HISTORIA, CULTURA Y BUDISMO. II

 

KANDY

visión nocturna de Kandy, desde el hotel Thilanka

10 de agosto – día OCHO

 

Finalizábamos un segundo miércoles en la Isla, dejábamos Matale y no tardaríamos mucho en llegar a la que es sin duda segunda ciudad más grande de la Isla, 110.000 habitantes, capital de la Provincia Central. Por su situación geográfica, se ha convertido en un importante centro de transportes y el acceso fundamental a las tierras altas centrales. Su buena red de carreteras posibilita llegar a la ciudad desde cualquier punto de la Isla. Entre ellas destaca, la que nos llevará dentro de unos días, a Nuwara Eliya, en la que cruzaremos la zona montañosa central y su singular paisaje, que divisaremos transitando por una carretera sinuosa, que cruzará plantaciones de té y caucho y, muchas zonas boscosas. Y, auque no viajemos en tren, entre sus buenas comunicaciones también se encuentra la línea ferroviaria, a través de la cual las mercancías alcanzarán el puerto marítimo de Colombo en la costa occidental.

agrupaciones frente al templo de Kataragama Dewalaya

Pero si hay algo que hace de la ciudad Kandy, Patrimonio de la Humanidad desde 1988, es ser ciudad sagrada y capital del budismo en Sri Lanka. Aquí se custodia definitivamente la reliquia más importante del país, el Diente de Buda, que tradicionalmente estuvo ligado a la realeza. Pero hagamos un breve recorrido por la historia de esta gran urbe en la que nos adentramos.

 

Fue la última capital de los reyes sinhalas, gracias a cuyo mecenazgo, la cultura cingalesa floreció durante más de 25 siglos, hasta que fue ocupada por los británicos en 1815. Conocida en cingalés como Senkadagala o Maha Nuwara, que significa la “gran ciudad”. Su nombre actual procede de la pronunciación que hacía los colonos británicos de Uda Kanda Rata, “la tierra en la montaña” nombre dado por los pobladores nativos. Los historiadores datan el primer asentamiento en la zona en el siglo catorce, siendo su primer rey Wickramabahu, del único reino independiente cingalés que convivió con la primera dominación colonizadora de los portugueses a principios del siglo XVI, e incluso las posteriores de holandeses, hasta el siglo dieciocho. Los británicos intentaron a principios del diecinueve invadir el reino, en lo que se conoció como la Primera Guerra de Kandy. En la Segunda Guerra, invaden la ciudad el 10 de febrero de 1815, el pueblo no opone ninguna resistencia, pasando a ser protectorado británico hasta la independencia del país. Las tendencias feudales del los ingleses provoca la miseria de los habitantes nativos, lo que fue el germen de la “Rebelión de Matale” en 1848 de donde venimos, a raíz de la cual los colonos traen cientos de miles de tamiles del Sur de la India como mano de obra barata. Testigo de todo su pasado es su actual paisaje urbano.

primer contacto con el Esala Perahera en las calles de Kandi

Llegamos a las 6:30 de la tarde, la ciudad se encontraba engalanada para la ocasión, incluso se sentían los tambores y se escuchaba la algarabía en la lejanía, los árboles y farolas alumbrados como si se tratase de la Navidad. Muchas calles se encontraban cortadas, lo que nos obligó a dar un buen rodeo para alcanzar nuestro hotel, el “Thilanka”, al que llegamos ya de noche. Nos repartieron en las distintas habitaciones. No obstante, nos hemos emplazado, todo el grupo al completo, para dar una primera vuelta por la ciudad y pulsar el “Esala Perahera”. Nos veremos en la recepción a las 8:30, antes me habría dado tiempo de enviar mis postales, después de conseguir los sellos esta mañana. Con algo de retraso tomamos cinco tuk tuk, a los que tuvimos que regatear insistentemente para sacar un buen precio, 300LKR, unos dos euros por vehículo, y que nos dejarían en el centro de la ciudad, bueno lo más cerca que se podía, los cortes de calles también les afectaban a ellos.

