IIIa. MADHYA PRADESH

SHIVPURI, GWALIOR, DATIA, ORCHHA y KHAJURAHO

 

Septiembre de 2013

El jardín de los bungalows del Tourist Village Resort

SHIVPURI

 

La noche está cerrada y las primeras impresiones de Madhya Pradesh tendrán que esperar a mañana; la visión en la oscuridad es escasa, únicamente es penetrada por los rayos luminosos de nuestro vehículo y de otros que nos adelantan o encontramos de frente. Hace ya unos minutos que dejamos el paso fronterizo (coordenadas google earth 25º16’04.97”N – 77º24’22.42”E elevación 397metros) y aún nos quedan unos 60 kilómetros hasta nuestro destino. Parada obligatoria, repostar, únicamente pudimos estirar las piernas y fumarnos un cigarrillo, ya siempre en corrillo con Toño y Francisca. Reanudamos la marcha y después de otros cuantos de desvíos, bacheo y vacas llegamos cerca de la pequeña población de Serai Buzurg donde giramos a la izquierda para continuar por una carreterilla comarcal, estrecha y oscura en la que de vez en cuando nuestros focos alumbran al enésimo rumiante que apaciblemente aparece en la calzada como si no ocurriese nada, me encantan. En poco más de 15 kilómetros llegamos a las inmediaciones de Shivpuri, nuestro conductor o las indicaciones de Marco no llegan a ser suficientes y damos vueltas sin sentido aparente, alguien comenta que nos hemos extraviado, será la noche tan oscura, o lo precario, o porqué no, la ausencia de señalización.

 

Por fin llegamos a nuestro hospedaje, el complejo administrado por el gobierno del estado “Tourist Village Resort” a orillas del Lago Sankhya. Entramos en el edificio de servicios a recepción, también dispone de varias salas de estancia, comedor y cocinas, aunque vetusto es agradable. Siguiendo la tónica de los check-in, nos recibieron con zumo de frutas y toallitas húmedas y muy frías, cortesía del establecimiento y que por supuesto es de agradecer mientras esperamos a que se resolviese el ingreso y a que Marco nos repartiese las llaves y por fin, dirigirnos a nuestros respectivos bungalows. Acordamos quedar en una hora para una nueva cena de grupo. Acompañados de un chaval que nos lleva las maletas cruzamos un jardín, iluminado por unas cuantas farolas que apenas dejaban ver unas esplendidas palmeras cocoteras o, las praderas de césped y parterres, rodeados por pequeños muretes de ladrillo pintados, aunque algo añejo, adornan un conjunto que parece muy cuidado. En el borde más alejado comienzan a asomar los bungalows, se organizan en grupos de dos y en dos niveles buscando las vistas del lago; el nuestro se sitúa en la planta inferior, bajando por una empinada e incomoda escalera.

entorno del templo Bhadaiya Kund

La habitación, sin duda la más casposa de todas en las que nos hemos alojado hasta ahora, olía a humedad y algunas cucarachas y grillos al detectar nuestra presencia correteaban por las esquinas en busca de algún escondrijo. La ducha del baño consistía en una simple alcachofa en la pared, un inodoro y un anticuado lavabo de porcelana blanca el cual disponía de una balda de vidrio y un escueto tubo fluorescente, un fuerte contraste con los establecimientos en los que nos hemos alojado hasta ahora y de donde venimos, que aunque sólo fuesen de 4 estrellas, evidenciaban un excelente lujo. La ducha fue rápida, aprovechamos para cargar las baterías de las cámaras y sacar lo indispensable de las maletas para la muda, en la que también buscamos con cierta ansiedad el repelente de mosquitos, la cercanía con el lago y el croar de alguna rana en el exterior nos ponía sobre aviso.

 

Cuando llegamos al comedor faltaban pocos compañeros, quizás las más coquetas que se arreglan para la cena y así flirtear con Marco, que con sus 35 años, su cara de niño bueno y su don de gentes hace las delicias de las féminas. Mientras esperábamos la comanda, nos entreteníamos devorando los deliciosos naan y chapatis y como no dando cuenta de las deliciosas kingfisher, ubicados en el extremo más alejado de una gran mesa rectangular que nos habían preparado, nuestro guía exponía las actividades de la mañana siguiente.


Ya ha quedado con recepción para que nos llamen a las 7:00, media hora para prepararse y llegar al comedor donde estará listo el desayuno. A las ocho cargaremos el equipaje en nuestro coche, dejamos el Resort y nos dirigiremos al Parque Nacional de Madhav al Oeste de la ciudad, 150 kilómetros cuadrados de exuberante y verde vegetación e importante refugio para la fauna. Será fácil avistar manadas de cérvidos, chinkaras, gacelas india y chitales y, otros mamíferos como nilgais, sambar, chausingha, blackbuck, oso perezoso, leopardos y langures. Igualmente y si tenemos suerte, disfrutar de su rica avifauna, en sus lagos artificiales anidan en invierno gansos migratorios, el porrón común y gran variedad de ánades, casi seguro que nos toparemos con martines pescador, garzas reales o numerosas garcetas. Terminado Marco de esbozar las posibilidades del Parque, entre las que se incluye, si vamos bien de tiempo, hacer un “safari”, bueno eso vuelve a ser un eufemismo, un paseo en todo terreno para intentar ver alguno de sus 12 tigres (Panthera tigris tigris), los descendientes de la pareja que fue introducida en el parque hace unos años, en 1989 para mejorar para aumentar los individuos de esta especie tan castigada. También mencionó que nos pasaríamos a ver, aunque solo fuese por fuera, el Castillo de George V, que se encuentra en uno de sus oteros más elevados, nos contó que fue mandado a construir en 1911 por el gobernante Scindia Jiyaji Rao para una supuesta visita que nunca llegó a producirse del monarca inglés, que dicen, se acercaría a estos territorios a cazar tigres de bengala y descansar allí por la noche, ya por entonces era conocida la existencia de muchos de estos felinos en estos pagos. Pues como decía, terminando su exposición y después de que un nativo le susurrase algo al oído, no tuvo más remedio que retractarse de todo. Mala suerte, mañana será 10 de octubre, miércoles y el miércoles descansa el personal encargado de la Reserva, por lo que está cerrada. Se anula la visita, otra vez será. No se si un tanto desairado o decepcionado me fui, nos fuimos a dormir, pensaba que para nada serviría enfadarse, la realidad sobrepasa cualquier deseo y eso es lo que nos ha tocado.

 

La claridad entraba por las ventanas y aunque aún faltaba mucho tiempo para que nos llamasen, decidimos levantarnos y dar un paseo por los alrededores. En los exteriores de recepción aparece un muro alargado que corona una pequeña ladera que comienza en la orilla del lago, se ven algunos langures trepando por los muchos árboles que se agolpan en un estrecho entrante hacia la derecha en el que se divisa en la lejanía unas gentes bañándose. A la izquierda aparece casi completa la lámina de agua del embalse Saknhya que se creó taponando el río Manier en 1918 para asegurar el agua durante todo el año en el Parque y posibilitar e incluso ampliar su biodiversidad, incluso llegamos a oír en el Resort que cerca de sus orillas viven un buen número de reptiles, ellos dan fe de haber visto cocodrilos y lagartos monitor, yo desde luego, ninguno; si se divisa desde esta pequeña atalaya y en esta mañana tan clara y limpia en el horizonte son las ondulaciones cubiertas de espesa vegetación y en un primer plano no muy cercano, el Club Náutico de Vela y un pequeño muelle o pantalán cerca de él.

el manantial del templo Bhadaiya Kund

Me acerqué al comedor y aún no tenían preparado el desayuno, así que pensé que intentaría aproximarme al lugar donde se bañaban aquellos hombres que ví antes. Saltándome por unos muros llegué a unas escalinatas que bajaban a la lámina de agua; parecía como si un estrecho brazo del lago se introdujese en la espesa arboleda; pero me equivocaba, no era el embalse el que penetraba, en el fondo se divisaba un manantial, por unos caños metálicos brotaba abundante agua que chorreaba por la cubierta de una sinuosa galería, éste era el que verdaderamente vertía el agua al embalse; mas tarde supe que las aguas que brotan son ricas en minerales y dicen tener propiedades curativas, quizás por ello se bañaban allí aquellos hombres, extrañamente solo había varones. También es cierto que son muchas las viviendas de indios que carecen de red de abastecimiento de agua corriente y que ante tal ausencia suelen asearse en ríos, embalses, pilones, donde quiera que se encuentre el tan deseado líquido elemento, necesario en el aseo matutino. A medida que me asomaba y observa a estos detecté una pequeña capilla con un Shivalingam y su correspondiente Nandi, un par de pasarelas unían ambas orillas del desagüe, lo que me permitió acercarme a la capilla y pasar después a la galería en cuyo interior había un surtidor dentro de una pileta en cuyo interior un hombre en paños menores, quizás un brahmán vertía agua en varios lingam dentro de un singular estanque que a su vez desaguaba por unas cabezas de toro. Unos cuantos se aseaban claramente, uno incluso utilizaba champú bajo un chorro de agua. Pero no todos hacían lo mismo, en un recinto un poco más resguardado un grupo se encontraban sentado sobre un tablón alargado ligeramente sumergido y apoyado en piedras, dispuestos en la fácil postura de la meditación, tocadas sus cabezas con pañuelos blancos y en sus manos unos manojos de palmas con las que sacudían el agua al ritmo de las estrofas que recitaba un brahmán sobre el muro. Nos miramos mutuamente y les sonreí, pensé que perturbaba sus rezos y me marche (coordenadas GE 25º25’18.98”N – 77º41’37.46”E, elevación 436mts), ¿estarían ya desayunando?

abluciones y lecturas de mantras en el manantial

Regrese al hotel, aún Francisca se encontraba en la habitación, recogimos el equipaje que dejamos como todos en recepción y nos fuimos al comedor a desayunar. Como era de esperar, las viandas no fueron tan exquisitas como en los anteriores hospedajes, pero dimos cuentas de tostadas con mantequilla, mermelada y tortillas francesas, bollería y abundante café con leche; suficiente desde luego. Ya iba siendo habitual reunirnos con Toño y Lidia, en el jardín delantero y fumamos unos cigarrillos mientras se iba completando el grupo; al llegar Marco nos indico que aunque cargásemos el equipaje en el autobús, daríamos una vuelta por un templo shivaita que se encuentra no muy lejos de allí, quizás fuese la supresión de la visita al Parque Nacional de Madhav lo que había propiciado este cambio de planes.

Madho Rao Scindia

Salimos todos juntos, paseando, el día volvía a ser como todos los anteriores, esplendido. Tomamos por la calle de gravilla interior del complejo hasta llegar a la puerta de acceso al Resort, desde allí giramos a la izquierda por un camino que bordea la propiedad del hotel, en viejo cartel azul de la oficina de turismo de Madhya Pradesh con una flecha que nos indica el camino a seguir, nos dirigimos a Bhadiya Kund, nombre de un área recreativa en torno a un manantial. A medida que nos acercábamos me daba cuenta que era el lugar por el que había paseado antes sólo, así que poco más que contar de lo que tuve la suerte de disfrutar hace algo más de media hora, eso sí ahora me pude hacer fotos para poder atestiguar que estuve allí, que no es el caso. Estuvimos un buen rato, sin prisas, quizás hoy hasta nos va a sobrar tiempo. Cuando salimos nos dirigimos a nuestro coche que nos acercaría en no más de veinte minutos a los afamados cenotafios de Shivpuri.


Ciudad y distrito en el Noroeste de Madhya Pradesh muy relacionada en la antigüedad con el dios Shiva del que parece tomar su nombre. Son pocas las noticias que se tienen de aquellos primeros tiempos, comenzando este lugar a tomar protagonismo cuando los emperadores mogoles utilizan sus bosques, los que hoy forman parte del Parque Nacional Madhav, como coto por su excelente caza, incluso el Akbarnama narra cuando el emperador Akbar capturó manadas de elefantes para su ejército al regresar de Mandu en el año 1564. Más tarde fue explotado por los shikaris o cazadores reales quienes cobraron magníficos tigres en estos mismos territorios.

