadas desde la misma orilla. Se componen de dos partes, un entarimado horizontal a modo de palafito por el que los cinco o seis pescadores que la manejan acceden desde la playa, a unos 15 o 20 metros mar adentro, en él se encuentra la estructura vertical. Se parecen a las grúas de los estuarios. De sus diez metros de altura, descuelga en su extremo superior una red, cuya superficie calculo que abarca unos 20 o 30 metros cuadrados, cogida por unas cuerdas. Se parece a esas canastas en las que se pesan a los bebes, pero gigante. Mediante un sencillo sistema de poleas, desciende y se posa suavemente en el agua hasta quedar sumergida en el mar, imagino que hasta tocar fondo. Allí permanece de 3 a 5 minutos, cuando es izada mediante unos contrapesos de piedra, la giran hacia la plataforma horizontal y recogen la pesca que en ella ha quedado atrapada. En una de ellas que acababan de izar hemos podido observar sus capturas, eran peces pequeños y en los tenderetes venden un pescado de mayor tamaño y especies selectas, grandes gambas y cigalas, estoy casi seguro de que provienen del mercado. Este sencillo e ingenioso sistema funciona según el principio dinámico de los contrapesos y verdaderamente son la gran atracción turística de la ciudad.

las niñas del colegio de la Santa Cruz

Teníamos ya ganas de almorzar, así que quedamos en volver más tarde o quizás mañana. La comida no estuvo mal, uno de los vascos se va convirtiendo en animador, siempre contando batallitas de sus viajes a todo lo largo y ancho de este mundo. Al finalizar volvimos a dar una vuelta por las redes para terminar callejeando. Las mujeres incitan a gastar, les gustan todos los trapitos, pulseras y colgantes; aproveché para comprar en una librería cuya dirección me facilitó Manu, tres “camasutras” y un libro sobre “templos hinduistas en el Sur de la India”. En una de las vueltas que dimos topamos con “la basílica de Santa Cruz”, se encontraba en el interior de un gran patio, en uno de sus laterales se adosa un colegio, al parecer vinculado a la iglesia. Multitud de niñas de unos seis años estaban en formación en uno de sus laterales; aunque la educación es mayoritariamente pública, también es compartida con la privada, como en este caso, ligada a órdenes católicas. En ambos casos van uniformados, como he comprobado en otras escuelas de Cochin.

 

Esta iglesia construida a la llegada de los misioneros portugueses en 1505, es de los mejores ejemplos de la arquitectura tardo gótica de la India. Una de las ocho basílicas del país, elevada a catedral de Cochin por el papa Pablo IV en 1558, además de ser un importante lugar de culto para los muchos católicos de esta ciudad. Es un interesante edificio, de gran belleza arquitectónica, su planta es basilical, de tres naves; en su decoración destacan los colores pastel, tanto del exterior como del interior. Sobresalen dos altas torres campanario que flanquean su portada. En su interior vimos las columnas decoradas con frescos y pinturas murales, siete de gran formato en lona con temas de la pasión y muerte en la cruz de Cristo, especialmente la Última Cena, inspirada en el famoso cuadro de Leonardo da Vinci, muy bonita su hermosa vidriera. Se encuentra estrechamente vinculada a la iglesia de San Francisco y, aunque se librara de ser demolida por los conquistadores holandeses en el siglo XVII, fue utilizada como almacén de armas. Posteriormente fue derribada por los británicos que la reconstruyeron en 1887 en el mismo lugar, consagrándose en 1905, precisamente es el edificio que contemplamos.

basilica de la Santa Cruz

Después de esta visita nos abandonaron los vascos, marcharon a ver un espectáculo de “kathakali” y el maquillaje previo de sus artistas. El resto, continuamos callejeando y viendo tiendas. Volvimos de nuevo a las redes, recorriendo un trozo importante de costa, más tiendas y cambio de moneda. Intentamos buscar “la iglesia de San Francisco”, que encontramos, pero cerrada. Volvimos al hotel para quedar de nuevo en otra media hora. Ya serían las siete de la tarde, a la hora convenida nos fuimos a un bar que queda a dos pasos, dedicando buen rato a charlar y tomar cerveza, la “kingfisher” india por 100 rupias, di buena cuenta de unas cuantas y al hotel. Cuando llegamos nos encontramos a Manu sentado en recepción, lo acompañamos un rato charlando. Nos preguntó que donde habíamos estado y que habiamos hecho. La conversación se alargó cuando comenzó a aportarnos más datos sobre la historia de esta ciudad.