biblioteca de Pattirippuwa del Sri Dalada Maliwa de día y de noche

La cantidad de policía es tremenda, dicen que el miedo a los tigres tamiles obligaba a cachear a muchos ciudadanos anónimos. Ya mencioné a este grupo terrorista cuando estuvimos en Trincomale, dada la importancia que éstos tuvieron en el Norte de la Isla. No obstante, aunque sus actos terroristas de reivindicación se sucedieron en los años que este grupo estuvo activo por todo el país, desde 1976 a 2009, aún se teme un rebrote. Quizás el atentado que perpetraron en Kandy el 25 de enero de 1998, no fuese el más sangriento, pero si tuvo gran repercusión, ya que iba dirigido contra unos de los símbolos de la historia de Sri Lanka. Las noticias informaron que la explosión de uncamión bomba aparcado en la entrada del Templo quería reactivar un largo conflicto, crear un estado tamil independiente. Gran parte de los edificios del complejo se vieron afectados, especialmente la biblioteca octogonal Pattirippuwa, curiosamente la capilla que custodia el Diente quedo prácticamente intacta, hecho que engrandeció aún más si cabe la veneración de la reliquia. Obviamente con estos antecedentes parecen justificables las exageradas medidas de seguridad. Si bien es bastante singular que únicamente cacheen a nativos y a los turistas los dejen pasear libremente, seguramente los tamiles tendrán unos rasgos físicos que los diferenciaran fácilmente le los cingaleses.

taller - tienda de batik en Kandy

Todos agrupados nos dirigimos a la bulla, 7º17’39.73N - 80º38’10.62E elevación 506m, era difícil la visión ante tanta marea humana. La casualidad nos regaló que disfrutásemos de la cercanía de un grupo de danzarines acompañados de timbales y trompetas o algo parecido, flanqueados por otro conjunto de porteadores de antorchas de grandes dimensiones, con unas ruecas de caña sostenían en sus puntas bolas de fuego, posiblemente trapos empapados en el gasoil del que percibíamos su fuerte olor y humareda, todos salían del templo hinduista de Kataragama Dewalaya, muy cerca de donde nos encontrábamos. Al frente, hacia Senanayake Veediya, pero separado por una gran muchedumbre, desfilaban los primeros elefantes, engalanando sus cuerpos con multitud de bombillas en sus cabezas y abalorios plateados y dorados en telas de dibujos y vivos colores. El cuidador portaba una enorme vara de madera terminada en un garfio, caminaba delante del gran paquidermo, el jinete, un joven, casi niño, iba igualmente vestido a juego, los tres se movían con parsimonia y elegancia. De pronto nos dimos cuenta de que Paca se había perdido, al mirar a nuestro alrededor intuimos rápidamente que se había metido en el templo de Kataragama, allí se acercaron a buscarla, dentro estaba. Juan José nos contó que la vio en una habitación mientras un brahmán le frotaba un misterioso rodillo en la frente, mientras ella permanecía quieta, inmóvil con los ojos cerrados. Dimos una vuelta para terminar todos en “The Pub”, cenamos en su planta alta, un local con una gran sala y un techo de madera al gusto colonial, dando a una gran terraza con vistas a la avenida Sri Dalada Veediya. Al local se accedía por una estrecha escalera de caracol directamente desde la calle. Cené un enorme sándwich con patatas fritas y coca cola aliñada con el apetecible ron suministrado por Rubén, que lo traía de extrangis. Finalizamos tomando de nuevo unos tuk–tuk, ellos nos tenían ya localizados en la puerta del local y, regreso al hotel. Un poco de conversación y a la cama, el primer contacto con el Esala ha sido fantástico.

instrumentos para la aplicación de la cera y pintado del batik

11 de agosto – día NUEVE

 

Hoy hemos quedado a la extraña hora de las 8:15, no se exactamente porqué. Me he levantado muy temprano, a las 5:40 que por cierto, me ha venido muy bien, ya que ayer noche no pude avanzar en el diario. Desayunando, me he topado con Paca, a la que acompañé ayer a la joyería del hotel donde se ha comprado unos pendientes, le he pedido que me devuelva el favor y que me acompañe a mí ahora. He encargado unos pendientes con dos piedras, he escogido amatista verde claro que me han parecido preciosas y que creo que le gustará mucho. Me han costado 50 euros, en moneda europea, personalmente no llego a entender mucho, pero confío en ella y parece barato, los recogeré esta tarde, he quedado a las once.