 

Pero si por algo se conoce Shivpuri en la era moderna de la India es por los Scindias, un clan perteneciente a la Confederación Maratha que gobernó durante los siglos diecisiete a veinte en todo el estado de Madhya Pradesh. A su historia asociamos nombres como el Ranoji Bhoite, general de Maratha que conquistó la región de Gwalior en el dieciocho o, hechos tan significativos como la conquista del reino por los británicos a finales de siglo, con quien curiosamente llegaron a establecer un tratado de mutua defensa, desde entonces el control pasará sucesivamente de unos a otros. No obstante, se dice que el impulso y desarrollo de la ciudad se produjo a partir de 1859 por el líder Tatya Rao Scindia de la vecina Gwalior, distrito con el que Shivpuri linda al Norte. Construyó un gran palacio y convirtió la capital en el destino de sus “vacaciones” de verano, llegando incluso a trasladar aquí en los meses de estío hasta las oficinas gubernamentales. Y es que este clan, aunque también tenían palacio en Orchha, prefería estos lugares más frescos y con el plus que les procuraba la distracción de la caza.

jardín mughal sobre un estanque

Pero sin duda alguna, una de las grandes atracciones de esta pequeña ciudad son los chhatries reales o cenotafios, que se hicieron erigir los Príncipes Scindia para perpetuarse en el tiempo, en ellos no se custodian sus restos, ya que eran incinerados al ser hinduistas. Se sitúan en el borde Este del núcleo urbano, un tanto apartados, como en terreno de nadie. A este singular cementerio llegamos sobre las diez de la mañana, nos quedaba relativamente cerca, a escasos dos kilómetros desde nuestro hospedaje. La estrecha carreterita nos dejo frente a una pequeña explanada terriza en la que destacaba bajo una arboleda reseca unos pequeños tenderetes de venta de refrescos y otras chucherías, tan solo uno de ellos abierto. Una verja daba entrada al recinto, esperamos a que Marco comprara los correspondientes tiques y accedimos, al final del camino de piedrecillas nos tuvimos que descalzar.

chatri de la reina Sakhya Raje

En el centro, un jardín mughal compuesto de dos mitades cuadradas en un único espacio de 125x65m. La primera mitad es un gran estanque en cuyo centro dispone de templete cuadrado elevado sobre una tarima inaccesible con unos pequeños Shiva lingam y Nandi; su cubierta es plana, soportada por tres esbeltas columnas por lado en las que apoyan arcos poli-lobulados, todo en inmaculado blanco. Al centro se accede por cuatro pasarelas en forma de cruz que parten de los de los medios en los bordes exteriores, en sus inicios quedan flanqueadas por dos chatris cuadrados cada una. Sobre la lámina de agua verde oscuro se reflejan las balaustradas de los caminos, los chatris y cenotafios, flota gran cantidad de verdina de un tono quizás más claro en las que croan diminutas ranas que saltan al agua cuando detectan nuestra presencia. Este hermoso jardín de agua preside el cenotafio de la reina Sakhya Raje Scindia, el mayor de los dos que hay. El otro es el de su esposo, el chhatrie del rey Madhav Rao Scindia, se sitúa en el otro extremo del jardín pero escorado a la derecha, dejando que el eje ceremonial que recorre el bulevar exterior remate su perspectiva en el chattrie de la Maharani (GE 25º25’32.48”N – 77º41’01425E, elevación 448mts), curioso es que su dirección no coincida con los puntos cardinales y presente un ángulo de 35º Suroeste – Noreste.

interior del Chattrie de la Maharani

Nada más descalzarnos y darle un vistazo al conjunto para hacernos una idea, por cierto en la visita volvíamos a ser los únicos, una suerte, accedimos a ver el cenotafio de la Maharani Sakhya Raje, el más majestuoso de los dos. Sobre su descripción arquitectónica podría aportar que su diseño parece beber de la arquitectura europea; su planta basilical consta de un cuerpo principal, una gran sala de dos plantas de altura y cubierta plana que en su interior presenta un espacio de doble altura rodeada de una doble galería de estilo mogol, en la portada un porche cubierto con una sikhara, cubierta apepinada puntiaguda característica de los templos hindús, sobre cuatro columnas; a ambos lados dos pequeñas torres de planta cuadrada rematada por chatris muy elaborados y que esconden las escaleras de acceso a las galerías de la segunda planta inspiradas en la arquitectura rajput. Al fondo se encuentra, no se si sería apropiado decir una capilla, una sala de cerramientos ciegos cubierta con otra gran sikhara que se eleva sobre el resto del chattrie y que aloja en el centro una estatua a tamaño natural de la reina en mármol blanco extremadamente pulido que luce un bonito sari naranja, en su cuello cuelgan dos guirnaldas; las fotos de las paredes, imagino que serán de sus antepasados o personajes coetáneos relacionados con su vida. Al edificio, que se asienta sobre un entablamento, se accede por una escalinata en su puerta principal, exteriormente es todo blanco, diría que utilizando mármoles, caliza y estucados, algo ennegrecido por las lluvias. Por ultimo, mencionar que en su decoración interior destacan los dibujos geométricos y florales dorados, como no podría ser de otra forma y, que del techo cuelgan lámparas de estilo “deco” y ventiladores de aspas.

cenotafio de Madho Rao Scindia, foto Toño Gómez

A la salida de este primer cenotafio paseamos por los alrededores del gran estanque, recorrimos sus pasarelas y visitamos su templete central. Subimos por unas escalinatas que parten el jardín y la parcela en dos y pasamos al jardín verde, este se vuelve a dividir en dos mitades rectangulares, la de la derecha, al Noroeste esta ocupada por el cenotafio del rey Madhav Rao Scindia, en la otra mitad encontramos un delicioso y esbelto templete octogonal con una cúpula de gajos y un pináculo de bronce que ocupa el centro de una plataforma pavimentada rematada con cuatro faroles de piedra en sus esquinas, el resto de la superficie es de césped, un tanto descuidado y con muchas malas hiervas, en los bordes de los caminos un seto bajo de arrayán y cipreses modelados en las esquinas de los caminos. Todo el conjunto queda rodeado de una tapia que lo aísla del exterior, al fondo se encuentra una puerta que lo conecta con un bulevar ceremonial del que no nos percatamos. El cerramiento se jalona en sus puntos medios con unas torres octogonales a las que ellos llaman burj, son como garitas, a las que se acceden por escaleras exteriores. Nos subimos en una de éstas y pudimos observar como este espacio sacrosanto se encuentra en un claro de un bosque, rodeado de enormes árboles. Nos acompañaba, quizás más cerca de Marco que de los demás, un indio que charlaba con él y le aportaba algunas explicaciones, no llegué a saber si se había incorporado por su cuenta o era un guía local ya contratado. Pero si me refiero a él fue porqué en un momento dado indicó que las dos edificaciones menores y alargadas continuas con el cerramiento, estaban destinadas a las dependencias del mantenimiento del conjunto y donde viven unos empleados que se dedican a que las flores e incienso de ambos cenotafios no falten, son de dos plantas y tiene una terraza balconada en la planta superior que me recordaba muchísimo al Mubarak Mahal del Palacio de Jaipuir.

interior del Chattrie de Madho Rao Scindia. trabajos de piedra dura y yalis.

Por fin entrábamos chattrie de Madhav Rao, aunque más pequeño que el de su esposa la maharani. Es de una sola planta, está mucho más elaborado, es en su totalidad de mármol blanco, decorado con la técnica de la piedra dura, imitando descaradamente al Taj Mahal. Su estructura compositiva es idéntica al primero, sala basilical, portada flanqueada por torres octogonales y rematadas por chatris y capilla coronada por una esbelta sikhara, los trabajos están realizados con piedras semipreciosas de colores exquisitos, la mayoría son dibujos florales en los que revolotean pájaros, mariposas o dragones, delicadas son también sus celosías o yalis de piedra o las puertas de bronce y madera; hasta los techos están forrados de mármol, con dibujos en estos casos dorados, en ellos también cuelgan recargadas lámparas de cuentas de vidrio y piedras de colores. La sala esta presidida por un precioso Nandi negro que mira al maharajá rindiéndole pleitesía, aunque entre ambos y como no podría ser de otra manera se encuentra un sivalingam sobre su correspondiente yali o almeja, una posición estratégica en la ordenación de los símbolos. El figura de rey se encuentra en el interior de una hornacina y como la reina, es de mármol blanco pulido y brillante, luce una túnica rosa palo y unos collares de guirnaldas decoran su cuello, en sus manos porta una espada curva enfundada en rojo, es curioso y kitsch como tiene los ojos, cejas, pestañas y labios pintados sobre el mármol pulido de su figura, un gran mostacho luce sobre su labio superior.


A todos mis compañeros les encantaba este edificio, incluso yo mismo reconozco la tremenda calidad de estos artesanos. No obstante, quisiera reflexionar sobre las fechas que aparecen en una lápida en la fachada exterior, a la derecha de la puerta principal en la que queda datado este cenotafio: Este Chhattri a la memoria del difunto Teniente General Sir Maharaja Madho RAO Scindia Alijah bahadur GCSI, EGB, Doctor en Derecho, DCD, de Gwalior, se inició en el año 1926 (samvat 1982) por orden del Consejo de Regencia. La primera piedra fue colocada por Su Alteza el Maharaja JIWAJIRAO Scindia Alijah Bahadour el 6 de enero 1926 (samvat 1982) y se terminó en el año 1932 (samvat 1989). La construcción se llevó a cabo bajo la dirección de Sir Col Hashmatulla Khan Kt Home miembro Gobierno Gwalior y supervisión de Rai Bahadur SNBhaduri CEMIE Ingeniero Supervisor por Asghar. Ali Khan Ejecutivo Ingeniero de costos totales de Rs. (samvat: era cronológica india +57 años).

en el templete del jardín mughal del estanque

En general todo el conjunto es como una tarta historicista que por muy bonita que pudiera parecer, no debió de haberse construido en 1932, seguro que para el regodeo de estos ricachones, reyes que vivían como eso, como privilegiados y aunque algunas migajas le cayesen a su pueblo no se cortaban en erigir estos monumentos opulentos vanidosos y ególatras, me recuerda al Palacio de Jaipur y me trae a la mente la arquitectura que por aquellos años ya se hacia en la vieja Europa, desde la Villa Savolle de 1929 Le Corbusierque años más tarde, en 1950, proyectaría Chandigarh o que la sede de la Bauhaus que firma Walter Gropius en 1927. Se me podría tachar de de irreverencia, pero la historia de la arquitectura tiene sus propias pautas y esto no es más que el historicismo que desarrollarían nuestros arquitectos regionalistas, con los que también discrepo. De todas formas la visita había resultado interesante.

 

Nos despedimos de nuestro acompañante indio y nos encaminamos al vehículo que ya nos esperaba con los motores en marcha. Serían las once de la mañana, en la explanada de los quioscos esperamos a que llegaran todos. Rápidamente dejábamos Shivpuri, habíamos tenido que cruzarlo para buscar la NH3, la national highway que nos acercará sin desviarnos a nuestro próximo destino, la ciudad de Gwalior de la que nos separan tan sólo 118 kilómetros que haremos o hicimos en dos horas y media, así que más la media hora de la parada en un dabha en tierra de nadie, sobre las 14:00 descargábamos los equipajes en el excelente hotel que nos toca en el nuevo destino. Pero no avancemos acontecimientos. La mañana era como en todos los días anteriores, calurosa, el cielo nuevamente sin nubes, limpio y radiante. Y aunque en el autobús pasásemos algo de frío era el lugar ideal para trasportarnos. Las carreteras estrechas aunque se llamen autopistas y se estén desdoblando muchos tramos, son lentas, el promedio no alcanza los cincuenta, pero no importa, mientras unos duermen y otros leen yo me dedico a mirar el paisaje sabiendo que son pocas las miradas que regalaran estos momentos. En los tramos más monótonos me dedico a leer información relativa a estos lugares. Ahora me toca repasar algunos datos de Madhya Pradesh, así que aprovechare el trayecto para tomar un mínimo contacto con las características del Estado al que ya llegamos ayer.

las fértiles tierras de Madhya Pradesh, plantación de soja

EL ESTADO DE MADHYA PRADESH

 

Conocido en hindi como la Provincia Central y a veces por sus siglas MP es un estado ubicado en el corazón geográfico de la India, su capital es Bhopal. Limita con los estados de Uttar Pradesh al Noreste, Chhattisgarh al Sureste, el Distrito Federal hacia el Sur, Gujarat, a Oeste, y Rajastán a Noroeste. Está atravesado por el río Narmada que lo divide en dos grandes cuencas, la mitad Norte drena hacia la cuenca del Ganges y la Sur al Godavari y Mahanadi, circunstancias que favorecen una rica agricultura, sus cultivos más abundantes son el trigo, el arroz, las legumbres, la soja y la mostaza; circunstancia que contrasta con la situación de desnutrición de su población calificada por el ISHI (índice de hambre en la India) como extremadamente alarmante, comparable a Etiopía. Otra de las causas favorables para su bondad es la existencia de magníficos ecosistemas, llegando a ser considerado el Estado reserva de biodiversidad. En sus muchos bosques tropicales encontramos grandes poblaciones de teca (Teutona grandis), sal (Shorea robusta) y bambú (Bambusoideae) que también suponen una importante fuente para su economía.