 

Sabéis que fue el navegante portugués Pedro Álvares Cabral quien fundó aquí el primer asentamiento europeo en la India en 1500. Entre 1503 y 1663, Fort Kochi fue gobernada por Portugal, cuya Inquisición persiguió a los judíos aquí establecidos. No os debéis perder ver la tumba de Vasco da Gama, el primer explorador europeo que llega a la India y que fue enterrado en la iglesia de San Francisco, hasta que sus restos fueron devueltos a Portugal en 1539. Le dijimos, «nos hemos acercado, que no cae lejos del hotel, pero que estaba cerrada, mañana lo intentaremos de nuevo». Mi compañero comentó que él y su inseparable catalán la habían visto, que después visitaron el cementerio holandés. «Sabéis que ellos echaron a los portugueses en 1773 y que a los años, en 1814 se la cedieron a los ingleses a cambio de la isla Bangka, que la en convirtieron en un municipio en 1866». Por entonces, el maharajá de Cochin gobernaba conjuntamente con los británicos, y que en 1896 se inició la administración local mediante la formación de ayuntamientos. Por último, nos contó que cuando se produjo la Independencia de la India en 1947, Cochin fue el primer estado en unirse a la Unión por voluntad propia y que sería en 1956 cuando nace el nuevo estado de Kerala, comenzando la recuperación económica de la ciudad, que cobra impulso después de las reformas económicas de la India de finales de siglo, se crean nuevos parques industriales aprovechando las nuevas tecnologias y la infraestructura portuaria termina convirtiendo a Kochi en un importante centro comercial de Kerala. Cansado de tanta información decidí irme a la habitación, con él se quedaron aún algunos compañeros, embobados con sus platicas. Organicé un poco la maleta, llevé al fondo la cantidad de objetos que voy acumulando y, a dormir.

torre del Reloj y sisnagoga Paradesi

Hoy si sé que es catorce de septiembre y, no hemos tenido que madrugar tanto. A las nueve Manu nos tiene preparadas dos visitas, la Sinagoga y el palacio de Mattancherry. Comenzamos andando, el callejeo como siempre, resulta bastante atractivo, pese a que la humedad, que no el calor, resulte insoportable. Es impresionante la cantidad de cabras sueltas que vemos en sus calles, tan sólo dos vacas había cerca de la playa ayer, parece que las sustituyen. Casi todos hemos llegado al primer destino, la sinagoga, empapados en sudor, en el tramo final hemos cruzado el barrio judío. Pero aún no estaba abierta, hemos sido los primeros, mientras abren y no, Manu ha aprovechado para ponernos al tanto del motivo de la visita.

 

Se encuentra en el barrio judío antiguo y es conocida como la sinagoga más antigua y activa de la Commonwealth. El edificio original fue construido en 1568 en los terrenos donados a la comunidad por el Raja de Kochi, que vivían en el Palacio de Mattancherry medianero. Cuando llegaron a la India los primeros judíos expulsados en la tercera diáspora, llegan a formar una próspera comunidad comercial en Kerala, controlando una porción importante del comercio de especias en todo el mundo. Fue destruida en 1662 por los portugueses, fue reconstruida dos años más tarde con el patrocinio de los holandeses y de nuevo, bajo la protección del Raja. También es promovida por la comunidad de judíos exiliados, por lo que se conoce como Paradesi o sinagoga de extranjeros, precisamente la que visitamos. Acoge tres clases de miembros, los judíos blancos, descendientes de los últimos sefardíes de Holanda y España, miembros de pleno derecho. Los judíos negros, primeros colonos judíos de Cochin y, los Meshuchrarim, un grupo de esclavos liberados que no tenían derechos comunales. Hoy en día la mayoría de estos judíos han emigrado en su mayor parte a Israel.