 

Hace días que no nos levantábamos con mal tiempo, cuando hemos salido al exterior nos ha recibido un tenue chirimiri. El autobús ha tomado dirección al Templo del Diente de Buda, primera visita programada, pero sin previo aviso y aunque ciertamente nos lo hayan dicho unos minutos antes de llegar, hacemos una primera parada, de esas turísticas concertadas por los guías locales. Se trata de una tienda-taller donde venden los “batik” que presumiblemente confeccionan ellos mismos. Esta técnica, muy utilizada en países asiáticos como India, Sri Lanka, Indonesia, Malasia, Irán y otros, es también conocida como “teñido por reserva” y se realiza para colorear y estampar tejidos. Consiste en aplicar capas de cera sobre las regiones que no se desean teñir, llamadas áreas reservadas, el color “ene” tinta el resto, repitiendo el proceso tantas veces como se quiera, se obtiene el estampado deseado. Una de las características singulares y diferenciadora de esta técnica, es el craquelado de las masas de color, debido al resquebrajado de la cera una vez endurecida. Aunque ya los conocía desde el viaje a Indonesia, la explicación en esta tienda de la técnica ha sido mucho más didáctica y comprensible. Desde el paso inicial con el transportado del dibujo al paño de seda, en los que se utilizan las plantillas y el papel fino de calco, a la aplicación de las distintas capas de cera en los sectores que corresponden a los tonos buscados según los trazados de la plantilla. El proceso finaliza con el lavado del paño en agua caliente para eliminar los restos de cera. Los dibujos son todos figurativos a diferencia con aquellos que adquirí en el Mercado de Solo, en la provincia de Java, que eran de estampados geométricos y florales seriados. Aunque entre un tanto escéptico, salí bastante satisfecho, incluso compré un pequeño paño con un elefante por el módico precio de 1550LKR, poco más de diez euros, muy bonito por cierto.

acceso al Templo del Diente Sagrado desde el paseo frente al Lago

Habíamos salido tan temprano, que a las nueve ya estábamos en el acceso al Templo del Diente de Buda, la verdadera atracción de esta ciudad, turística por excelencia. La temperatura es mucho más agradable que en los lugares de donde venimos, y no es casualidad ahora estamos a más de 500 metros de altitud, y venimos casi del nivel del mar, incluso hasta refresca por la noche. Pero antes de entrar refresquemos algo su historia.

 

Según cuenta la leyenda, el diente fue traído en el siglo IV antes de Cristo a la antigua Lanka desde la India, la princesa Hemamala lo traía oculto en su peinado acompañada por el príncipe Danta. Desde entonces la tradición confiere al rey como gobernante de la tierra el deber de proteger tan preciada reliquia. Se custodió primeramente en el Megha Vihara de Mahameghavana, en la entonces capital del reino Anuradhapura, después pasó al Cuadrángulo de Polonnawura, para terminar en 1590 Kandy, la última capital del reino. El rey Wickramaburu prometió que de allí no volvería a salir jamás. Los monarcas, construyeron un templo junto a su residencia, a tan sólo unos cien metros al Norte, para no perderlo ni siquiera de vista. A partir de 1815, cuando se extingue la última monarquía ante el gobierno colonial, la custodia de la reliquia quedó en manos de una asamblea de sabios y altos dignatarios siendo su representante el Nilame Basnayake.

parque en el lateral de acceso al Templo del Diente Sagrado

El templo que visitaremos es una edificación construida por sucesivos reyes desde el siglo XVII, finalizándose a principios del XIX cuando el último Rey de Kandy Wickrama Rajasinha, añadió el pabellón octogonal y el foso. En realidad se trata de un complejo que se sitúa frente al Lago con varios pabellones dedicados a distintas funciones conocido por su nombre cingalés Sri Dalada Maligawa. Sus edificaciones destacan exteriormente por el color blanco y las cubiertas inclinadas, se encuentran protegidos en su frente hacia la ciudad por un foso de agua de algo más de diez metros, que aparece detrás de un muro bajo, también blanco y rematado por una bonita filigrana que lo unifica a modo de zócalo o basamento. Además del Santuario en cuyo interior se guarda una de las reliquias más importantes del budismo, encontramos la famosa Biblioteca, el antiguo y nuevo Palacio Real, el Museo Nacional y el Arqueológico, el antiguo edificio de los Tribunales o un lugar para las abluciones.