 

Con respecto a la historia que decir, como en toda la India, son muchos los vaivenes que se van sucediendo a través de los años y creo necesario hacer aunque sea una breve reseña para poder entender mejor los lugares que visitamos. De aquí surgió en el siglo 6aC el reino de Malwa, un siglo después se estableció el importante imperio Maurya, que entró en declive después de la muerte de Asoka el Grande, fabuloso personaje del que más adelante daré unas pinceladas. Estos territorios cruzados por importantes rutas comerciales se los disputaran los Sakas y los Kushanas. Ya en nuestra era, entre los siglos 4 y 5, periodo conocido como la Era Clásica, fue dominado por el imperio Gupta. Después de un fraccionamiento en pequeños reinos le sucede la Edad Media con los clanes Rajput, entre ellos los Paramaras de Malwa y los Chandelas de Bundelkhand y Khajuraho. Durante todos estos siglos estos territorios son importantes centros de la religión hinduista y budista, hasta la llegada de los musulmanes del sultanato de Delhi en el siglo trece. Tras la caída del sultanato resurgen los reinos rajput que son relevados por el famoso rey afgano Sher Shah Suri, el que derrotó al mogol Humayun en 1540 y quienes se llevan la capital a Gwalior. Los afganos eran grandes y ambiciosos guerreros, que como no, les paró los pies el Gran Emperador Mogol Akbar (1556-1605), quien establece aquí un nuevo límite para su imperio. También en MP gobernaron los mogoles, pero fue tras la caída de Aurangzeb y la llegada de los pequeños emperadores cuando los clanes Marathas comienzan a controlar estos territorios hasta la llegada de los ingleses, que pasan a gobernar tras ganar la conocida tercera guerra anglo-maratha en 1818. Los antiguos reinos se convierten en estado principescos de la colonia y no será hasta 1956 cuando todos estos se unifiquen en el estado de Madhya Pradesh, pasando Bhopal a ser la capital.

 

Como es natural todas estas vicisitudes han dado origen a un estado con una importante mezcla de grupos étnicos, pero con una característica común, su religión, el hinduismo, que profesa más del 92% la población,y de ella sus innumerables castas como los Scindhia, Rajputs, Gurjars, Ahirs o Jats; o tribus y aunque el idioma más hablado es el hindi, también oiremos marathi o gujarati, obviamente todas estas peculiaridades tan diseminadas siempre han sido un obstáculo a su crecimiento económico, no cultural, que por cierto es riquísimo. Como en la música clásica donde destaca el Gharana Gwalior o en la música folclórica, donde aún sobreviven algunas danzas populares.

 

Sobre su situación actual ya comente antes sus excelentes condiciones para la producción agrícola en contraste con la situación de hambruna en algunas zonas; con respecto al sistema educativo, en el Estado podemos encontrar un buen número de colegios destinados a la enseñanza primaria y secundaria distribuidos por todo su territorio, así como otras instituciones de formación técnica superior, educativas y de investigación, en la que destacan sus universidades dedicadas a la investigación y desarrollo tecnológico, En una economía muy pujante quizás se deba por lo menos mencionar: su importante infraestructura agraria; sus reservas de minerales, diamantes y cobre y, en menor importancia, carbón, metano, manganeso y dolomita; sus fábricas de armamento, cuyos productos se destinan básicamente a las Fuerzas Armadas del país; o el turismo en pleno crecimiento, impulsado por la vida silvestre, los lugares de importancia histórica o religiosa, siendo muy importantes ciudades como las que veremos, Khajuraho u Orchha. A todo esto, significar el apoyo y esfuerzo del Gobierno, que ha establecido cinco áreas económicas especiales en las que se incentivan las exportaciones y se promociona el empleo. Estos sistemas quedan aderezados por una red transportes en continua renovación; carreteras, ferrocarriles e instalaciones de transporte aéreo; los servicios de autobuses y trenes cubren la mayor parte del Estado.

Francisca y Tispal Negi

WGALIOR

 

Entretenido con la lectura nos íbamos acercando a Gwalior, cuando se detiene nuestro vehículo en una dabha, ya hace algo más de una hora y media que dejamos Shivpuri y siempre vienen bien estos intervalos para descansar, distraernos y hacer más llevaderos estos pocos kilómetros que se hacen a veces interminables. Este nuevo drugstore es como todos, iguales y a la vez distintos. Nos sentamos casi siempre en los últimos asientos, así que bajamos los últimos, nos espera en la puerta el joven “Tispal Negi” que nos ofrece su mano y una bella sonrisa, no es que nos haga falta su ayuda para bajar, pero siempre es agradable sentirlo tan atento, es que es un encanto. Y es que ya llevamos por estas tierras más de una semana, y además de estrechar nuestros vínculos, favorecidos indudablemente por Marco que induce generalmente a que convivamos el máximo tiempo posible, que almorcemos y cenemos juntos, es el mismo tiempo que llevamos utilizando el mismo transporte y, aunque es difícil comunicarse con estas gentes, sus gestos son bastante expresivos y se vuelcan con su trabajo. Aún no se como se llama nuestro chofer, pero la complicidad que existe entre Francisca y Tispal es tan hermosa que parecen madre e hijo, así que le he pedido a nuestro guía le preguntase su nombre, él lógicamente lo ha aderezado con una interesante historia.

 

Al parecer en la India Colonial y desde principios del siglo XX y hasta casi la Independencia, los transportes de mercancías por carretera eran frecuentemente asaltados por bandas de forajidos que se escondían en la maleza de la jungla. Para defenderse de los presuntos malhechores los conductores empezaron a ser acompañados por un ayudante armado con un rifle, dice que se les conocía por “el gundal”. Al parecer esta medida fue lo suficientemente disuasoria ya que bajaron notablemente el número de atracos. Esta figura de acompañante, obviamente sin rifle ha perdurado hasta nuestros días. El que nos acompaña como ya dije se llama “Tispal Negi”, es natural del Estado de Himachal, el Himalaya Indio, al Norte del país, se encarga del maletero, de resolver los trámites de visado en las puestos de fronterizos entre estados, de que no falte agua en la nevera de a bordo, en fin, en ayudar en todo lo que se ofrezca.

figuras de Hanuman en el templo de Ranganathaswamy en Trichi. Sur de la India

Después de un rato de charla con Toño y Lidia, de curiosear por los alrededores y de observar a Ander disfrutando de las comidas locales o a Marco y Gema tomándose un “té chai masala” volvimos a reemprender nuestro camino. Aún nos quedaba unos kilómetros cuando Marco nos sorprende y mirándonos con esa sonrisa tan encantadora que le caracteriza y saca un cuadernillo de su mochila y dice −en este Estado nos adentraremos en la cultura hinduista, que tendrá su punto culminante en Benarés, o Varanasi en hindi, así os voy a leer unos párrafos sobre esta interesante e intensa cultura; por que aunque aquí los mogoles dieron mucha caña, nunca llegaron a perder sus tradiciones y aunque haya algunas mezquitas e iglesias de épocas más modernas, el hinduismo siempre ha tenido un fuerte arraigo

 

Y es la tercera religión más extendida en el mundo nació aquí, ¡ellos sostienen que es la más antigua, con más de 5000 años de antigüedad! Pero si algo que la caracteriza y la distingue de las demás confesiones, es por que se trata de una tradición con múltiples interpretaciones, basada en un conjunto de creencias cósmicas que carece de fundador y de estructura jerárquica organizativa a diferencia de nuestras religiones cercanas occidentales o incluso la musulmana. Su concepción se basa en un conglomerado de creencias, las procedentes de pueblos de diferentes regiones del Indo, junto con las que trajeron los arios que se establecieron en la cuenca del río Ganges y que fueron escritas como revelaciones en los diversos escritos védicos y otros libros sagrados hinduistas. Y aunque en una primera apreciación podamos entender que se trata de un culto politeísta, no es así, no existe una doctrina única, cada deidad tiene sus propios seguidores y tradiciones. Cada dios es el único para su seguidor, al cual lo adoran como ser (devoción) y como ente (sabiduría) y, lo más importante de todo es que todas estas individualidades son respetables, se trata pues, de un único dios con presentaciones infinitas. Esto son sólo unas pinceladas de una cultura que tardaríamos años en entenderla, rica en tradiciones y mitos cuya expresión más palpable para nosotros los occidentales es la rica arquitectura e iconografía, sus dioses.

 

Son muchos los que llenan la vida de este pueblo, pero es la trimurti o gran trinidad cósmica hinduista la que consideran el origen del todo. La componen tres dioses masculinos en uno, Brahma el creador, Vishnú el preservador, el que conserva el sistema y Shiva el destructor o transformador. Existen varios mitos sobre el origen de Brahma, aunque parece el más extendido el que fue creado por el primer ser Brahman, el creador de Todo, aún así es un dios muy poco activo y con escasos seguidores, siendo raros los templos dedicados a su culto. Su esposa es Sáraswati, la diosa del conocimiento. Vishnu es un dios muy popular y fácil de identificar por su color azul y encima de un loto, es venerado como el Ser Supremo. Según el mito en el que creen sus seguidores, los visnuistas, Brahmá surge de su ombligo mientras duerme, creando el universo en sus sueños. Entre sus diez avatares, los más importantes son Krishna, al que sus seguidores, como ya apreciamos en el Rajastán, lo consideran más importante incluso que él. Y Rama o el descenso de Vishnú a la Tierra, que nació en la India para librarla del yugo del demonio Rávana, ambos son los personajes centrales del Ramayana; es uno de los dioses más populares del país. Los seguidores de Shiva son los shivaístas, lo consideran el dios supremo siendo Brahma y Vishnú dioses menores. Es venerado en forma falo o lingam, entre sus miles de avatares e historias que se narran en los textos védicos sagrados encontraremos tanto a dioses benevolentes como a destructores, también se le representa como un asceta que vive en el monte Kailash en el Himalaya.

 

Marco, continua su disertación que a veces se hace árida y difícil de seguir, detecto que ya ahí alguno durmiendo, pero él continúa, nos comenta que seria inacabable la innumerable lista de dioses y diosas del panteón hinduista, además, muchos de ellos tienen carácter local. Pero apunta, que para finalizar, en sus muchas visitas al subcontinente a encontrado innumerable devociones, hacia por ejemplo, Ganesha, fácilmente reconocible por su cabeza de elefante, personalmente la equiparo a nuestro San Pancracio, lo he visto en infinidad de lugares, pequeñas figurillas adornadas con flores o platillos de arroz, en taxis, rickshaws o camiones, por supuesto en las casas, humildes y suntuosas. Este simpático elefante es el patrón de las artes y ciencias, además es una de las deidades más conocidas y adorada por todos los hinduistas, incluso budistas y jainistas. Incluso la leyenda de su nacimiento es hermosa, cuentan que Shivá abandonó su casa cuando su esposa Párvati estaba embarazada, al regresar tuvo un altercado con su hijo al que mato; su esposa afligida le dijo era su propio hijo, busco la cabeza de un recién nacido para sustituirla, la única que encontró fue la de un elefante. También Kali es una diosa muy venerada, representa la energía del dios masculino Shiva, considerada una de sus esposas, considerada como la Madre universal y representa el aspecto destructor de la divinidad, destructora de la maldad y de los demonios. Y por último, dos personajes más del Ramayana, el dios mono Hánuman con innumerables seguidores que lo consideran avatar de Shiva, fue el fiel compañero del Rama en su lucha contra el demonio. Se le distingue por su gran fuerza física, carácter virtuoso y por ser un erudito, dicen que al nacer saltó hasta el Sol al confundirlo con una fruta. Y como no, su gran enemigo al que mata, Rávana, el rey de los demonios; es representado con diez cabezas y con diez pares de brazos por su gran conocimiento.