 

Contiene un importante patrimonio, en su sala de oraciones encontramos un púlpito dorado para sus oradores, un relicario que guarda los rollos de la ley o Tora, libro de las leyes judías y las tablillas de cobre de la autorización del rey Chera al establecimiento de los judíos en Cochin, también unas lámparas de araña belgas de unos 200 años y un precioso suelo, dicen que del siglo XVIII, de baldosas de cerámica china en tonos azules y blancos que cuentan con más de quinientos años, motivo por el cual nos obligan a descalzarnos. En el exterior se encuentra una pequeña torre del reloj construida en 1760. En 1968 celebró su 400 aniversario, en un acto al que asistieron Indira Gandhi y el primer ministro indio.

 

Ya el guía nos había abandonado, cuando después de visitar algunas tiendas en el barrio judio decidimos acercarnos sólos al Palacio de Mattancherry. Nuestro pequeño grupo se va consolidando, parece como si nos buscásemos para darnos compañía y seguridad, a una de las catalanas la solicitamos por su perfecto inglés. Ni en la Sinagoga ni en el Palacio, nos fue permitido realizar fotos, únicamente, las exteriores.

palacio de Mattancherry

El Palacio, fue construido como regalo al Raja de Kochi, Veera Kerala en 1555 por los portugueses, en gesto de buena voluntad o soborno, para asegurarse el comercio de especias y para apaciguar al rey después del saqueó de un templo cercano. Fue renovado por los holandeses en 1663, al que le realizaron algunas ampliaciones, conociéndose entonces como el Palacio Holandés. Su estructura cuadrangular desarrolla el estilo tradicional de Kerala, con determinados elementos como sus arcos o la propia distribución, que evidencian la influencia de la arquitectura europea de los colonizadores, llegando a parecer un palacio de estilo medieval. Hoy día, es un vetusto museo con una galería de retratos de los Rajas de Cochin y una notable colección murales mitológicos de la India. La gran cantidad de pinturas se ejecutan según las mejores tradiciones del arte hindú. De motivos religiosos, son decorativos y estilizados, magníficos, pintados en colores cálidos en la técnica del temple. Las paredes de la alcoba se encuentran decoradas con más de cuarenta retratos del soberano y escenas del Ramayana datadas en el siglo XVI. En el techo de madera del comedor aparecen una serie de vasos de bronce incrustados; también es bastante interesante artesonado de madera. En las habitaciones, escalera arriba, destaca especialmente la sala de la coronación, que se realizó bajo el patrocinio de Holanda y que contiene algunos murales. Los mejores, los de Vishnu dormido, Shiva, Krishna, Lakshmi sentada en posición de loto, Parvati y otras diosas y la coronación de Rama. En el lado opuesto de esta sala, una escalera baja al piso inferior, donde hay otras pinturas, de Shiva, Vishnu y Devi; en la siguiente se muestran escenas de la tradición india. La última serie de pinturas pertenecientes al siglo XVIII contiene los retratos de los Rajas de Cochin pintados por artistas locales en estilo occidental. Su techo está decorado con motivos florales y embarcaciones de madera.

 

Entre otro material expuesto vemos un palanquín de marfil, una howdah o asiento para la nobleza en los elefantes, un paraguas real, vestidos ceremoniales usados por la realeza, monedas, sellos y dibujos.

 

Por una gran escalera hemos accedido desde su fachada Norte a la planta alta, donde se encuentran los dormitorios de las damas. A la baja, se accede por una pequeña escalera de madera, a la que habrá de volver para salir. Lo único visitable del Palacio es el museo que ocupa una pequeña superficie de éste. El edificio presenta un estado de conservación un tanto deplorable, el calor que soportamos es aliviado escasamente por unos cuantos ventiladores sobre pedestal. La falta e incluso ausencia de iluminación probocan que la visita no resulte lo atractiva que mereciera.