acceso al interior del templo del Diente Sagrado

Temprano nos dejó el autobús en el borde del Lago justo frente al hotel Queen´s, atravesamos un parque alargado o gran alameda, que focaliza su paseo central en la biblioteca y que se encuentra paralelo al muro de la orilla y bien podríamos pensar que funciona como antesala del Templo. Pese a lo temprano, el gentío ya era considerable, se agolpaban por todas partes, incluso en sus laterales, familias completas, grupos de colegiales, parejas de novios adolescentes, muchos eran los visitantes que se disponían a honrar a la reliquia, algunos extranjeros, pero los menos. Antes de llegar, a mediado del paseo accedimos a un recinto arbolado y cerrado en el que había algunos elefantes, los cuidadores preparan a sus bestias para la tarde, les dan de comer y asean con tanto mimo que parecen sus propios hijos, estos enormes paquidermos, quietos y dóciles apenas se balancean moviendo sus orejas y trompa. Nos encontrábamos muy cerca de los templos de Pattini y de Natha Devala, este último del siglo XIII y nuestros guías como siempre ajenos a todo, y aunque sean sitios menores da coraje enterarse de que has estado allí sin saberlo, y sólo lo averiguas al volver. Pero continuamos hasta llegar, eso si, a la visita programada. Me chocaba el extrañamente de sabor colonial del templo encargado de custodiar tan importante reliquia. Es enorme, incluso el foso lleno de agua lo rodea le da un aspecto más grandioso si cave. En el control exterior tuvimos que dejar el calzado como era de esperar, Sonia adquirió las entradas, con las 1.000LKR, unos 6,58 euros que le dimos previamente cada uno. Ante la enorme cola que había en la entrada accedimos dispersos, incluso algunos sin aún presentar el preceptivo ticket, eso de ser turista por lo visto les inspira confianza. Muchísima gente, la mayoría devotos, curioseando únicamente los turistas extranjeros. Volvíamos a ver el templo, otra vez solos, ni Kanilian, ni la guía se encontraban por ninguna parte.

en la capilla de la Reliquia en planta baja

Coordenadas 7º17’37.20”N – 80º38’28.44” altitud 519 metros, frente al Sri Dalada Maligawa, destaca sobre el verdor de la montaña en la que se recorta su silueta por el blanco de sus paredes y sus oscuras cubiertas de teja. Nos encontramos en el centro espiritual de Sri Lanka, en el lugar donde se custodia su principal reliquia, el canino izquierdo del propio, santo y venerado Buda. Su arquitectura de estilo híbrido, colonial y kandyano, acepción ésta última con la que se conoce la utilización de elementos compositivos propios de la arquitectura historicista del país, como son en este caso las cubiertas inclinadas a cuatro aguas compuesta de dos planos inclinados sucesivos, como aquellas que he visto en las maquetas de los Centros de interpretación de Polonnawura y Sigiriya. El estado de estas construcciones es excelente, debido a la forzosa reconstrucción que hubo de realizarse después de los atentados de los Tigres de 1998. En su interior destacan unos materiales bastante nobles, piedras naturales, maderas talladas, policromadas y doradas, así como marfil. No sé, que quedará de aquel templo construido por Narendra Sinha en el siglo XVIII.

 

Me adelanté con Juan José, incluso nos dejaron pasar sin nuestros tiques, argumentamos que pertenecíamos a un grupo de turistas españoles (como le duele ese comentario a los catalanes), al poco fue llegando el resto. Iniciamos la visita por la planta baja, a la que accedimos por una galería cubierta con una bóveda de cañón profusamente decorada con pinturas de vivos colores, que desemboca en un espacio distribuidor frente la capilla del relicario en la planta baja. A derecha e izquierda hay dos escaleras que llevan a la planta alta y principal, a la mitad de la primera sale otro tramo que se dirige hacia una capilla y a la biblioteca. La capilla del Diente se desarrolla entre ambas plantas, parece ser que el Diente permanece en una cámara sagrada ricamente decorada, en la planta baja, y de la que solo vimos su puerta de dos hojas, chapada en metales preciosos y con piedras incrustadas precedida por un recinto abierto decorados con colmillos de elefantes. El relicario es subido a otra cámara en la planta alta tres veces al día, donde es expuesta a los fieles para que realicen sus ofrendas. En el exterior de la capilla de abajo, frente a sus puertas, unas jóvenes bailaban vestidas totalmente de blanco al son de una música de tambores e instrumentos de viento, imagino que anunciaban la subida de la reliquia a la capilla superior. Hacía allí nos encaminamos, el tránsito por la escalera de la izquierda se organiza en dos filas con una cuerda separadora, una hilera mucho más lenta y nutrida, correspondía a los fieles que portaban ofrendas, previstas para depositarlas frente al relicario. La otra cola, casi vacía era para subir a la planta en general, en sus descansillos se exponen estandartes, sombrillas y otros abalorios del Perahera, por ésta subimos, ya arriba, observábamos gran cantidad de gentes de un lado para otro, mucha más aún parada frente a la capilla, detrás de una barandilla que los separa de los que vienen a realizar su ofrenda, otros muchos sentados en el suelo recitando mantras sin parar. La gente bien vestida, las mujeres con saris de colores claros y otros absolutamente blancos.