 

Aunque lo he escuchado atentamente, no he tenido la precaución de tomar ninguna nota, pero no me ha hecho falta, me he percatado de que Gema, sentada muy cerca de Marco ha ido apuntando todo, y cuando he visto que al final de su cuaderno ha apuntado una lista de palabras relacionadas con la religión, sus cultos y deidades con la que ha terminado su disertación, me he acercado al final del trayecto y con una sonrisa pícara le he dicho ¡me lo pasarás! −por supuesto, claro que sí−.

jardín de acceso al hotel Taj Usha Kiran

Este segundo trayecto no fue muy largo, serian aproximadamente las dos de la tarde cuando lentamente nos adentrábamos en Gwalior. Accedemos por el Suroeste, continuamos por la NH3 Agra-Mumbay, que en este tramo coincide con la conocida como red la red viaria asiática Bangalore-Gwalior, la AH47 (Asian Highway). Se aprecia claramente que es una ciudad grande, la actividad en las calles y plazas es bastante considerable, se nota el más de un millón de habitantes que refleja su censo, de hecho es la cuarta ciudad en importancia del Estado después de Bhopal, Indore y Jabalpur, incluso antaño y con todo merecimiento llegó a ser la capital de Madhya Barhat, uno de los estados a partir de los cuales se formo Madhya Pradesh, principalmente debido al tratarse de una ciudad amurallada (el Fuerte Gwalior que visitaremos mañana); es considerada como la capital turística del estado. Abandonamos la nacional que la circunvala por el Oeste y nos desviamos a la derecha por Shivpuri Link Rd. A medida que nos vamos adentrando dejamos atrás las zonas industriales de su área metropolitana, que va dando paso a sus muchas importantes instituciones educativas, entre las que destacan sus cinco universidades públicas y algunos grandes colegios que vemos al paso. Giramos ahora a la izquierda por Gudagudi Ka Naka y comenzamos a adentranos en una ciudad que parece ordenada y con bastantes zonas verdes, aparecemos en una amplia avenida, la Takora Tal Rd, que la dejamos para adentrarnos en una carretera que cruza unos grandes jardines. Al mirar hacia delante, por el pasillo, veo al fondo el Palacio de Jai Vilas que bordeamos para terminar no mucho más allá en nuestro hotel.

 

Llegamos a la hora del almuerzo, en la primera planta está recepción, recogimos cada uno nuestras llaves y bajamos por las maletas para quedar alojados en la tercera planta, en el Palacio de Invitados del fastuoso hotel Usha Kiram Palace, excelente establecimiento con magníficos jardines. Nuestra habitación es la 306 con entrada directa desde una gran terraza que da a los jardines y a un patio interior, para llegar hay que recorrer un largo pasillo, cambiar de escaleras dos veces y perderte otras tantas. Como indica en sus muchos folletos que aparecen estratégicamente colocados por todas partes, pertenece a la cadena Taj Hoteles y Resorts, uno de los grupos más grandes y mejores de Asia, con 59 hoteles en 41 destinos de renombre mundial y 18 establecimientos en toda la India, y otros tantos en varios continentes. A esta cadena pertenece aquel lujoso hotel que se encontraba frente a la Puerta de la India en Mumbay, el Taj Majal (GE. 18º55’17.42”N – 77º49’58.85”E, elev. 5m), al que a pesar de estar tan bien custodiado accedí por mi aspecto de giri occidental, y en el que curioseando por una gran galería en cuyos laterales se encontraban las tiendas elitistas del viejo continente, en una vitrina pude ver las fotos y firmas de afamados visitantes, entre otras reconocí las de Ravi Shankar y John Lennon.

jardín del comedor del Usha Kiran

Pero esto es Gwalior, donde el elegante Usha Kiran Palace (GE. 26º12’14.40”N – 78º09’58.65”E, elev. 221m) consigue dar la bienvenida a la verdadera tradición del Norte de la India. Entrar en este auténtico palacio Rajput construido en 1903, con más de 120 años y en el que se alojo el rey de Inglaterra es una verdadera gozada, aunque ahora sea un hotel, sigue siendo patrimonio de la ciudad. Se ubica en medio de una gran parcela de nueve hectáreas, rodeado de bellos jardines, de árboles en flor, puentes arqueados y elegantes fuentes. Este establecimiento que se sitúa frente Jai Vilas Palace, el hogar ancestral de la familia real Scindia se construyó para sus ilustres invitados. Aquí y ahora, sus huéspedes, como nosotros mismos disfrutamos de la efusiva hospitalidad india, de un servicio de primera clase y del lujo moderno de las cualquiera de las 40 habitaciones y suites, amplias, sofisticadas y reformadas, decoradas con objetos exquisitos, mobiliario e iluminación, y con las comodidades e instalaciones modernas. El folleto (del que este párrafo es un extracto) apunta que cada momento que se pase aquí, se rememorará el estilo del lujo y la comodidad de la mismísima realeza.

 

De su equipamiento destacan las dos suites reales de más de 200 metros, la Chand Niwas y la Suraj Niwas, vuelvo a repetir dice el folleto, no se ni donde están, apunta que lujosamente diseñadas en vibrantes tonos mandarina, evocan el aura del patrimonio de la realeza de Gwalior, tienen una sala de estar separada por un yali y un amplio baño con cabina de ducha efecto de lluvia, disponen de una terraza privada para cenar a la luz de las velas disfrutando de las vistas de los hermosos jardines, del Jai Vilas Palace Museum, de la ciudad y de la majestuosa fortaleza de Gwalior que puede ser vista en la parte delantera. A éstas se añaden seis suites de lujo, que aunque un poco más pequeñas, disfrutan de los mismos servicios y ambiente. Los huéspedes son recibidos en porches con arcadas de tonos vibrantes, disponen de sala de estar diseñadas teniendo en cuenta el ambiente de la ciudad. La elegancia y modernidad se refleja en los detalles de diseño la cultura local, como cortinas de seda, globos de luz de colores y camas con dosel, chanderi y alta caída cortinas. Adornadas con antiguos espejos venecianos y mosaicos.

 

A continuación y con respecto a lo que denomina habitaciones, indica que tiene de dos tipos, 15 de ellas de lujo, como no, amplias y luminosas, reflejando la cultura y el estilo local, profusamente decoradas y conservando un encanto real, con divanes y cojines de seda en el estilo indio; continúan la tradición de las “residencias de palacio”, cada una tiene su propia decoración distintiva, cuentan con una sala espaciosa con vistas a los jardines y piscina y, disponen de baño con un atractivo diseño en la bañera ejecutada con mosaicos de azulejos hechos a mano. En el último escalafón se encuentran otras 15 habitaciones denominadas de tipo superior, nuevamente decoradas acordes con la cultura local y su exquisita arquitectura, son amplias, luminosas y modernas, disponen de un amplio dormitorio y hermosas vistas a la piscina o al jardín. Ambas están bien equipadas, incluyen instalación de línea directa, minibar y televisión a color vía satélite. Y buena fe doy de ello, la 306 dispone de un esplendido dormitorio con unos techos altísimos y una decoración propia de viejos colonos británicos, me pregunto como serán las suites en comparación con nuestro alojamiento.

 

Por último en la parte más interior hay dos villas, lógicamente disponen de todos los equipamientos anteriores, más piscina privada y una zona para tomar el sol, una perfecta escapada a los jardines de palacio.

templo a Ghanesa el fondo Noroeste del jardín

Todo queda aderezado con un amplio equipamiento para los gustos más exigentes, desde un restaurante, cuya cocina ofrece una amplia variedad de platos con especialidades que abarcan desde las preparaciones de Asia y la India, incluyendo la mogol, Maratha o las delicias Nepalíes e incluso, la a veces demandada por nosotros los turistas, la cocina Continental; en el comedor se disfrutan de las vistas a un elegante patio. La cafetería dispone de cocina variada y queda abierta para el buffet. Y, un salón de banquetes con capacidad desde 20 a 90 invitados, incluyendo un área de eventos, y entrada independiente. Y el encantador Bada Bar que sirve una exquisita variedad de vinos europeos y licores, incluyendo aperitivos y copas al atardecer. Y aunque me exceda y pueda parecer que le doy publicidad, creo que se la merece, porqué si “Amar Viajes”, nuestra agencia nos ha hospedado aquí es por que además, seguro tendrá precios competitivos, así que sigo, obviamente apoyado en el folleto.

 

Un club para la salud, centro ayurveda y Jiva Spa, un oasis de tranquilidad en el jardín, ofrece una gama de los tratamientos tradicionales de Ayurveda, masajes, exfoliaciones corporales y envolturas con hierbas curativas y aceites aromáticos. Dispone de habitaciones individuales y salas de tratamiento dobles y un jardín de meditación. Los tratamientos que se ofrecen ya se realizaban en el siglo 14, proporcionando un elaborado y auspicioso baño real con aceites medicinales, una experiencia única y refrescante, dispone de salas para aeróbic y yoga.

 

Además, centro de negocios con sala de reuniones y conferencias con una capacidad de hasta 24 personas y 36 invitados, dotada con modernas instalaciones de negocios y equipos de alquiler. Y entre otros servicios, realizan traslados al aeropuerto; dispone de una agencia de viajes y venta de billetes propia; alquila coches; se cambian divisas, tiene caja fuerte, internet, fax, servicios de intérprete; servicio postal y de paquetería; servicio médico; guarda equipaje; lavandería; servicio de escoltas, organización de excursiones y compras; bádminton, tenis de mesa, billar, críquet, ajedrez; escalada, natación, deportes acuáticos en noviembre-abril o paseos en barca y hasta el cuidado de niños, disponiendo de accesorios para juegos en la piscina. Alguien da más.

 

Pero que hicimos nosotros. Como aquí nos quedamos dos días, acomodamos el equipaje, incluso hicimos algo de colada en la fastuosa bañera, nos refrescamos y nos fuimos a buscar al restaurante. Cuando llegamos estaban casi todos nuestro compañeros ocupaban dos mesas, como no cabíamos ocupamos una tercera, tardaron en servirnos, pero era comprensible por la hora. El almuerzo fue bastante bueno, pedí un plato de pescado de río al horno con especias y Francisca cordero al estilo indio, unas cervezas acompañadas de naam, chapatis y helado de postre, del precio ni hablar, y aunque pensemos que es caro, siempre más barato que en nuestra tierra. Al finalizar acompañados de Toño y Lidia, inseparables fumadores, nos dimos un paseo por los jardines, despidiéndonos hasta la tarde o noche en la cena, ya le avanzamos que no saldríamos a la ciudad.

altar a Shiva de los empleados del Usha Kiran

Esa tarde tocaba siesta, pusimos el despertador a las 4:45, ya en el comedor Marco menciono que en el hotel daban unos masajes semi ayurvédico, convencí a Francisca para que asistiera a una sesión, que le vendría bien a su cansado cuerpo, incluso antes de subir concertamos la cita. En una pequeña edificación anexa a la piscina se encuentra lo que creo que sería el “Club para la Salud”. A la hora acordada allí estábamos, la acompañe de intérprete y cuando se marcho a unas cabinas, me fui a la piscina. Coincidí algún rato con Toño y Marco, en el agua un tanto templada hice unos cuantos largos, mientras escuchaba grandes bandadas de cotorras verdes revoloteando por las copas de los árboles. La ducha exterior era casi más agradable, así que no tarde mucho en subir a la habitación. No obstante, antes me volví a dar otro paseo por los jardines, tan bien cuidados y con una arboleda y césped magníficos. En su cerramiento Oeste, cerca de una entrada trasera de servicio se encuentra una zona delimitada por una tela de arpillera de plástico verde que intuyo está destinada al personal y útil de mantenimiento, adosada a esta débil tela se encuentra adosada, o quizás sea al revés, la tela se engancha en la parte posterior de una elegante capillita dedicada a Ghanesa que mira al jardín, en su espacio delantero hay una mesilla con unos pequeños recipientes con harina de arroz de colores, una caja con barritas de sándalo y un paquete de algodón; saliendo, a su derecha. A no muchos metros hay un pequeño tenderete mucho más rudimentario, casi parece hecho por niños y dedicado a Shiva. Interpreto que el primero es para uso exclusivo de los clientes y el otro para el o personal de mantenimiento, seguramente intocables.

plano del Fuerte Gwalior

Me eché en la cama y pensé que aún no había leído nada de la historia de la ciudad y sus monumentos, así que como mañana iríamos al Fuerte, a varios templos y al Palacio, que menos saber algo de estas gentes. Así que abrí mi dossier por la página de Gwalior y comencé:

 

Cuenta la tradición, en el siglo VIII un príncipe Kachhwaha se perdió en la selva, topándose con el anciano y sabio Gwalipa al que le pidió un poco de agua, éste lo acercó a un estanque donde además de saciar su sed, le curó la lepra que padecía. En agradecimiento le dijo que le pidiese lo que quisiera, le solicitó un muro dentro del cual pudiese realizar sus “pujas” sin ser molestado. El príncipe construyó también allí su palacio. La ciudad que creció a su amparo se llamo en honor del sabio “Gwalior” como su famosa Fortaleza.