 

Concluida la visita regresamos de nuevo a las tiendas, las señora mandan. Tiendas y más tiendas, gastar y gastar, me pregunto porqué adquiriré tantos compromisos. Es un barrio antiguo, en el borde del Puerto, que originariamente giraba en tormo al comercio de las especias y que aún conserva un rescoldo mínimo de aquel pasado, que seguramente fue glorioso. Algunas tiendecillas exhalan olor a vainilla, canela, jengibre, comino y clavo. Los vendedores salen de sus locales a la calle avasallan a los paseantes obligándolos a pasar a sus negocios en los que ofrecen todo tipo de mercancías, no sólo especias, otras relacionadas con el souvenir, ropas, telas, figurillas de metal, bronces, calzados, etc. En el callejeo nos topamos con el Museo de la Policía, en una pequeña edificación muestran su historia, uniformes y armamentos. El joven que nos atendió fue amabilísimo, cuando le dijimos «españoles» preguntaba intensamente por lo único que le interesaba de nosotros, el fútbol, Barcelona y Casillas.

iglesia de San Francisco

Hacía la una de la tarde tomamos dos rickshaw, pensamos que era una hora oportuna para volver a las proximidades del hotel, en busca de un restaurante en el que almorzar, eso si, donde sirvieran cerveza fría. Después de comer decidimos visitar la iglesia de San Francisco, la que ayer encontramos cerrada e indicarle también al conserje, tal y como nos ha dicho mi compañero el pacense –que por cierto no se ni donde estará, seguramente con su inseparable catalan– nos abriese el Cementerio Holandés. En el camino he intentado observar la flora del Estadovisto, reconocí fácilmente un ejemplar de pata de vaca o Bauhinea y otros de Ficus religiosa o árbol de buda.

 

La iglesia tiene su origen en una anterior de madera dedicada a San Bartolomé, la primera que se construyó en la India en 1503 por los franciscanos que acompañan Álvares Cabral y Alfonso de Albuquerque en el interior del primer fuerte. Se establecen en estos territorios con el permiso del Raja de Cochin, dándole el nombre a este barrio, conocido como Fort Kochi. En el templo estuvo sepultado durante 14 años Vasco de Gama, quien tras establecer una ruta marítima entre Europa y la India, muere en su tercer viaje por estas tierras en 1524. Hemos tenido la oportunidad de ver la lápida que aún cubre su sepultura vacía, el cuerpo del navegante luso fue trasladado a su patria en 1538. La construcción que vemos de piedra enfoscada, encalada y con cubierta de teja, data de mediados del siglo XVI, la que sustituyó a la primitiva de madera, pasando a ser consagrada a San Antonio. Cuando el dominio de la ciudad cae en manos de los protestantes holandeses en 1663, demolieron todas las iglesias menos ésta y la basílica, que la convierten al anglicanismo. Fue con los británicos y a partir de 1804 cuando es consagrada de nuevo a San Francisco. En el exterior se encuentran los enterramientos de otros navegantes y aventureros portugueses y holandeses. Es austera, pero bastante proporcionada y bonita, la cubierta de teja procede de una reciente restauración.

 

A la salida, le dijimos al conserje que queríamos visitar el Cementerio Holandés, nos indicó el lugar al que llegamos después de él, que se acercó en bici. El abandonado campo santo data de 1724, contiene no más de 50 sepulturas, deterioradas, en un suelo colmado de vegetación en el que destaca un arbusto de franguipan en flor. Todos los enterramientos son distintos en forma y tamaño, de piedra cuajada de líquenes, el aspecto es fantasmagórico y lúgubre. Según la guía, en ellas reposan los restos de comerciantes y soldados holandeses. Al repasar el mapa detecto que se encuentra muy cerca del mar, al que propongo acercarnos, allí nos dirigimos después de la visita.

el viejo cementerio holandés

Dimos un paseo contemplando nuevamente las redes de pesca chinas, en algunas, varios pescadores extraían de la mar escaso fruto. La tarde era plomiza, el bochorno y calor que nos acompañaba nos invitaba a recogernos. A las cuatro y media estábamos de regreso en el hotel, una de las chicas dijo que para cuando quedábamos, que poco quedaba ya que hacer, si acaso acercarnos al bar cercano y reiniciar la tertulia, pero aún es demasiado temprano argumenté, así que aproveché para poner al día el diario y escribir estas últimas líneas. Quizás me acueste temprano, Manu nos ha puesto sobre aviso de que la jornada de mañana será larga, casi todo el día en autobús.