una capillita a la derecha de la escalera de la izquierda

De pronto, se abre la puerta de la capilla custodia del relicario, se divisa sobre un altar el Diente de Buda, bueno el gran y pomposo relicario en cuyo interior deberá estar, es de forma piramidal con sus cuatro lados ligeramente curvos, desde lejos percibo los destellos dorados y plateados de esta preciada y pomposa custodia. La gente nerviosa se aprieta frente a la baranda queriendo aproximarse al máximo, muchos flashes y empujones.

 

Ante tanta aglomeración de los propios fieles decidí continuar la visita, retomando la escalera de la derecha. Me acerqué a una pequeña capilla cerca de la biblioteca, tremendamente decorada, con dos enormes puertas de madera ricamente talladas entre abiertas por la que accedí a su interior, la presidía la figura de un Buda dorado sentado en meditación o en la posición de samadhi buddha, lo acompañan otras figuras de menor tamaño sobre un altar cuajado de flores, candelabros, colmillos de elefante y ofrendas en metálico. De aquí pasé a la biblioteca o Pathiruppuwa el edificio octogonal en el que se centran todas las imágenes exteriores, preside la fachada principal del templo, es como una torre rechoncha, sus paredes interiormente se encuentran forradas de estanterías, en las que se guardan manuscritos muy antiguos, procedentes del reinado de Rajasingha, realizados en hoja de hojas de burí. Esta torre es también famosa por ser utilizada por cada nuevo presidente del país para presentarse a su pueblo y desde su galería exterior pronunciar el discurso de apertura de la legislatura en honor de multitudes.

el Relicario en la capilla de la planta alta

Volví a la planta baja para visitar la parte posterior de la capilla del Diente, adosada a ella y rodeada de patios se encuentra la nueva sala de las oraciones, cerrada en aquel momento, dicen está decorada con frescos y que en su interior se venera una figura de un Buda dorado regalo del pueblo de Tailandia. En el otro extremo del patio hay otra sala grande y más moderna, conocida por Alud Mali Gawa, en la que se exhiben una gran colección de Budas unos de bronce y otros blancos que parecen de madera nacarada. Una vez de vuelta me tope con Sonia que preguntaba por Kanilian, que si nos había acompañado, un tanto asombrados le dijimos que no. Al poco apareció por allí, con esa cara inocente de no haber roto nunca un plato. Volvimos a Mali Gawa y como si nada pasase nunca, comenzó a darnos detalles de los cuadros que adornaban sus paredes, aquellos en los que se narran los episodios de la vida de Buda. Al fondo, en una zona acotada por una gruesa cuerda roja se encuentra el material que por la tarde-noche se utilizarán en las procesiones, por lo visto aquí se visten sus participantes. Son esos ropajes de terciopelo y seda que adornan a los elefantes, los estandartes y banderolas, utensilios diversos del Perahera.

 

Antes de salir quise volver a la planta primera, tuve la enorme suerte de ver desde mucho más cerca el relicario del diente, ya apenas quedaban fieles y los últimos marchaban, pude hacerle fotos antes de que cerraran las puertas de la capilla, que ocurrió súbitamente. Nuevamente satisfecho di por finalizada la visita. Nos reencontramos todos en el murete del foso exterior, recogiendo el calzado. Aun quedaba tiempo hasta el almuerzo, decidimos dar una vuelta por el centro de Kandy, recorrer sus calles, ver tiendas y comprar alguna que otra bagatela, eran las once de la mañana.