 

Después de un corto periodo de dominio de los Bundelas y llegado a este punto, hay que mencionar a los Maratha, una casta de guerreros que se encuentra principalmente en el actual estado de Maharashtra. Importantes en la recuperación del hinduismo frente al Islam y en la potenciación de la lengua marathi como signo de identidad. Fue un gran imperio fundado en el año 1674 del siglo XVII por Shivaji quien consiguió aglutinar a muchas castas y grandes familias dispersas por el Norte de la India, duró hasta 1818. El imperio tuvo su primera capital en el Fuerte de Raigad desde donde se defendió con éxito de los ataques mogoles de Aurangzeb. Shahu nieto de Shivaji se convirtió en el cuarto emperador Maratha en 1707, ampliando el imperio hacia el Sur y Pakistán tras la muerte del emperador mogol, frenado por el rey afgano Shah Abdali, quien los derrota en la tercera batalla de Panipat en 1761. Diez años más tarde y con el objeto de gestionar de forma eficaz el gran imperio, crean la confederación de estados Maratha, gobernado por los notables guerreros de cada zona. Entre ellos se encuentra la familia de los notables Scindias de Gwalior, fuera del estado de Maharashtra, un clan que ha gobernado esta parte del Norte de la India durante los siglos 18 y 19, estableciendo la capital en esta ciudad y que se convirtieron en aliados del gobierno británico después de perder la 2ª Guerra Anglo-Maratha, incluso fueron fieles a estos en la Rebelión de los Cipayos de 1857, hasta la Independencia del país en 1947, en que entraron en política llegando a formar parte del gobierno siendo miembros del Partido del Congreso.

sándalo y harina de arroz de colores para las ofrendas

Por último, Gwalior es un lugar bien reconocido por su arte, tanto a través de su historia, como en la actualidad. Conocida y e importante reputación tiene como “ciudad de la música”, aquí nació y murió Mian Tansen músico de la corte de Akbar, también estuvo en la corte de Man Singh el famoso cantante clásico Baiju Bawra. En el siglo 15, el Raja Man Singh fue un gran mecenas del Dhrupad, género vocal que será el germen del Gharana Gwalior, estilo de música y danza que nace en la ciudad bajo el dominio del Gran Akbar. Entre otras curiosidades podemos indicar que su posición estratégica en la región central del país favorece una sólida economía; destacan importantes industrias de lácteos, químicos, manufactura o artesanía textil; además su historia es un excelente motor para un sector en auge, el turismo. Es una ciudad bien comunicada por carretera y mediante su red ferroviaria, tiene un cómodo sistema de transporte público e incluso aeropuerto, además de una base de la Fuerza Aérea para bombarderos mirage. Conocida es su infraestructura educativa, cuenta con prominentes hospitales entre los que destaca uno “de la caridad” donde el tratamiento es totalmente gratuito, así como buenas clínicas privadas.

 

Después de una hora y media de masaje llego esplendida, relajada y contenta, aunque le pareció un tanto caro el coste de la sesión, algo más de 35 euros, y qué importa le comenté, cuando se vería en otra ocasión como ésta. Pensamos que nos podríamos arreglar y bajar a dar un paseo por los jardines, me gustaría que viese una capillita muy rudimentaria con la que me había topado antes y, aunque ya era de noche, la iluminación del jardín sería suficiente. También le gusto, no alcanzábamos a comprender cómo estas gentes entendían de esta forma tan intensa su devoción politeísta. Nos sentamos en un banco y charlamos acerca de los pormenores del viaje, sus ojos esbozaban un lamento, aunque estaba disfrutando mucho, el ritmo tan frenético le estaba pasando factura, ya me avisaba, que está muy cansada así que ha decidido que mañana no iría al Fuerte, se quedará a descansar toda la mañana tomando el sol en la piscina. Por la noche cenamos todos juntos, las chicas, Lidia y Pepi llegaron de su visita a la ciudad con una sorpresa para Francisca; mientras se arreglaba se lamentaba de haber perdido sus coleteros y orquillas durante el trayecto en el bus, no sabe ni siquiera en donde las habría dejado olvidadas. Se emocionó cuando ellas les entregaron un regalo que no se esperaba en lo más mínimo, que ilusión le hizo las orquillas y peinecillos, se fundieron en un abrazo las tres compañeras, perdidas sufridas y reparadas.

la vieja Gwalior desde el Fuerte, foto de Toño Gómez

Aún faltaba algún tiempo para que abriesen el comedor, así que seguíamos inspeccionando el Palacio de Invitados. Ahora, huyendo de los mosquitos recorríamos sus largos pasillos e innumerables terrazas y escaleras; en el descansillo de una de ellas se abría una pequeña puerta, dentro había luz, al fondo una mesa de billar americano en la que jugaban una partida Toño y Ander acompañados de una cerveza bien fría, una pequeña barra de madera, techos altos y paredes oscuras, una decoración típica de un vetusto pub anglosajón, sin lugar a dudas se trataba del Bada Bar que mencionaba el folleto que leí en la habitación. Era aquel lugar el indicado donde poder esperar, entramos y los acompañamos, jugamos una partida y tomamos una cerveza con snaks picantes como no podía ser de otra manera. De allí salimos juntos hacia el comedor donde esperan ya casi el resto de compañeros, esta cena fue conjunta, agradable y distendida. Al finalizar acompañados por Lidia y Toño nos fumamos unos cigarrillos paseando a la luna de una hermosa luna, buenas noches y hasta mañana.

 

Segundo día en esta ciudad, como no podía ser de otra forma el desayuno fue copioso y de una calidad exquisita. Volvimos a la habitación donde preparé la mochila para las visitas de la jornada matutina, me despedí de Francisca deseándole que pasase una buena mañana, cuando llegase almorzaríamos juntos. Con el resto del grupo partimos para visitar la ciudad amurallada, no queda muy lejos, a escasos dos kilómetros al Norte de nuestro hotel. El autobús accedió por el Sur por una empinada carretera que atraviesa las cuevas jainistas del Gopachal Parvat y que llega a la zona del Palacio, del que nos dejó muy cerca, en una zona donde pudo dar la vuelta. Antes de entrar nos acercamos al borde de la explanada delantera, subimos una escalinata desde donde hay unas excelentes vistas de la vieja ciudad y del camino serpenteante de acceso a la Puerta de Oriente. Fue allí donde nuestro nuevo guía local (es curioso, me he interesado por el nombre de todos, menos por el de éste), a pleno sol, aunque solo fuesen las diez ya empezaba a apretar, comenzó a desgranarnos la historia del Fuerte y del Palacio que teníamos enfrente. En la única sombra, la que producía el muro al borde del lienzo de la muralla seis perros tumbados alineados huían del calor.

vista de las fachadas Sur y Este del Palacio Man Mandir

Lo escuchaba y era como si estuviese leyendo mi dossier y es que los datos de la red son accesibles a todos. Lo rodeamos y escuchamos atentos: La Fortaleza de Gwalior, como antes ocurrió con Fatephur Sikir, Amber o Bundi, se asienta en una única formación rocosa que destaca en la llanura, de la que se eleva unos 80 metros. Su forma es alargada, de más o menos unos 3.000 x 500 metros, orientada Norte-Sur y rodeada de altos muros de piedra sobre los que se asoman en algunos casos edificios, como el Palacio. Aunque nosotros accedimos por carretera, por el extremo Sur, por la conocida como Puerta de Urwai, la entrada principal se producía por el paño de muralla orientado a Oriente, por la esquina Sureste del Palacio y llegado a este punto, lamento que no hallamos tomado ese camino paseando, transcribo literalmente lo que leo en mi guía en castellano de Lonely PlanetVarias puertas salpican los gastados escalones del paseo que conduce al fuerte. La primera puerta por la que se pasa es la puerta Gwalir (Alamgiril), que data de 1660, la segunda Bansur (la puerta del arquero), ha desaparecido por lo que la siguiente es Badalgarh, llamada así por Badal Singh, un tío de Man Singh. Más arriba se encuentra la interesante puerta de Ganesh G, del siglo XV. Cerca están Kabutar Kana (un pequeño palomar) y un pequeño templo hindú de cuatro pilares dedicado al eremita Gwalipa, del que provienen los nombres del fuerte y la ciudad.

Puerta de Hathiya acceso al Fort Gwalior y exterior del Palacio Man Mandir

Pero he de continuar con lo que nuestro guía local narraba. Y es que obviamente, este promontorio fue utilizado por todos sus pobladores que encontraron en él el asentamiento defensivo ideal para sus territorios, se menciona como una de las estructuras defensiva más importantes de la India y, aunque como dije antes las referencias datadas de su ocupación arrancan en el siglo siete, es muy probable que la “roca” fuese ocupada desde mucho antes. El aspecto actual del enclave monumental que visitamos arranca con la dinastía Tomar a principios del siglo quince. Seria Man Singh Tomar su gobernante más importante quien a mediados del mismo siglo le dio el aspecto actual a la fortaleza mejorando unos restos de sus antepasados. Su palacio, el hito del Fuerte, el Man Mandir, construido bajo su reinado (1486-1516) es un de los mejores ejemplos de arquitectura civil hindú que se conserva en el país. Justo detrás, hacia el Este y fechado en 1516 se encuentra el Palacio Gujari Mahal que Man Singh le construyó a su amada esposa y pese a su estado de aparente abandono, es también considerando un magnifico exponente de la arquitectura medieval, actualmente acoge el Museo Arqueológico con custodia raras antigüedades, artículos domésticos, algunos de los cuales datan del siglo 1 de nuestra era, fue una lástima que no lo visitásemos. Terminó su disertación contando que después de los Tomar se siguió ocupado el Palacio por sus sucesivos gobernantes, que hicieron algunas nuevas construcciones hacia el Norte, no de la importancia de la que visitaremos, ¿quizás fuese esa la causa de que se nos escamotearan la vista de tantos otros lugares?

decoración de cerámica esmaltada incrustada en la piedra caliza

Desde nuestro singular estrado veíamos la fachada Sur en primer plano y la Este en escorzo del Palacio. La primera que da a la explanada interior tiene unos quince metros de altura, se divide en tres partes mediante unas torres circulares adosadas a un lienzo mural de arenisca veteada y que quedan rematadas pos unas cúpulas elevadas sobre un tambor liso, lo que supongo serían los precedentes de los chatris mogoles. La fachada se organiza mediante molduras en bandas horizontales, decoradas con azulejería esmaltada azul-celeste con detalles en verde y amarillo en la que predominan los dibujos florales y de animales; parece ser que esta técnica tiene sus orígenes en la cerámica china, que llegaba al país a raíz de los abundantes intercambios comerciales que se realizaban por aquellos años, motivo por el cual el emperador mogol Babur (1483-1531) exclamó “es la perla de las fortalezas indias”. En la banda central aparece una elegante galería, cegada supongo que posteriormente. La otra fachada, la que mira a la vieja ciudad, es de similares características, aunque en su mayor desarrollo aparece modulada con seis torreones; esta fachada que se apoya casi en la base del camino de acceso tiene una altura próxima a los 30 metros; presenta una prolongación en un torreón que sobre sale de la esquina, en ese paño se sitúa la última puerta de acceso que conecta con una rampa encajonada de fácil defensa, conocida como la del elefante o Hathiya Paur, con independencia de que los torreones sean garitas defensivas, entre ellos y coronando los medios paños existen unas garitas salientes a modo de yarokas en el que seguro se apostaría la guardia.

el templo de las 82 Columnas en el Fuerte

Bordeamos las fachadas por el Oeste buscando el acceso al interior, nuestros guías se adelantaron a adquirir los tiques. Ya dentro, la visita se limitó a la zona más antigua pre-mogol, una mínima parte para lo extenso que es el palacio, donde tanto la arquitectura como el trabajo de decoración de la piedra es esplendido. El edificio se desarrolla en dos plantas en la que todas sus dependencias se organizan alrededor de dos patios no muy grandes al que sus cerramientos muy ciegos le confieren un carácter intimo muy acogedor, las salas se asoman a través de tupidas celosías de piedra tallada; los pórticos, vuelos de piedra, jabalcones, tallas de piedra y azulejería esmaltada, de animales (leones, caballos o pavos reales), vegetación o complejas geometrías hacen de esta arquitectura con marcado carácter hinduista una de las mejores de las que he disfrutado hasta ahora en el Norte. Entre las dependencias que nos mostraron y en las que el guía se explayaba con mayor detenimiento estaba la conocida y dicen que bellísima Sala Baradari, una sala rectangular de unos quince metros de lado que se apoya en una serie de columnas de grandes capiteles torneados, el techo es de grandes losas de piedra, configura un prisma triangular parecido a un sarcófago que se eleva sutil y levemente sobre una celosías calada en la piedra en el que aparecen talladas unas figuras de bailarines. Pasamos por otras salas a mi parecer más interesantes por la aparición de bóvedas nervadas y arcos de medio punto, extrañas en una arquitectura predominantemente arquitrábica, me imagino que podrá ser la influencia persa.