 

Quince de septiembre. Hoy ha sido un día duro de carretera. Hemos salido a las 7,20 de la mañana del hotel de Fort Cochin y hasta las 6,30 de la tarde no hemos soltado el equipaje en el hotel “The Monarc Safari Park” a las afueras del pequeño núcleo de la población agrícola de Bakkapuram, en la falda de la colina que le da su nombre, próximo al pueblo de Masinagudi por el que pasamos antes de llegar. Dejamos la provincia de Kerala para volver a la de Tamil Nandu. En total hemos recorrido 246 kilómetros en 11 de horas, a las que únicamente podríamos quitarle, a lo sumo hora y media, las correspondientes a las tres pequeñas paradas de estiramiento y para almorzar.

material de construcción en el camino de Cochin a Mudumalai

RESERVA NATURAL DE MUDUMALAI

 

Como curiosidad, en una de ellas el conductor ha aprovechado para repostar el bus y he curioseado sobre el precio del combustible, el diesel sale a 41,06rp/lt (0,60€/lt), gasolina sin plomo 54,09rp/lt (0.85€/lt), he comprobado como un motociclista llenaba, bueno eso es un eufemismo, el depósito de su vehículo con tan sólo 50 rupias.

 

A este recorrido habría que añadirle unos 20 kilómetros extras debido a una perdida del camino según la hoja de ruta. Del mucho paisaje que he divisado a través de las ventanillas, he observado que el primer tercio ha sido llano, hasta entrar en las montañas, cruzando un puerto o ghats situado a unos 1.500 metros de altitud. Igual que en los dos días anteriores, no hemos visto el sol, la lluvia nos ha acompañado durante todo el camino y en algunos momentos, principalmente en su discurrir por la carretera de montaña, serpenteante y estrecha, ha sido abundante e incluso torrencial por momentos, pero ya hemos llegado al Parque. En el trayecto final, ya casi de noche, hemos avistado por primera vez fauna salvaje, ciervos sambar, dos bisontes grises y dos jóvenes elefantes, esto de los bichos se presenta a priori interesante.

la belleza de los Nilgirie en Bokkapuram

A la llegada entre nubes y bruma he tenido ocasión de contemplar por primera vez los majestuosos “Nilguiris” o “Montañas Azules”. Esta formación, incluida en la Red Mundial de Reservas de la Biosfera de la UNESCO, cuenta con más de 24 picos superiores a los 2.000 metros, siendo la cima más alta, el Doddabetta, cerca del valle de Udhagamandalam, con 2.637m. Representa la frontera natural de Tamil Nadu con los estados de Kerala y Karnataka, en el borde Suroeste de la Meseta del Deccán. La historia nos cuenta que sus primeros pobladores fueron los Toda, Badaga, Kota, Irula y Kurumbas, que formaron parte de los imperios Chera, Ganga y Hoysala sucesivamente hasta el siglo XII, quienes pasaron al Reino de Mysore huyendo de los británicos, para caer finalmente en manos a principios del siglo XVIII, cuando varios de sus exploradores, científicos y militares se atrevieron a cruzar estas montañas desconocidas. Aun siguen funcionando algunas de las viejas locomotoras de vapor del ferrocarril de montaña que inauguraron los ingleses en 1899.