calles del centro de la ciudad de Kandy

El centro está bastante cerca, es pequeño y abarcable, se trata de una serie de manzanas rectangulares procedentes de un trazado urbanístico colonial a cordel, desde las calles (Veediya en cingalés) Raja, Sri Dalada, Yatinuwara (iglesia metodista) y la plaza del Palacio. Habíamos acordado con la guía que a partir de ese instante y hasta las seis en que nos encontrásemos en el hotel Queen´s, cada uno podría hacer lo que quisiese. En principio todos salimos juntos del templo, cruzamos los jardines donde esta mañana temprano limpiaban, daban de comer y preparaban a los elefantes para la cabalgata o procesión de la tarde. En el camino se nos acercaban multitud de vendedores ambulantes que nos acosaban, ahora todo eran pelos de elefante. A partir de aquí el grupo se fracturó, unos liderados por los jóvenes y otros por Paca, con ella me quedé, en total éramos nueve. Torcimos a la derecha por Senanayake para bajar por Srimath Bennet Soysa, calle en su mayoría de tiendas antiguas, vendían especias, telas, pescados, frutas hortalizas, cacharrería, libros, juguetes, ropas, de todo y mezclado, curioseábamos en todas, preguntando precios, algunos llegaban a comprar todo lo que se le antojaba. Paramos en un local, una especie de bar a tomarnos algo, aunque realmente lo que necesitábamos era hacer pis. A la salida y ante el acoso de individuos que nos conminaban a entrar en joyerías, terminamos en una, Paca al parecer conocedora de precios y calidades, nos indicaba que artículos eran los más ventajosos y cuales caros. Al final, nadie compró nada. Terminamos de nuevo en la calle viendo más tiendas. Cansado de tanto comercio, les comenté a mis compañeros que continuaría sólo, quería hacer más fotos y que después, regresaría al hotel por mi cuenta.

mas de 8 horas de espera al Esala Perahera

Paseé por esas calles de arquitectura colonial deteriorada y bastante abandonadas, donde el bullir de gentes era incesante, incluso llegué a entrar a curiosear en una pequeña iglesia reformista, lo que deduje por la ausencia de altar. Comencé a buscar la salida por Sri Dalada, mientras paseaba observaba a la muchísima gente, familias enteras sentadas en el acerado, sobre plásticos y telas que se disponían a una larga espera, calculo que más de ocho horas, hasta que por allí mismo pasase el Perahera, incluso algunos calentaban sus comidas que otros la repartían entre los miembros de la familia. Custodian un buen sitio en la acera para poder ver lo más cerca posible a su venerada Reliquia.

el gran Lago de Kandy

Continué dejando de lado el gran Lago, tomé dirección al Mercado, en una explanada frente a él paré un tuk tuk que me acercó al hotel. Durante el trayecto le solicite al conductor que parase un par de veces para hacerles fotos a éste enorme estanque artificial, que fue construido en el siglo XIX por Rajasinha para embellecer la capital de su reino. Su enorme lámina de agua de aproximadamente 15 hectáreas se abastece del río Mahaweli, uno de cuyos meandros discurre por el borde Sur de la ciudad, da una belleza singular al paisaje urbano que lo rodea en cuyo fondo siempre encontramos las montañas. En el centro de su parte más ancha aparece esa pequeña isla, en la que dicen vivían las concubinas del rey y posteriormente en la guerra fue utilizada por los británicos como polvorín. El conductor insistía en llevarme a otros lugares, me aconsejaba un masaje ayurvédico, no obstante, ante mi negativa terminó desistiendo.

monjes esperando el paso del Esala Perahera

A las dos de la tarde ya estaba en el Thilanka, no había apenas nadie, me di un esplendido baño en la piscina, aunque aparentemente el día no acompañaba demasiado, el sol apenas había salido y el cielo estaba encapotado, pero hacia calor y apetecía. Almorcé unas magnificas gambas a la plancha en el restaurante y me retiré a la habitación para echarme una siesta, quizás la primera desde que llegué a Sri Lanka. Me despertó Gerardo cuando entró a eso de las cuatro, decidí acudir a tareas domésticas, levantarme e ir a mirar el correo, terminar las postales y escribir un poco hasta que llegase la hora de partir de nuevo al centro, también procuré repasar mis notas sobre la Procesión que veríamos. Y aunque quizás ahora las he ampliado, la aproximación que realizo a este evento pueda carecer de excesivo rigor, «admitiríamos el esfuerzo de un extranjero, que atraído por esa extraña curiosidad y admiración del individuo por lo desconocido viene a mi tierra, para después narrar a los suyos la Semana Santa sevillana», solicito pues indulgencia.