 

Antes de salir nos encontramos unos visitantes sijs dos jóvenes y otros dos algo mayores altos y elegantes que lucían unas largas barbas blancas, estos últimos iban ataviados con algunos de los cinco símbolos sijs que no suelen ocultarse, como el dastar, el famoso turbante que oculta la cabellera sin cortar o kesh, el brazalete de hierro o kara, símbolo de la eternidad y una pequeña daga o kirpan colgada del hombro a la bandolera. Les solicitamos hacernos unas fotos con ellos y accedieron amablemente, un entrañable recuerdo de un grupo indio un tanto denostado por la mayoría hindú. Ya afuera y cuando me percaté de un pequeño museo le solicité a Marco que nos dejase echarles un vistazo, ya que el acceso estaba incluido en la entrada del Man Singh. Nos pidió rapidez ya que no estaba esa visita prevista. La visita fue rápida, aunque el recinto fuese grande y hubiesen gran cantidad de piezas expuestas, no me resultaron de mucho valor.

baori del templo de las 82 Columnas

A continuación nos dirigiríamos andando para visitar los dos templos conocidos como de Sas Bahu Ka Mandir, que aunque no están a más de 800 metros, el autobús nos esperaba cerca de la entrada para recogernos, justo frente de un templo al que aparentemente no se acerca nadie y del que únicamente he encontrado un supuesto nombre, el templo de las 82 columnas (GE. 26º13’44.41”N – 78º10’05.83”E, elev. 300m). Decidí quedarme rezagado y darle un vistazo aunque fuese rápido. Consta básicamente de una sala hipóstila cuajada de columnas cuyos fustes aparecen pintados de rojo sobre un entablamento ¿serán las ochenta y dos que rezan en su nombre? tiene tres pequeñas portadas en los centros de sus lados abiertos (N, E yO) en el cuarto parece un muro que lo separa de un recinto anexo; cuan grande fue mi sorpresa cuando me acerque a él, encerraba un baoiri circular rodeado por una galería sobre esbeltas columnas que cubren hasta los sectores de las esquinas, en el fondo del cilindro, una lamina de agua verdinosa a la que se accede por escaleras ocultas en la piel circular de piedra. Aunque ya preveía la riña cuando llegué el último, creo que me valió la pena, cuando le enseñe las fotos a Marco para excusarme se quedo un tanto sorprendido por mi descubrimiento.

templo de Sas-bahu ka Mandir dedicado a Vishnú, foto de Toño Gómez

Tan rápido estábamos arriba como nos bajábamos del bus, ahora le tocaba a los templos de Sas-bahu ka Mandir. Son dos elegantes templos separados unos cuantos metros en una explanada al borde de la muralla, en su lienzo Este. Actualmente no están dedicados al culto, aunque por respeto como en tantas otras ocasiones nos descalzamos. El mayor de ellos fue construido en 1092 por el rey Mahipala del clan de los Kachhwaha, consagrándose al Señor Vishnú, su nombre corresponde a la forma abreviada de su avatar Shashtra Bahu de quien era muy devota su esposa. Se trata de una enorme mole de piedra profusamente tallada de 22 por 32 metros a los que se accede desde la fachada principal y por las dos laterales; en el cruce de ambos accesos aparecen cuatro pilastras unidas por sendos dinteles que sostienen una falsa bóveda que simula una flor de loto, por supuesto todo cuajado de tallas muy bien conservadas o, quizás hábilmente restauradas. Al fondo según la entrada principal se sitúa la garbahira, donde se custodiaría la murti de la deidad, ahora vacía aparece maloliente, cubierto su techo y paredes altas de murciélagos. Todos los paramentos están tallados, apareciendo sobre el acceso principal las figuras de Bramha, Vishnu y Saraswati por encima de su puerta.

templo de Sas-bahu ka Mandir dedicado a Shiva, foto de Toño Gómez

Junto a él y más cercano al borde de la explanada se encuentra otro más pequeño. Se construye por el hijo Mahipala para satisfacer la devoción de su esposa y de él mismo, siguiendo la devoción de ella al Señor Shiva, en contraposición al anterior dedicado al Vishnú, nombrado como Sastra Bahu, avatar que representa a un hombre con mil manos. Estos dos templos situados en una posición privilegiada en la explanada del Fuerte, disfrutan de unas vistas de la ciudad y del propio fuerte esplendidas, desde aquí veíamos hacia el Sur las cúpulas blancas de la gurdwara sij o el gran templo de Teli Ka Mandir, nombre que se le da a los molinos de aceite, uso hicieron del templo los británicos durante la ocupación colonial y que lamentablemente no visitásemos. No obstante, para echarlos ahora de menos, estábamos delante de dos magnificas piezas que muestran una trabajada arquitectura y escultura hindú del periodo dravidiano del siglo XI. Aun hoy sigue siendo un importante foco de atracción para los fieles devotos de Shiva y Vishnú.

figura de inspiración budista en Gopachal Parvat, foto de Toño Gómez

Una vez terminada la visita volvimos a nuestro vehículo, que recuperó la carretera principal para llevarnos en dirección Sur. Antes de salir del Fuerte hicimos la última parada, en este caso para visitar las cuevas y sus enormes y esplendidas esculturas jainistas talladas en la falda de la roca, con sus inseparables thirthankaras. El conjunto que se le conoce como Gopachal Parvat se sitúa en las coordenadas 26º13’26.82”N – 78º09’53.28”E en el google earth y a una elevación 272 metros sobre el nivel del mar, inevitablemente me recuerda a los magníficos templos cuevas que visite cerca de la ciudad de Aurangabad en el estado de Maharashtra, en Ajanta (20º33’10.62”N – 75º42’02.41”E elev. 455m) realizadas desde el siglo II aC. y en Ellora desde el siglo V (20º01’25.44”N – 75º10’44.16”E elev. 645m), al Sur del país, hace ya más de dos años, grupos de cuevas, unas templos y otras conventos para las tres grandes religiones de subcontinente indio, hinduismo, budismo y jainismo; pero con las que encuentro un mayor paralelismo estético y formal son con las esculturas budistas de Longmen (34º33’13.47”N – 112º28’06.54”E elev. 232m) talladas en la pared rocosa de las montañas de Xiang Shan a orillas del río Li en la proximidades de la ciudad de Louyang, provincia de Henag de la Republica Popular China y que visite en el verano de 2009.

tallas jainistas en Gopachal Parvat, foto de Toño Gómez

Paró en el arcén de la carretera y desde allí continuamos andando, bajando la cuesta empinada de asfalto que ahoga en exceso el primer grupo que se encuentra en una pared caliza sombreada y tapada por bastante arboleda, incluso tuvimos que saltar unas biondas para disfrutar con mayor proximidad de estas figuras budista, hinduistas y jainistas, unas con esa tenue sonrisa y esas orejas de grandes lóbulos que tanto recuerdan al budismo; parecen bendecidnos sin ni siquiera pestañear, en especial una de éstas es de unas dimensiones bastante importantes calculo que más de quince metros y que me recuerda a aquella otra figura jainista de especial belleza, la de Sravanabelagola datada a finales del siglo X, cerca de Hassan en el estado de Karnataka (12º51’16.94”N – 76º21’01.25”E elev. 975m). El otro grupo, más numeroso se sitúa más abajo dejando una explanada alargada entre ellas y el acceso, allí mismo nos recogería el autobús. Este grupo de cuevas, aunque preferiría llamarlas bajo relieves, algunos más abultados que otros, generalmente presiden oquedades en la pared rocosa a modo de hornacinas o capillas, en la guía he leído que en algunas vivían eremitas.

 

En total se cuentan cerca de un centenar, todas dedicadas al culto jainista, se conocen como Gopachal Parvat, fueron talladas en un periodo muy corto de tiempo, en tan solo 33 años, desde 1441 a 1474 según consta en unas inscripciones, cuando reinaban los Tomar en la ciudad, la mayoría de las figuras corresponden a los lideres y guías espirituales jainistas conocidos como Tirthankar. Todas las tallas emergen de la roca madre de la ladera de la que no se han separado, unas se encuentran en píe y otras sentadas sobre las piernas, en la posición de Buda, las paredes se decoran con secuencias en cuadriculas de pequeñitas figuritas, quizá sea una peculiaridad en el jainismo, también animales y flores de loto. Todas ellas se sitúan a lo largo de la ladera en una larga procesión de ídolos, hasta más de veinticinco seguidas. Aunque hacia ya mucho calor disfruté muchísimo con este tipo de expresión cultural tan ajena a nuestro occidente.

Maharajá Jayajirao Scindia

Ya deseábamos subirnos al autobús y refrescarnos con lo que más a mano disponíamos, las toberas del aire acondicionado. Tomamos por Vinay Nagar Rd continuando por Laxman Talab y Kati Gate Rd para desembocar en la Puerta Nadi del recinto que en su día rodeaba al Palacio. Por una de estas calles, creo que fue en Laxman nos cruzamos con unos raíles, Marco nos indicó que correspondían al trazado de un particular tren, hoy en desuso, exclusivo el Maharajá, quien lo mandó a construir para poder acercarse cómodamente a cazar a los bosques colindantes, vestigio de tales proezas tendríamos la ocasión de contemplar en nuestra próxima visita. El Palacio de Jais Vilas, de un extraño estilo extemporal italiano, mandado a construir en 1874 por Jayajirao Scindia (1835-1886), maharajá de Gwalior desde 1843 desde la temprana edad de 12 años y hasta su muerte. Buen amigo de los británicos, contó para su diseño con el Coronel Michael Filosas quien viaja a Europa, inspirándose para su diseño en los estilos toscanos y corintios, yo diría que en el palacio francés de Versalles. Aún hoy día sigue siendo la residencia de los Scindia, dedicados de lleno a la política, aunque una parte es explotada como museo, aquellas estancias, más de treinta, en las que vivieron los Rajás con sus respectivas familias, en ellas se expone, mobiliario, menaje, vestuarios y recuerdos en general de un estilo barroco y recargado, pomposo y ostentoso, evidencia de un clasismo social deleznable, aunque en honor a la verdad, este rajá impulsó la construcción de otras muchas edificaciones en la ciudad, además de restaurar la muralla del Fuerte y el Man Mandir entre otros edificios históricos.

el gran patio del Palacio Jais Vilas, foto de Toño Gómez

El bus nos dejó al principio de un pequeño bulevar que cruza unos jardines y que finalizan en la portada principal de acceso, en la cara Norte del Palacio. La composición tiene un marcado carácter neoclásico, es una compacta y gran edificación de dos plantas de altura, de 130x153m escrupulosamente orientado N-S y que se desarrolla en torno a un gran patio cuadrado de unos 100 metros de lado, en el que destaca una gran rotonda ajardinada bordeada con farolas o candiles de fundición y con una pomposa fuente en su centro, circunvalada por una calzada a la que acceden los vehículos. En sus fachadas destaca la clásica modulación de huecos enmarcados por columnas dóricas y arcos de medio punto. En la principal, a Norte sobresalen los cuerpos centrales y los que rematan las esquinas, más altos. En el pasaje central aparece un orden gigante de columnas y una gran bóveda de cañón que simboliza el cuerpo de entrada, una pequeña tercera planta lo eleva aún más realzando su pretendida importancia; esta descripción es aplicable a todo el conjunto. No quisiera olvidar que todas las fachadas son blancas y que sobre ellas destaca una balaustrada superior, que remata el borde de la cubierta plana. El edificio principal en el que se realizaban las audiencias, el Divan-i-Am, se encuentra al fondo, en el extremo Sur.

 

Mientras esperábamos fuera que nuestros guías resolvieran los tiques de entrada al Museo, nos acercamos a curiosear unas carrozas metálicas pintadas de verde, lo que resultaron ser en realidad dos vagonetas que aquel tren que el rajá utilizaba para ir de caza y cuyas vías cruzamos hace tan solo un rato. Cuando accedimos nos dirigimos al ala Oeste hacia una puerta que se sitúa en un saliente a modo de túnel y que llega hasta la calzada. Es la puerta del museo, un tanto angosta, ya que nada más recorrer el pasaje subimos unas escaleras que nos llevan directamente a las dependencias reales. Una tras otra nos vamos topando con toda serie de objetos.