 

Hoy hemos madrugado bastante. Los bungalows de este resort parece que tiene las paredes de papel, desde las cinco de la mañana siento el traqueteo, e incluso he escuchado alguna que otra frase entrecortada. Ayer Manu contrató tres coches para acercarnos al Parque, desde el contro de acceso salen unos autobuses camuflados y ruidosos que dan unas vueltas por sus sendas, a las que, por su puesto esta prohibido bajarse. Según nos contó, los elefantes son agresivos y atacan a las personas. De hecho, hasta el año pasado estaba permitido caminar, pero desde que muriese una turista francesa y su hijo quedara mal herido al ser atacados por uno de estos animales, se ha prohibido taxatívamente. El elefante se abalanza a lo que entiende como su peligro y a trompazos se defiende, cuando tiene la victima en el suelo la pisotea con las patas delanteras. Esta circunstancia ha propiciado que los controles sean exhaustivos para que a nadie se le ocurra ir a pie.

uno de los muchos pavos reales del P.N. Mudumalai

El Parque Nacional de Mudumalai, declarado Reserva del Tigre es uno los de primeros santuarios de la vida silvestre de la India. Se encuentra en las estribaciones Noroeste de los Nilgiri, de hay el origen de su nombre “Primeras Colinas”. Es el santuario tiene gran diversidad de vida animal, cerca de 50 especies de peces, 21 de anfibios, 34 de reptiles, 227 de aves y 55 de mamíferos.

 

Entre las aves, encontramos especies endémicas como el trogon y el hornbill gris malabares; aves de presa como águilas, halcones, búhos y el buitre indio, parecido al leonado; aves de pequeño y mediano tamaño, muchas de vistoso colorido y plumaje como el papamoscas naranja y negro (única especie casi amenazada del parque) y el periquito malabar, entre otras, varias especies de carpinteros y palomas, gallináceas de la selva como pavos reales, perdices, codornices, gallos, faisanes. Entre los primates que encontramos aquí, están el langur y el macaco. Y como no, los felinos, los más importantes del Parque, el tigre de Bengala (la mayor densidad en toda la India) y el leopardo indio, ambas especies amenazadas, varias especies de gatos monteses que encuentran sus presas entre los ungulados como el gaur, el ciervo sambar, el venado chital y jabalí. Entre los roedores, la ardilla gigante. Los reptiles que podríamos ver son las serpientes pitón, cobras y víboras, o el lagarto monitor. De su población de 2000 elefantes, algunos, en una pequeña proporción, se encuentran en cautividad, no para ser utilizados en el trabajo de extracción de madera como antaño. Al tratarse de áreas protegidas, se dedican principalmente a tareas de apoyo a los guardas, al ecoturismo y al patrullaje de las operaciones de caza furtiva.

 

Por ultimo, la opinión de que el turismo es considerado por algunos como una amenaza para la región, es fuertemente repudiada por los que viven y trabajan en la zona, ya que los centros turísticos, no obstaculiza el movimiento libre de los animales salvajes, se argumenta que la desinformación produce efectos negativos para la zona ante ésta importante fuente de riqueza. También, nos han comentado que en el parque no existe ningún asentamiento humano, habiendo sido expulsados por el gobierno sus pocos moradores, después de la declaración de Reserva Protegida.

chitales en el Parque Nacional de Mudumalai

Ya en el primer ingreso que hicimos ayer nos cruzamos con algunos de sus famosos ciervos moteados y algún que otro gaur, macacos y langures. Eso sí, no vimos, ni creo que veremos ningún tigre, pantera, chacal, jabalí o perezoso. Entre sus muchas aves si hemos podido observar ya a los elegantes pavos reales, también a muchos martines pescadores. Su vegetación es exuberante, desde praderas donde pastan los enormes paquidermos, hasta una variedad importante de arbustos. Entre sus muchas especies de árboles, las más abundantes son las tecas. Nuestro vehículo en el camino ha cruzado por el conocido como río Mayor, donde habitan nutrias y cocodrilos. En la oscuridad del atardecer hemos visto sombras, quizás algún cocodrilo. En los más de 3.000 kilómetros cuadrados de bosque y parques adyacentes, destacan tres tipos, el bosque caducifolio húmedo tropical, en la zona occidental, donde se producen las mayores precipitaciones anuales; el tropical caducifolio seco en el centro y el subtropical seco al Este. Estos se mantiene verde en todas las estaciones, posibilitando que los grandes mamíferos encuentren aquí su alimentación y descanso y, los grandes felinos tengan su coto de caza, aunque quizás sea necesario mencionar el preocupante crecimiento de especies invasoras, como la lantana, que dificultan el proceso de regeneración natural de los bosques.