 

Entre julio y agosto, durante los días que quedan marcados por la luna llena, se celebra en Kandy el Esala Perahera, uno de los mayores y espectaculares festivales religiosos budistas del Sudeste asiático y al que se dedican con esmero durante todo el año sus habitantes. Además de representar un importante evento social tiene gran importancia en la economía local, ya que llegan miles de devotos de todas partes del país e incluso de Asia. La tradición, que se remonta a las antiguas Procesiones de Esala –Perahera en cingalés significa procesión– cuentan que ya en el siglo tercero antes de Cristo se celebraban para pedir a los dioses la lluvia. Se cree que cuando llegó a Lanka la Reliquia en el siglo cuarto, comenzó la procesión en su honor y fue conocida como Dalada. Se piensa que el actual Esala Perahera es la fusión de ambas procesiones, que fue impulsada por el rey de Kandy Rajasinghe en el siglo dieciocho procesión para el disfrute y veneración de su pueblo.

¿será el oficial de congresos Peramuna Rala del Esala Perahera? foto Maria Ferrer

La Procesión comienza con el Situveema Kap o Kappa ceremonia en la que se corta una rama a un joven árbol de jack (Artocarpus integrifolia) que ha dado sus frutos y que es dividida para ser plantada en los cuatro templos o Devale de los dioses guardianes Natha, Vishnu, Katharagama y Pattini, es entendida esta acción como la antigua bendición del rey al pueblo. Esta es la fruta que probamos en la carretera entre Dambulla y Matale. Las cuatro noches siguientes se celebran en los cuatro templos de los guardianes las pequeñas procesiones de Devale, acompañadas por sus sacerdotes, música y estandartes. La sexta noche, comienza el Randoli que dura cinco días más, éste es una versión ampliada de la Kumbal, a la que se añaden los palanquines de los cuatro devales con los adornos propios de cada templo y se reúnen en frente del Templo del Diente, acompañado por el Nilame Basnayake, el guarda laico de la reliquia, sustituto del rey. La séptima noche, el día de luna llena en el Esala, la procesión se dirige al Asgiriya Vihara, donde se coloca relicario, se continúa la antigua tradición que se realizaba en el monasterio Abhayagiri en Anuradhapura. La urna, sustituye al Diente, que se introduce en el palanquín y sobre el elefante Maligawa, a saber si procesionará el canino, dicen que por seguridad porta una réplica. Por lo visto y leído creo que la procesión que presencié corresponde a las últimas noches, al Perahera Maligawa, al que se han unido los Devale. Es cuando la procesión adquiere su mayor esplendor, acróbatas, malabaristas, batidores y antorchas son seguidos por la bandera budista, después, sobre un elefante el oficial de congresos Peramuna Rala, continúan bailarines, músicos, abanderados y más elefantes finalizando en un grupo de cantantes vestidas de blanco que anuncian el gran Maligawa porteador del palanquín con la Reliquia Sagrada. El Perahera finaliza con la ceremonia del corte de agua en el gran río Mahaweli en Getambe, pueblo a pocos kilómetros de Kandy, el Diya Kepeema pone el punto final.

desde el hotel Qeen´s viendo el Esala Perahera de Kandy

A las seis, según lo previsto ya estábamos todos en el Queen´s, hotel que hemos visto ya en varias ocasiones desde que hemos llegado a Kandy, y en él, según lo previsto veremos el Perahera. Es un elegante edificio colonial de cuatro plantas, cuya situación privilegiada ocupa la esquina de la gran manzana que se encuentra en el extremo Norte del Lago, frente queda la alameda que termina en la biblioteca del Templo del Diente de Buda. En sus blancas y encaladas fachadas destacan sus arcadas, cornisas y molduras, su tejado. Su acceso principal se sitúa en la esquina de las calles Sri Dalada y DS Senanayake, en la que sobresalen sus balaustradas y el remate superior en forma de estupa. Su historia va unida a los colonizadores británicos, que los construyeron en 1895 como residencia del gobernador de Ceilán, posteriormente, en la 2ª guerra de Kandy se destina a cuartel del Regimiento de Fusileros antes de convertirse en hotel. Su elegancia es indudable, siendo considerado uno de los lugares más exclusivos de la ciudad e incluso del país. Entre sus curiosidades encontramos el lujoso restaurante Reina de Corazones, la sala de Real Ball y el pub Royal. De los recuerdos fotográficos que cuelgan en sus paredes queda constancia de que aquí se hospedo la joven Isabel II, reina de Inglaterra. Pero para nosotros lo importante es su ubicación, inmejorable para ver cómodamente la procesión, en la avenida principal de la ciudad, muy cerca de lo templos Devale. No quisiera dejar sin comentar, lo curioso que fue observar, como en tan elegante establecimiento se paseaban dos ratitas (no por presumidas, si no por ser crías) por el vetusto salón del bar, donde los turistas blancos occidentales tomábamos nuestras copas, cafés o té.