Patio de conexión entre el Palacio y Sala de Audiencias, foto de Toño Gómez

Recordemos, en la primera un busto en basalto negro de Sir Jiwajirao Scindia y un montón de cuadros y retratos de otros majaras y familiares. Siguiente sala, bastante grande, ocupa todo el ancho de la edificación, unos 15m, dividida en tres crujías por dos pórticos de columnas dóricas con gruesos dinteles blancos que contrastan con los paramentos celestes, se exponen un buen número de palanquines y otros tipos de muebles, en las paredes cuelgan multitud de fotos de estos personajes, en Europa, en los JJOO, con el Papa o en USA, en una de ellas se inmortaliza una fiesta en nuestro hotel cuando era la residencia de invitados, calculo que a principios del pasado siglo. Se suceden las grandes salas concatenadas, exponen muebles, muchos de caoba, librerías, estanterías, arcones, escritorios, mesas de comedor, y en las paredes cuadros y fotografías. Llegamos a una estancia repleta de juguetes infantiles, grandes osos de peluche, balancines, caballitos de madera, cunas y pequeños muebles ajustados a la infantería. O, ahora le toca al dormitorio que cama de caoba tan esplendida, alfombras biombos para desnudarse, palanganas y orinales, roperos decorados con delicados dibujos realizados en la técnica de la pietra-dura, vitrinas con indecentes colecciones de zapatos; hasta nos dejan ver su cuarto de baño, que hermoso ¿cuantas familias podrían vivir en él. Ahora le toca a la exposición de las armas reales para el desfile y la caza; a continuación una gran colección de instrumentos musicales, varios tipos de sitar y rudras. Muchas salas una tras otras, en otras nos encontramos con altares a diversas deidades hinduistas, decorados con metales, telas y piedras preciosas sin ningún tipo de recato en la ostentación.

escaleras de acceso a la Sala del Concejo, foto de Toño Gómez

Terminamos bajando por unas escaleras y desembocando en un pequeño patio de 10x15m en el extremo Oeste del ala Sur, en planta baja lo rodea una galería abierta en la que se exponen unas calesas, unos palanquines y una bonita talla de madera pintada de más de un metros de altura de un  elefante en el interior de una urna de vidrio, sorprendente es también una fuente realizada en vidrio que decora el centro del mismo patio. Allí esperábamos a medida que íbamos llegando para reagruparnos y pasar todos juntos a la Sala del Consejo. Primero visitamos las dependencias de la planta baja, unos comedores preparados para una ficticia cena de gala, varios despachos, salas de reuniones y juegos, todas recargadas de muebles de madera y sillones tapizados en colores oscuros. El hall de acceso a la gran Sala donde los miembros del estado principesco Scindia celebraban sus sesiones está presidido con otro busto de Jiwajirao, pero en éste, luce unas pobladas barbas y bigote. Subimos por una de las dos escaleras imperiales que se encuentran en los extremos, esperamos que un responsable de Palacio nos autorizase el paso, subimos apelotonados.

la gran Sala del Concejo o Dubar Hall, foto de Toño Gómez

Esta sala conocida como Durbar Hall es ampulosa y en mucho me recuerda la ostentación del poder que ya observé en los gobernadores rajputs de Jaipur. Quizás lo más sonado de ella sean las dos grandes lámparas de cuentas de vidrio del tipo araña que cuelgan en su techo de 2T cada una, cuenta el guía que hicieron la prueba de carga colocando 10 elefantes en la azotea. Pero la recargada decoración no se queda en las lámparas, la decoración de las paredes y bóvedas del techo son doradas, a la que se suman espejos, cortinas, alfombras y muebles rococó de influencia o quizás procedencia francesa e italiana.

Francisca Guriji de naranja Krishna rodeada de admiradoras

Por fin salimos, que suplicio de visita, seguro que sólo es una apreciación personal y seguro que al resto le gustó. Cruzamos el gran patio en busca de la salida, a nuestro hotel se llega dando un paseo, estará a unos 600 metros. Caminaba junto a Marco y Toño, les propuse que porqué no nos acercábamos en un auto rickshaw a una licorería y comprábamos cervezas a un precio más asequible que en el Usha Kiran. Marco se encargó de pedirnos el servicio, y de indicarle al conductor que era viaje de ida y vuelta. Dicho y hecho Toño y yo fuimos los encargados de cumplir el objetivo, comprar cervezas frías. Seguramente al pequeño tugurio que nos acercó nuestro auto rickshaw wallah era de algún conocido, en una esquina de Chappar Wala Pull Rd, nos costaron 150rp cada pieza de kingfisher, unos 2,30 euros, también caras con respecto a otros lugares, pero bastante más baratas de los 450rp, precio al que tuvimos que pagarlas en el restaurante en el almuerzo y cena de ayer, unos 7 euros. Regresamos al hotel con seis unidades convenientemente ocultas en mi mochila. Pronto dimos buena cuenta de ellas, una callo nada más llegar en nuestra habitación, las dos siguientes con Toño y Marco en su apartamento, también con Francisca, más tarde y para el resto se incorporaron Ander, Sol y Gema; la tertulia estuvo bien, como suele ser en este tipo de viajes se recurre a experiencias pasadas, otras agencias y otros países; me preguntaban por la India del Sur e Indonesia.

 

Decidimos que las cervezas serían nuestro almuerzo, así que no nos resultó muy complicado tener una buena siesta, pusimos el despertador a las 4:00. Habíamos planteado dar un paseo por el casco antiguo, mientras Francisca se prepara, salí a dar una vuelta por los jardines y hacer más fotos. No me topé con ningún compañero, seguramente ya estarían fuera, con quien si me cruce fue con Marco; me preguntó que haríamos, me comenta que el va a ir al centro a comprar una libreta del tipo “rubio” para aprender a escribir en hindi y que podríamos ir juntos. Subo y le comento el plan a Francisca, ya arreglada sale a dar una vuelta mientras me ducho, quedamos a las cinco en la fuente que hay en el jardín frente a la puerta principal.

plaza de Jayaji, Ayuntamiento al fondo a la derecha templete con Jiwaji Rao

Al llegar al lugar acordado me encuentro a nuestro guía que me pregunta por Francisca, −ha salido antes que yo, debería estar aquí, subiré a la habitación−, el también se dio una vuelta por los jardines y nada, volvimos a dar otra vuelta, ahora por el restaurante y la piscina, y repaso nuevamente los jardines y nuevamente nada. De vuelta a la fuente, allí estaba Marco, ya apremiando por que se nos hacía de noche, le comente que no encontraba a Paqui, me dice que le ha preguntado al vigilante de la puerta y éste le ha dicho que hace ya unos minutos una mujer vestida de naranja ha salido en dirección a la carretera, hacia Maharani Laxmibai Marg. Rápidamente fuimos a buscarla y allí la encontramos, cerca de la Puerta Nadi, la entrada principal y antiguo acceso que intuyo tuvo el recinto palatino del Jais Vilas; la rodeaban un grupo de mujeres que la acariciaban y le hacían carantoñas, traía al cuello un collar de flores y nos comentó que salía de un templo que estaba a unos pasos. Según Marco ella iba vestida de naranja, con un precioso traje que ya tiene unos cuantos años y que compramos en un viaje a Palma; pues ocurre que los seguidores de Kishna visten de ese color y además los occidentales a la única deidad hinduista que pueden abrazar es a ésta. Por sus vestimentas la llamaban “guriji” palabra que en sánscrito significa, maestro, profesor o gurú; esta expectación nos acompañaría toda la tarde.

 

Se despidió de ellas muy efusivamente, jamás he visto expresiones de complicidad entre mujeres desconocidas más bonitas; junto las palmas y agacho la cabeza unas cuantas veces. A toda prisa buscamos un rickshaw y los tres nos dirigimos al centro de la actual ciudad, al barrio de Lashkar, ya que el casco antiguo conocido comúnmente como Hazira, en la base oriental de la Roca, la zona que vimos a vista de pájaro esta mañana desde el Fuerte. Nos bajamos en la plaza de Jayaji Chowk, presidida por un templete con una estatua de bronce como no, del maharajá Jiwaji Rao Scindia, como también conocido como Jayajirao, de ahí el nombre de la plaza. El trasiego de gentes en este espacio abierto y desordenado es enorme, únicamente pone un poco de orden la glorieta ajardinada del monumento, cuajada de palmeras cocoteras, y a la que se ven obligados a circular a su alrededor los vehículos. A este espacio también conocido como Maharaj dan fachada los edificios públicos más importantes del Gwalior de Jayajirao, la influencia de los colonizadores británicos se deja notar, ¿es posible que los viajes al extranjero le marcasen tanto?, quiso que sus edificios fuesen de todas las arquitecturas que había visto, desde las europeas a las asiáticas o a las de otros estados indios, estilos tan diferentes como el ruso o chino se mezclan con los rajput y mogoles. Entre ellos es fácil distinguir al Ayuntamiento, la Oficina Postal de Correos, el Banco Estatal de la India o el Edificio de la Prensa (Government Printing Press Gwalior), también se menciona en la guía un antiguo Edificio de la Opera que no llegué a identificar. En su borde aparecen mezclados con las tiendas en los bajos de algunos edificios tenderetes donde venden desde flores y frutas, a zumos o té y café.

una tienda de sándalo en el mercado Maharaj Bada

Nos dimos una vuelta por la zona de tiendas que se extiende como una mancha hacia el Sur, estos bazares son conocidos como Maharaj Bada, y pasan por ser la zona comercial más importante de la ciudad, Marco lo sabía y allí nos llevaba. Entre las muchas tiendas en las que vendían de todo, encontramos: artículos de electrónica, ferreterías, droguerías, una imprenta donde encuadernaban manualmente y con vistas a la calle, otras donde suministraban sándalo y harina de arroz de colores y como no, tiendas de telas con las que Francisca disfrutaba. Le hacía mucha ilusión comprase un sari, se los probaba con entusiasmo, y le quedaban bastante bien, eran muy bonitos aunque difíciles de colocar, eso sí, para los dependientes de las tiendas era cuestión de vueltas, un frunce y ya está. Quizás fuera por su traje naranja y su collar de flores, pero todos querrían que entrasen en sus locales y que se probase sus telas, un sarí morado con dibujos dorados le quedaba de miedo, muchas gentes por la calle cuando la veían le hacían reverencias inclinando sus cabezas en señal de respeto y llamándola guriji, nosotros nos mirábamos y reíamos un tanto sorprendidos, aquellos eran sus momentos en la India, aún se me pone la piel de gallina al recordarlo. Pero como suele pasar, al final, nada de nada; lo único que compramos fue pasta de dientes en un pequeño supermercado con el que nos topamos de regreso a Jayaji Chowk.

Francisca la guriji participando en la ceremonia religiosa

Ahora tocaba hacer el encargo del guía, motivo principal por el que estábamos juntos. Ya era de noche y extrañamente esta zona de la ciudad estaba muy poco iluminada unos exiguos faroles en el borde de la barandilla que pintada de purpurina engalanan la isleta central de la plaza era la única iluminación pública, el resto procedía de los locales comerciales. Marco preguntó por una librería, nos dirigían de un lado para otro, al final terminamos en una zona donde la mayoría de edificios estaban abandonados y apenas había luz. Desembocamos en un callejón muy oscuro cerca de una licorería bastante concurrida y siniestra, allí en un pequeño local consiguió sus ansiadas y curiosas libretas de caligrafía. La escritura hindi tiene unos caracteres redondos que cuelgan tal como la ropa tendida en los cordeles de un línea continua alargada en su parte superior. Volvíamos satisfechos a la zona más concurrida e iluminada cuando un wallah con muy mala pinta nos ofreció sus servicios, extrañamente aligeramos el paso huyendo de aquella zona, que al mirarla hacía atrás daba un poco de respeto.

 

No estábamos muy lejos, así que al paso que llevábamos en casi nada nos encontramos frente a la Oficina Postal, buscando la luz giramos por una calle lateral a Correos, las luces de muchísimos tenderetes y lo concurrido del lugar invitaba a entrar; habíamos llegado al mercado municipal de Nazar Bagh, una calle con tenderetes a un lado y una zona cubierta con calles interiores trasversales a la primera con más tiendas. Francisca aprovechó para comprarse unas sandalias ya que se le había partido el broche de las que traía; por cierto encontró un par bastante barato y bonitos. A continuación decidimos dar un paseo y disfrutar del ambiente, callejeando entramos en la zona cubierta, era una especie de gran nave metálica a modo sui géneris de centro comercial. Uno de los negocios era religioso, un templo hinduista moderno, disponía de una gran y única sala abierta al pasillo por donde circula el público, allí se encontraban nuevamente muchas mujeres y algún hombre, sentados en el suelo en círculo rezaban festivamente, tocaban las palmas y algún instrumento de platillos. Nos paramos en el borde de la sala a observar, cuando nos damos cuenta que se vuelven algunas mujeres y llaman insistentemente a Francisca para que se incorpore a los rezos. Lo dudaba pero al final animada por nosotros terminó sentándose con el grupo que la animaba con sus gestos a participar. Fueron unos instantes de esos que se recordaran para siempre, mágicos, indio total, como se integró ¿verdaderamente pensarían que era una guriji?

las habitaciones de Toño y Lidia y de Marco en el patio del Usha Kiran

Como se había pasado el tiempo, eran ya más de las siete y media, decidimos que era hora de regresar. Marco había quedado con el chef del restaurante para cocinarle una tortilla de patatas, le comente que a Francisca se le daba muy bien la cocina y que les podía preparar un gazpacho o salmorejo, eso si tuviesen los avios. Al final solo se quedo en una idea, llegamos demasiado tarde y la idea quedo emplazada para una nueva visita, así que decidimos regresar y acabar con la reserva de cervezas, a nosotros tres y previo aviso se incorporó Toño y Lidia, después Ander y Marisol, las últimas Fina y Gema, nos faltaron las tres vallisoletanas. No se como pero se las ingenio pero volvimos a quedar todos juntos a cenar, nos tenían una mesa alargada preparada para el grupo. Después de asearnos convenientemente bajamos al comedor, la velada fue como ya tantas otras, atractivas, en esta ocasión disfrutamos de platos occidentales, a veces se echan en falta, hamburguesas y pizzas lo más solicitado, por supuesto bien regado con las deliciosas, frías y súper caras kingfisher, Francisca degustó un plato que le chifla, cordero cocinado al estilo indio. Por cierto me percate de una cierta tirantez en su expresión, vamos un cierto tufillo a mosqueo, después me incriminó lo de tanto comer en grupo, que a ella le apetecía una cena más intima, no podía más que sentirlo. Dimos un paseo nocturno por los jardines, ya sólo nos quedaba pasar una buena noche y esperar al día de mañana que partimos para Orchha.