 

Llegamos al control de acceso al Parque, a las siete menos diez, ya estaban adquiridas las entradas del microbús. A en punto nos acomodados en nuestros (eso es un decir, ya que había ciertas disputas por coger una ventanilla) asientos, y comenzó el trayecto por carretera. Al poco, se para el vehículo y el conductor se baja para abrir una barrera cerrada con un candado. Pasamos al interior, por un camino terrizo y pedregoso que levanta bastante polvo a su paso. El primer avistamiento fue un elefante adulto bastante grande. Súbitamente, se gira hacía nosotros y comienza a correr hacía el vehículo, antes de llegar, se para, se da la vuelta y se va. Fue un momento algo embarazoso, recordamos la historia de la francesa y descubrimos la fuerza de este gran bicho. Junto a él había otro ejemplar, ambos se retiraron a la vegetación espesa sin poder hacer buenas fotos, pero eso quizás sea lo de menos.

 

Seguimos nuestra ruta, más adelante volvimos a ver dos nuevos ejemplares, cerca había varios ciervos chital. En un recodo del camino se encontraba el primer pavo real salvaje que veo en la India, en su medio natural, he visto muchos anteriormente, pero éste en estos bosques me resultaba majestuoso, continuamos. Cual fue la sorpresa cuando de pronto nos topamos con un nutrido grupo chitales, una importante manada, calculo que más de 200 ejemplares, entre ellos machos cornudos y hembras con sus crías y además cerca del camino, todo un lujo. Parecía que todos nos dábamos por satisfechos. El trayecto terminó de nuevo en el control. Poco antes de llegar nos cruzamos con un último elefante con grandes colmillos, este ejemplar, es de los domesticados, utilizado en los trabajos forestales y para apoyo de la guardería.

la amabilidad en las gentes de Masinagudi

Sobre las nueve regresamos al resort para desayunar. En el comedor se plantea la posibilidad de realizar otra ruta para esa misma tarde pero en sheep. Visto lo visto y el precio por persona que costaría, 200 rupias, decliné la opción. Ahora el problema sería a que dedicar tanto tiempo, «pocas opciones tengo, pero entre una cosa y otra ya son las once». La mañana sigue esplendida, el cielo despejado, con algunas nubes y de un azul intenso, quien diría el temporal que nos sacudió ayer. Hace ya un buen rato que el grupo o la mayoría de éste salió en busca de la colina de Bakkapuram, donde se encuentra a media ladera el templo de Sri Marugam.

 

Se trata de un pequeño otero situado a los pies de los Nilguiris, que permite una esplendida visión de este macizo montañoso y del Valle Azul a sus pies. En él, el pequeño asentamiento agrícola y sus huertos, el pueblo Masinagudi al borde de la carretera y más a lo lejos, por supuesto, el Parque Nacional completa una hermosa vista. Salí sólo para disfrutar del paisaje y de la soledad y, por qué no, tener la posibilidad, aunque sea remota, de ver más animales. Nada más salir, en el camino que une el hotel con las casitas de Bakkapuram se me cruzaron dos mangostas, una parecía la cría de la mayor, eran pardas oscuras, a diferencia de las dos anaranjadas que vimos en Periyar. Cuando me acerqué al poblado y miré por uno de los estrechos callejones que lo unen al camino que llevaba, decidí desviarme e indagar. Las casitas eran pequeñas, bajas y humildes, de una sola planta, Observé como varias personas deambulaban de un lado para otro y me miraban con extrañeza, únicamente les solicitaba poder hacerles fotos. Al ver sus caras, parecía como si una sonrisa iluminara sus rostros, toda la comunicación se basaba en gestos, en un escueto “hallo” de unos y un “namasté” de otros. Por los callejones terrizos y encharcados vagaban perros, gallinas y alguna que otra vaca. Una mujer salió en mi auxilio cuando un can se me encaró ladrando y queriendo morderme. Hice varias fotos a encantadoras niñas, mujeres y ancianos, todos predispuestos y amables.