el Esala Perahera 2011 de Kandy desde Quen's

Disfrutaba del espectáculo religioso en mi palco nº 670 del Queen´s. La noche de luna llena era bendecida y honrada por aquellos hombres que con sus mejores vestiduras y haciendo honor de su más elaborados bailes, danzas y juegos malabares, rinden tributo al gran iluminado y líder espiritual de una de las religiones más antiguas de la humanidad, el budismo. El desfile parecía que no terminaría nunca, un elefante, otro, bailarines danzando al son de la música, ahora le tocaba a los malabaristas que hacían girar platos sobre sus elásticas varillas, más timbales, más antorchas, ¡oh! un grupo con cintas haciendo enredos vertiginosos, destacan sus vestidos sencillos, también de seda, predomina el blanco y los torsos desnudos, destacan los colores rojos, azules, verdes, dorados y plateados, son chicos jóvenes, delgados, bien parecidos y fibrosos. Y continúan, más antorchas, más elefantes, un grupo tras otro, una marcha sin interrupciones, continua, con apenas mínimas paradas. Los elefantes que secuencian el desfile comienzan a aparecer en parejas, a continuación en tríos, pero estos son los menos. Más tarde, Luis, el profesor de Huesca, un obsesivo compulsivo tipificado, me informó que en el elefante que apareció en el número de orden 35 portaba en un palanquín el Relicario con el Diente de Buda. Y el público, que decir del público, quieto, respetuoso, disfrutando del desfile, ocupando sus respectivos asientos desde mucho antes que nosotros.

el elefante Maliwua portando el Relicario

Ya bastante cansado, coincidí con Juan José en marchar a nuestro hotel con distintas excusas, él comentó que había quedado con un conductor de un tuk tuk para conseguir unas cervezas ilegales. Por mi parte, tenía que recoger los pendientes que encargué esta mañana antes de las 11:00. Intentamos salir de tal aglomeración humana pero nos fue imposible, todas las calles estaban cortadas. Casi por casualidad, el destino nos llevó a la explanada que hay frente al Templo del Diente de Buda, allí las distintas compañías, comparsas o agrupaciones que aún no habían desfilado se preparaban para iniciar la marcha, niños, elefantes, músicos, todos elegantemente uniformados, incluso me metí entre ellos para hacerles fotografías de cerca, me miraban o nos mirábamos extrañados, todo terminó cuando la policía detectó nuestra presencia y nos echo literalmente a empujones. Comentábamos qué que enorme suerte habíamos tenido. Volvimos a intentar buscar una salida, preguntamos a otros agentes y lo único que pudieron hacer fue facilitarnos que cruzásemos por una calle de una forma un tanto irregular y que volviésemos a nuestras localidades en el porche del Queen´s. Entramos por detrás, decidimos esperar en el bar hasta que acabase la celebración. Cuando nos reencontramos con el resto de compañeros le pregunté a Luis ¿cuantos elefantes han pasado?, seguro de que los habría contado uno a uno, me respondió con seguridad, 75.

nos colamos en el arranque del Esala Perahera y...

Cerca de las doce apareció Sonia, intuíamos que habría presenciado el desfile en un local mucho mejor acondicionado y elegante que el nuestro, resultado de la gestión realizada por la compra de un buen número de butacas, si tuvimos que pagar 7.000LKR por cabeza (46,05 euros) y somos 15, pues 105.000 rupias, unos 690 euros. Ante la bulla parecía que lo más lógico era regresar a nuestro hotel caminando, llegaríamos cerca de la una de la madrugada. Allí aún nos esperaba el joyero para liquidar las compras. Antes de dormir repasaba mi estancia en Kandy, había cubierto nuevamente todas mis expectativas, quizás la pena de no haber tenido más información a tiempo, satisfecho esperaba un nuevo día en la Isla.

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© Víctor Díaz López