 

Después de un excelente desayuno como no podía ser de otra forma en tan lujoso hotel. Subimos a la 306 a recoger las maletas. No se si por las prisas o la confianza, lo cierto que ocurrió un verdadero desastre, en la habitación se quedó el cargador de mi Leica y la pasta y cepillo de dientes. Para colmo, al final también llegué con retraso al autobús, tuve que liquidar la cuenta pendiente en recepción, donde unos japoneses también cerrando su check out provocaron aún más mí demora, pero es que hay que ser pacientes y educados.

 

La cuenta fue: Miércoles día 10: Almuerzo, 2.480rp (38,15€) + Cena, 1.100rp (16,92€) + SPA 2.508rp (38,58€). Jueves día 11: Internet, 24,72rp (3,46€) + Cena, 1.427rp (16,92€). Total. 7.739rp (119,07€), casi 120 euros, una pasada, pero… Son curiosos los conceptos que figuran en la factura en los que se indican que un 4% son destinados a impuestos (309,56rp (4,76€)), un 2% se destina a la educación básica (154,78rp (2,38€)) y un 1% a educación superior (77,39rp (1,19€)).

despedida desde la dabha camino de Datia

DATIA

 

A las nueve y con algún retraso dejamos Gwalior camino de Orchha a la que llegaremos después de 120 kilómetros de carretera y empleando unas tres horas en el trayecto, hemos viajado siempre en dirección sur con una ligera inclinación Este por la Ruta Nacional NH75. En el camino nos pararemos en la pequeña población Datia, una parada rápida en la que visitaremos el Palacio de Govind Mandir, cuando salgamos de aquí y a tan sólo 15 kilómetros cruzaremos la frontera que separan los Estados (Pradesh) de Madhya de Utta, del que recorreremos escasos 25 kilómetros pasando por la histórica ciudad de Jhansi en el extremo Suroeste de Utta para volver de nuevo a Madhya, para llegar a Orchha a mediodía, siempre moviéndonos en la región de los Bundelas, en las tierras de Bundelkhand. En el primer trayecto y a medio camino, con objeto de partir las dos horas de duración, hemos hecho en una parada en una de las muchas dabhas, en este caso hemos entregado a los niños bolígrafos y gorras de las que traemos. Sobre las once y media largas llegamos a Datia.

Datia desde el bus

Aunque parece que por estas tierras hubo un antiguo asentamiento ya nombrado en el Mahabharata, la fundación de esta ciudad principesca se produjo en el año 1616 cuando Raja Bir Singh Deo jefe Bundela del clan Rajput manda construir un Palacio en un saliente rocoso existente en estos territorios que su padre, el Raja de Orchha, también llamado Bir Singh Deo (1605-1627) le dio a uno de sus hijos pequeños, el objetivo era servir de freno a las hordas mogolas procedentes de la cercana Gwalior. Su reinado duro desde 1626-1656. Nos encontramos en el extremo Noroeste de la región conocida como Bundelkhand en el centro del país y que abarca gran parte de los actuales Estados de Madhya y Uttar y que fue el dominio propio de los Bundelas, un clan de reconocidos guerreros rajput que gobernaron estos parajes desde el siglo 16.

 

Cogimos por una carreterilla que sale a la izquierda de la NH75 para acceder por el Este a esta pequeña población, allí en la entrada, donde después nos recogería el bus, nos esperaba nuestro guía local para acompañarnos al palacio. Nuevamente no se su nombre, si el apodo que le puse “el baboso de las fotos” y con perdón, pero es que era lo único que le interesaba, hacerles y hacerse foto con las chicas. Aunque, en honor a la verdad, algunas cosas si nos que contó, decía y creo que no era su pueblo, pero que está ciudad ahora pueblo está en absoluta decadencia, pese a su excelente patrimonio arquitectónico, y eso que queda en el camino que une los dos foco turísticos por excelencia de la zona, Gwalior y Orchha y, tanto es así que no nos hemos topado con ningún turista; también nos comento que es muy difícil el crecimiento de una población que desde hace mucho tiempo tiene enormes problemas con el suministro de agua potable, y es una verdadera pena. Muestra de todo lo que nos contaba se hacía palpable en el gran palacio, de libre acceso y en el que el abandono general es palpable. Y aquí suscribo plenamente las palabras que se le atribuyen al arquitecto británico Edwin Lutyens, que cuando se encontraba trabajando en el trazado de Nueva Delhi en las primeras décadas del pasado siglo, al realizar un viaje por estos parajes consideró al palacio como una de las obras arquitectónicas de esta tipología más interesantes de todas las que había conocido en el país.

el pueblo desde la terraza de entrada al Palacio de Raja Veer Sing

Aun quedan vestigios de una pequeña muralla, de un lienzo de piedra que se va quebrando suavemente en bastiones curvos de media luna cada 50 metros aproximadamente y que aún actualmente se ciñen casi a la totalidad del núcleo urbano; y aunque el palacio del Raja domine todo el paisaje, no es el único, existen muchos otros restos, ejemplos de la arquitectura doméstica hindú en la India del Norte, entre ellos, uno situado en la orilla del estanque de Lala ka Talab en un estado de abandono bastante considerable, a escasos 400 metros del anterior, son sus atractivas ruinas quienes nos dan la bienvenida. Las escasas calles que recorremos hasta llegar a la fortaleza recuerdan en un estado aún más pobre y humilde a las mismas que en Bundi nos acercaron a su Palacio. Nos vamos encontrando a niños muchos niños y niñas, los mayores en las puertas de sus casas se asoman a curiosear. Dejamos las ruinas a la derecha y también a la derecha torcemos, al llegar a una cuesta un poco empinada Francisca dice que se descuelga, que no sube que prefiere quedarse haciéndoles fotos a tantos infantes con caras tan angelicales. Torcemos nuevamente y otro trecho empinado hasta que por fin llegamos a una terraza desde la que se dominan todos los alrededores, vemos el estanque, las ruinas, el pueblo y cómo no, abajo, Paqui que nos saluda rodeada de niños.

el palacio de Raja Veer Sing desde las calles de Datia

El Palacio de Raja Veer Sing o la Fortaleza Gobinda se asienta en la cima de este montículo, no muy alto, pero si el único en toda la llanura próxima en nuestra mirada. Con sus siete pisos alcanza una altura de 40 metros, que aún aparentan mucho más alto por su posición en el promontorio, su grandeza ya la percibimos al acercarnos a la pequeña población de Datia dominando el paisaje. Ocupa una explanada cuadrada de unos 250 metros de lado, cerrada con otra cerca amurallada de la que únicamente distingo los lienzos Norte y Oeste. El palacio que ocupa en planta 60x60 metros está considerado como uno de los mejores ejemplos de arquitectura Bundela en el país, construido con la piedra de la zona, ladrillo y morteros y estucos de cal, en sus paramentos hemos encontrado preciosas pinturas murales al fresco de la conocida escuela Bundela alusivas a la vida palaciega y cortesana.

bóvedas sobre las escaleras de la planta principal

Como arquitecto una de las facetas que más me interesa de estos monumentos es conocer su organización espacial. Es una construcción muy compacta, en las plantas bajas se establecieron los estamentos militares, accedían desde la fachada Sur. A los escuetos conocimientos que en estos asuntos tan específicos tienen los guías locales se une la poca documentación escrita de que dispongo. Del portón de entrada arranca una escalera ancha que al llegar a un espacio abovedado se divide en dos tramos a izquierda y derecha, son las primeras escaleras que no se ocultan y aparecen a nuestra vista desde cierta distancia, adquieren así un significado en el discurso compositivo, estos elementos se remarcan con bóvedas nervadas de múltiples gajos. Sobre estás dependencias, siempre volcadas hacia el exterior se desarrolla el palacio, en dos plantas que ocupan todo la superficie construida y que se organizan en torno a un gran patio, en su centro se sitúa la edificación más importante y elevada, cuatro plantas que sobresalen de todo el conjunto, son aquellas en las que personalmente interpreto estuvo depositada el famoso shaktipitha o Peeth pitambara hiduista. Cuatro galerías sobre sendas arcadas fraccionan el patio en cuatro de menor tamaño. En los bordes y en la planta baja sobre el patio, la cuarta desde la fachada Sur se ubicaban las dependencias domesticas y las zenanas, en la planta superior, supongo la realeza. La realidad es que el conjunto aparentemente simétrico y ordenado se complejiza en sus interiores. Las estancias se suceden cubiertas con cúpulas y decoradas con pinturas, o más bien sus restos, dado el abandono, largos pasillos a veces desembocan en estrechas y oscuras escaleras, hacia el exterior nos podemos asomar a través de celosías o jarokas. En las esquinas aparecen edificaciones también más altas rematadas con bóvedas y yatris que hacen del conjunto un Palacio espectacular, pese a la suciedad y abandono. Mientras lo recorría de un lado a otro siempre me cruzaba con el guía fotógrafo, solicitando las cámaras para ser él el que realizara las instantáneas. Al final se nos quedó ver el palacio desde el Sur, al que da una fachada con menos altura volcada a la explanada interior del recinto, que posiblemente en su día dispusiera de unos elegantes jardines. Ya salíamos cuando el guía local recordó un último apunte sobre la Fortaleza Gobinda, apostilló que con el dominio anglosajón esta zona fue administrada por la Agencia Británica de Bundelkhand siendo lugar de estancia en las rutas que sus virreyes realizaban por estos dominios, siendo renombradas las estancias del gobernador general británico Lord Hastings en 1818 o del virrey Lord Curzon en 1902, para acoger este último a su llegada se construyó una magnífica Sala de Audiencias o Durbar.

la expresión mínima de la escuela, una habitación y un maestro

El sol apretaba y Marco apremiaba, tocaba regresar. Al paso recogimos a Francisca encantada de haber disfrutado con tantos niños, también nos topamos con una pequeña escuela, más que pequeña era la mínima expresión, una habitación de 2x4 metros abierta a la calle en la que sobre unas telas extendidas en el suelo diez chiquillos de siete a diez años, atendían a un joven profesor que explicaba varias materias y en distintos niveles, todo un esfuerzo digno de admiración. Parecía ser aquel el lugar idóneo para entregar más material escolar, sacamos de nuestras mochilas cajas de lápices de cera de colores y otras bagatelas, las repartimos, y como era de esperar se armo un gran revuelo, el maestro con enérgica actitud les recogió todo el material, nos quedamos un tanto dubitativos, no sabíamos que pensar, ¿lo haría para administrar racionalmente el material? o quizás buscaría una rentabilidad personal?, quiero y quise pensar en lo mejor, cualquiera de las dos opciones eran perfectamente válidas, que esperan en un pequeño pueblo donde las condiciones educativas eran tan rigurosas, para que perder el tiempo en la sospecha. Estábamos ya cerca del autobús y los niños nos acompañaban, los más pequeños con su enormes ojos negros rodeados de khol, con esas manos extendidas y esas caras angelicales pidiendo un “pen”, sólo les podíamos devolver una sonrisa, nos cruzábamos con vacas y con pequeños burrillos con sus angarillas cargadas hasta arriba. Despedimos a nuestro guía local al que Gema le entregó la propina estipulada y todos subidos en nuestro vehículo, por las ventanillas veíamos como aquella algarabía agitaban las manos sonrientes, parecía que casi todos se habían hecho con algún material.

 

Fue una pena no acordarme de que los templos jainistas de Sonagiri que se encontraban a tan sólo 12 kilómetros, de todas formas Marco me ha prometido que a él le interesa mucho el jainismo e intentará acercarse a ellos en una próxima visita, seguro que sí.

CONTINÚA en IIIb. Orchha y Khajuraho en MP

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© Víctor Díaz López