 

Recuperé la senda y salí a la carretera que lleva a Masinagudi, a pocos metros una señal indicaba por donde desviarme para llegar al templo. Un camino marcado por dos hileras de arbustos altos que dejaban a cada lado pequeñas parcelas agrícolas, de momento, la pendiente era leve. Al terminarlo salí a la falda del otero, en el que volvía a quedar marcada la senda a seguir. A la derecha, dos mujeres mayores recogían boñiga de elefante en unos barreños, les hice unas fotos, sonrieron amablemente. Continué hacia arriba, cuando tuve que bordear un pequeño templete, una hornacina contenía en su interior una estatua de Ghanesa, me crucé con una de las parejas, catalanes ellos, siempre van solos, les pedí que me hiciesen unas fotos, también yo a ellos. A partir de aquí la pendiente se empinaba, disfrutaba de lo que veía, por unas escalinatas o rampa-escalera de piedra, cuyas tabicas estaban pintadas a franjas de rojo y blanco, me recordaban al templo de la Roca en Trichi. A su mitad se divisaba un pequeño santuario y al grueso del grupo en la cima. Me acerqué a aquella pequeña capilla coloreada e hice varias fotos, apareció su brahmán, no se donde, me dijo que no pisase con los zapatos el suelo del recinto religioso, le pedí disculpas y le di un donativo. Hacía la cima me crucé con mis compañeros que ya iniciaban el descenso. Arriba del todo se encontraban tres jóvenes lugareños, al llegar me miraron con desconfianza y recelo, les pedí que me hicieran unas fotos y automáticamente se distendieron, les pregunté sus nombres y a los minutos nos despedimos cordialmente, ellos iniciaron la bajada. Dispuse de unos minutos en la soledad de la cima, las vistas eran preciosas y el viento soplaba con fuerza, me sentí privilegiado. Después de un rato decidí regresar, volví a acercarme al templo (de Sri Marugam), allí estaba aquel hombre con aspecto de asceta, con barba y pelo largo gris ceniza descuidado, nos miramos y me despedí. Bajaba lentamente, contemplándolo todo, frente a mis ojos los majestuosos Nilgiris.

brahman del templo de Sri Murugan

Llegué a la carretera y la continué en dirección a Masinagudi durante un rato. Sin una clara idea y un porqué, decidí dar la vuelta y regresar al hotel. En la comida Manu expuso la visita prevista en sheep para las cuatro de la tarde, fui el único que declino tal posibilidad. Después del almuerzo me fui a la habitación y me eche una siesta, cuando desperté, eran las 4:30, buena ocasión para dar una nueva vuelta. Al salir me encontré a dos compañeras, que a última hora también se habían descolgado. Me preguntaron que a donde me dirigía, les dije que al pueblo a dar una vuelta, dijeron que si no me importaba que me acompañasen. Les comenté que por la mañana, cerca de la carretera había visto un hotel con unos preciosos jardines, les invité a que viniesen conmigo. Aprovechando las dotes de idioma de una de ellas, accedimos al hotel y pedimos en recepción que si le podíamos dar un vistazo. No dijeron que sí, terminamos dando un paseo por sus jardines. La verdad es que su vegetación, selecta y cuidada es preciosa. Satisfecha nuestra curiosidad reemprendimos el regreso, ocasión propicia para hacer más fotos a las gentes de estos lugares. Llegamos de vuelta al hotel con el tiempo justo de darnos una ducha y prepararnos para la cena, el día acababa. Ya en el restaurante nos reunimos con los demás compañeros que venían muy contentos de la fauna que habían avistado. El día se acabó y me preparé para una nueva jornada.

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© Víctor Díaz López